-->
Este gobierno se articula, funciona y opera como una vulgar recocha. Lo acabamos de ver en el consejo de ministros en la tarde del martes pasado. Lo primero es determinar cómo una reunión de ese nivel, donde tienen asiento los funcionarios más importantes de Colombia, se organiza a última hora.
Este gobierno se articula, funciona y opera como una vulgar recocha. Lo acabamos de ver en el consejo de ministros en la tarde del martes pasado. Lo primero es determinar cómo una reunión de ese nivel, donde tienen asiento los funcionarios más importantes de Colombia, se organiza a última hora. Varios de esos personajes, al llegar tarde a la cita, manifestaron que no sabían de la misma, tenían otra agenda y por eso, se integraron luego de su inicio. Lo segundo es conocer la razón o las razones, que llevaron a Petro a sugerir que se reunieran; algo debió haber detrás de eso. O se venía una de sus “rumbas” que lo desconectan y hacen desaparecer por varios días, o uno de sus viajes en los que también se pierde su rastro, o, como es su costumbre, pretendió distraer la atención nacional y “el antídoto resultó ser peor que la enfermedad”. Tercero, me pregunto cuál sería la razón que llevó a que Petro ordenara, como no sucede comúnmente, que se transmitiera en directo esa reunión. Como ven, son varios los entuertos que rodean este tema.
En el consejo de ministros citado quedaron varias cosas en claro: la desconexión de los funcionarios entre sí -fue evidente que hay celos entre ellos-, el alto nivel de desgobierno, la falta de articulación entre las entidades públicas, la incomodidad que Laura Sarabia y Armando Benedetti generan entre varios de los protagonistas del Pacto Histórico, el corto circuito que existe entre Petro y Francia Márquez, el desencanto profundo de funcionarios como Susana Muhamad que afirman que hay “colados” en el gobierno. En un proceso lento, el gobierno hace implosión. Está más que confirmado, como lo hemos dicho antes, que Petro es el peor enemigo del gobierno. Al frente suyo se pelearon y maltrataron sus alfiles y nada pasó. Por el contrario, Petro se tomó la palabra, empezó a divagar como de costumbre, habló de temas que nada tenían que ver con lo que estaba pasando en ese momento en la Casa de Nariño y, al mejor estilo de quien niega lo que está sucediendo, pretendió mostrar control de la situación. Créanme que si un presidente tiene que decirle a su equipo más cercano que él es la máxima autoridad y sus decisiones deben respetarse, no hay gobernanza democrática, hay autoritarismo.
El gobierno y sus funcionarios están asustados porque el ambiente nacional les es ampliamente adverso. Está claro que Petro perdería por abrumadora mayoría una posible reelección, muy a pesar de los 150 billones que tiene “guardados” para financiar la estadía en el poder del programa progresista. Están preocupados porque saben que la situación se les está complicando y prefieren “echar al agua” a sus colegas para no inmolarse con un gobierno que se autodestruye. No me parece raro que ese consejo de ministros se hubiera organizado de afán por el hecho de que ya se había dicho que Victoria Eugenia Dávila -Vicky Dávila-, aparecería en noticias RCN el martes en la noche, en entrevista con José Manuel Acevedo en la emisión de las 7 p. m., y en la mesa de Juan Lozano el miércoles temprano. Esa reunión del equipo de Petro nublaría el protagonismo de Vicky, que marcha fuerte en las encuestas y se perfila como una protagonista de primera fila entre las opciones de la derecha para las elecciones del 2026. ¡Eso estaba cantado! Lo que pasó, es que el gobierno hizo el ridículo, quedó en entredicho, el agarrón mostró el canibalismo que se vive en la izquierda y el Guernica de Pablo Picasso terminó siendo un bolero al lado de lo que vimos. También fue triste ver cómo el ministro de Educación, que llegó tarde, al que regañaron y fue completamente ignorado por Petro, es el más maleducado de los funcionaros; es ramplón, prepotente y poco eficiente. Como educador, eso me resulta muy doloroso. Petro “fue por lana y salió trasquilado”.
Mientras tanto, lejos de unir a la nación colombiana en contra de Trump y de los Estados Unidos, a Petro también le salió mal ese enfrentamiento y quedó ante el mundo, como lo que realmente es: un presidente tonto, ingenuo e inexperto, desubicado. ¡Otra vez lo raparon!
Por: Jorge Eduardo Ávila.
Este gobierno se articula, funciona y opera como una vulgar recocha. Lo acabamos de ver en el consejo de ministros en la tarde del martes pasado. Lo primero es determinar cómo una reunión de ese nivel, donde tienen asiento los funcionarios más importantes de Colombia, se organiza a última hora.
Este gobierno se articula, funciona y opera como una vulgar recocha. Lo acabamos de ver en el consejo de ministros en la tarde del martes pasado. Lo primero es determinar cómo una reunión de ese nivel, donde tienen asiento los funcionarios más importantes de Colombia, se organiza a última hora. Varios de esos personajes, al llegar tarde a la cita, manifestaron que no sabían de la misma, tenían otra agenda y por eso, se integraron luego de su inicio. Lo segundo es conocer la razón o las razones, que llevaron a Petro a sugerir que se reunieran; algo debió haber detrás de eso. O se venía una de sus “rumbas” que lo desconectan y hacen desaparecer por varios días, o uno de sus viajes en los que también se pierde su rastro, o, como es su costumbre, pretendió distraer la atención nacional y “el antídoto resultó ser peor que la enfermedad”. Tercero, me pregunto cuál sería la razón que llevó a que Petro ordenara, como no sucede comúnmente, que se transmitiera en directo esa reunión. Como ven, son varios los entuertos que rodean este tema.
En el consejo de ministros citado quedaron varias cosas en claro: la desconexión de los funcionarios entre sí -fue evidente que hay celos entre ellos-, el alto nivel de desgobierno, la falta de articulación entre las entidades públicas, la incomodidad que Laura Sarabia y Armando Benedetti generan entre varios de los protagonistas del Pacto Histórico, el corto circuito que existe entre Petro y Francia Márquez, el desencanto profundo de funcionarios como Susana Muhamad que afirman que hay “colados” en el gobierno. En un proceso lento, el gobierno hace implosión. Está más que confirmado, como lo hemos dicho antes, que Petro es el peor enemigo del gobierno. Al frente suyo se pelearon y maltrataron sus alfiles y nada pasó. Por el contrario, Petro se tomó la palabra, empezó a divagar como de costumbre, habló de temas que nada tenían que ver con lo que estaba pasando en ese momento en la Casa de Nariño y, al mejor estilo de quien niega lo que está sucediendo, pretendió mostrar control de la situación. Créanme que si un presidente tiene que decirle a su equipo más cercano que él es la máxima autoridad y sus decisiones deben respetarse, no hay gobernanza democrática, hay autoritarismo.
El gobierno y sus funcionarios están asustados porque el ambiente nacional les es ampliamente adverso. Está claro que Petro perdería por abrumadora mayoría una posible reelección, muy a pesar de los 150 billones que tiene “guardados” para financiar la estadía en el poder del programa progresista. Están preocupados porque saben que la situación se les está complicando y prefieren “echar al agua” a sus colegas para no inmolarse con un gobierno que se autodestruye. No me parece raro que ese consejo de ministros se hubiera organizado de afán por el hecho de que ya se había dicho que Victoria Eugenia Dávila -Vicky Dávila-, aparecería en noticias RCN el martes en la noche, en entrevista con José Manuel Acevedo en la emisión de las 7 p. m., y en la mesa de Juan Lozano el miércoles temprano. Esa reunión del equipo de Petro nublaría el protagonismo de Vicky, que marcha fuerte en las encuestas y se perfila como una protagonista de primera fila entre las opciones de la derecha para las elecciones del 2026. ¡Eso estaba cantado! Lo que pasó, es que el gobierno hizo el ridículo, quedó en entredicho, el agarrón mostró el canibalismo que se vive en la izquierda y el Guernica de Pablo Picasso terminó siendo un bolero al lado de lo que vimos. También fue triste ver cómo el ministro de Educación, que llegó tarde, al que regañaron y fue completamente ignorado por Petro, es el más maleducado de los funcionaros; es ramplón, prepotente y poco eficiente. Como educador, eso me resulta muy doloroso. Petro “fue por lana y salió trasquilado”.
Mientras tanto, lejos de unir a la nación colombiana en contra de Trump y de los Estados Unidos, a Petro también le salió mal ese enfrentamiento y quedó ante el mundo, como lo que realmente es: un presidente tonto, ingenuo e inexperto, desubicado. ¡Otra vez lo raparon!
Por: Jorge Eduardo Ávila.