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Columnista - 27 noviembre, 2024

Sin claridad ideológica, una nación no puede avanzar

Julián de Zubiría, un experto en el sector educación, ha reiterado que solo el 0.9 % de los estudiantes que presenta las pruebas de Estado, tiene pensamiento crítico.

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Julián de Zubiría, un experto en el sector educación, ha reiterado que solo el 0.9 % de los estudiantes que presenta las pruebas de Estado, tiene pensamiento crítico. Esto es fatal porque muchos de esos futuros profesionales serán nuestros legisladores, jueces, dirigentes políticos y gremiales, científicos, contratistas, ministros y jefes de Estado. Nada podríamos esperar de esa pléyade. Carecer de esta condición filosófica impide ver por donde le baja el agua al molino. Hasta la justicia está ideologizada, cada grupo político quiere tener en las cortes a sus afines. 

El pensamiento crítico nos permite establecer la causalidad de todos los fenómenos e identificarlos para solucionarlos. Cada estructura ideológica tiene su propio diccionario y formas de ver y definir los problemas de una sociedad y cómo solucionarlos. En general, estas soluciones son diferentes y dicotómicas, sí o no. La ideología es la ciencia de las ideas según la etimología; todo nace con una idea: un proyecto de inversión o político, una ley, cualquier propuesta. P. ej., los impuestos directos se originan en la izquierda, quién tenga más debe pagar más; el impuesto indirecto es de origen derechista, p.ej., el IVA que, proporcionalmente, castiga más a quien menos tenga. Afiliarse a una corriente ideológica tiene motivaciones diferentes según esta sea de derecha o de izquierda. En un régimen capitalista de derecha seguir una línea de izquierda exige mayor grado de pensamiento crítico, es más riesgoso, reduce las posibilidades de sobrevivencias y de oportunidades; se es izquierdista por convicción intelectual, por altruismo, por la búsqueda de soluciones alternas. A la derecha se llega por herencia familiar, por defensa de intereses y dependencia económica, por arribismo y distorsión cognitiva. 

Esta última categoría se le podría aplicar al presidente de la Corte Suprema de Justicia, Gerson Chaverra de quien dijo Petro es su contrario ideológico; no es entendible que alguien, con sus ancestros esclavos hace seis generaciones, asuma las posiciones de los esclavistas. Podría decirse, guardando las proporciones, que Chaverra es a la CSJ lo que Miguel Polo es al C.D. Otra diferencia fundamental entre la izquierda y la derecha es que la primera es centrífuga, expande el Estado para que llegue a todos; la segunda es centrípeta y reduce el tamaño del Estado para quedarse solos con su manejo y que sea el mercado el árbitro de todas las políticas. Según esta tendencia ideológica, el Estado solo debería quedarse con el aparato represivo porque hasta la justicia quieren privatizar comenzando con las cárceles, que solo son posibles por la descomposición de las sociedades; el concepto de cárcel surge a partir de la edad media, cuando se consolidan las monarquías. 

Además, mientras la izquierda propende por la paz, la derecha fomenta las guerras, la industria que más dinero mueve en el mundo y, como diría el filósofo Fico, plata es plata. La derecha cree que la fuerza laboral es una mercancía, la izquierda cree que son seres humanos; la derecha promueve el individualismo y la izquierda la sociedad. Ser izquierdista, no implica ser de alpargatas; Marx, Engels, Lenin y Fidel Castro eran burgueses; ni Allende ni Pablo Neruda eran pordioseros. Eso sí, muchos harapientos piensan como derechistas; ¿Será que piensan? Intentar tomarse el poder sin ideologías es como disparar en la oscuridad. Esto le ha pasado al Pacto Histórico, un movimiento ensamblado con los inconformes de toda la geografía patria, que buscó una esperanza con Gustavo Petro porque creyó en él, en su vida de lucha y resiliencia y en sus propuestas, no porque tenga la suficiente claridad ideológica para mantenerse en el poder. Y, mientras con este se obtuvo una clara victoria, para gobernaciones, alcaldías y congreso la derrota fue aplastante con los mismos electores de Petro. Faltó coherencia y ésta solo la da la ideología. Conozco muchos supuestos jefes “petristas” que abandonaron nuestros candidatos aliándose con la derecha. Más, nuestra dirigencia tradicional sí sabe para donde va.

Por: Luis Napoleón de Armas P.

Columnista
27 noviembre, 2024

Sin claridad ideológica, una nación no puede avanzar

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Napoleón de Armas P.

Julián de Zubiría, un experto en el sector educación, ha reiterado que solo el 0.9 % de los estudiantes que presenta las pruebas de Estado, tiene pensamiento crítico.


Julián de Zubiría, un experto en el sector educación, ha reiterado que solo el 0.9 % de los estudiantes que presenta las pruebas de Estado, tiene pensamiento crítico. Esto es fatal porque muchos de esos futuros profesionales serán nuestros legisladores, jueces, dirigentes políticos y gremiales, científicos, contratistas, ministros y jefes de Estado. Nada podríamos esperar de esa pléyade. Carecer de esta condición filosófica impide ver por donde le baja el agua al molino. Hasta la justicia está ideologizada, cada grupo político quiere tener en las cortes a sus afines. 

El pensamiento crítico nos permite establecer la causalidad de todos los fenómenos e identificarlos para solucionarlos. Cada estructura ideológica tiene su propio diccionario y formas de ver y definir los problemas de una sociedad y cómo solucionarlos. En general, estas soluciones son diferentes y dicotómicas, sí o no. La ideología es la ciencia de las ideas según la etimología; todo nace con una idea: un proyecto de inversión o político, una ley, cualquier propuesta. P. ej., los impuestos directos se originan en la izquierda, quién tenga más debe pagar más; el impuesto indirecto es de origen derechista, p.ej., el IVA que, proporcionalmente, castiga más a quien menos tenga. Afiliarse a una corriente ideológica tiene motivaciones diferentes según esta sea de derecha o de izquierda. En un régimen capitalista de derecha seguir una línea de izquierda exige mayor grado de pensamiento crítico, es más riesgoso, reduce las posibilidades de sobrevivencias y de oportunidades; se es izquierdista por convicción intelectual, por altruismo, por la búsqueda de soluciones alternas. A la derecha se llega por herencia familiar, por defensa de intereses y dependencia económica, por arribismo y distorsión cognitiva. 

Esta última categoría se le podría aplicar al presidente de la Corte Suprema de Justicia, Gerson Chaverra de quien dijo Petro es su contrario ideológico; no es entendible que alguien, con sus ancestros esclavos hace seis generaciones, asuma las posiciones de los esclavistas. Podría decirse, guardando las proporciones, que Chaverra es a la CSJ lo que Miguel Polo es al C.D. Otra diferencia fundamental entre la izquierda y la derecha es que la primera es centrífuga, expande el Estado para que llegue a todos; la segunda es centrípeta y reduce el tamaño del Estado para quedarse solos con su manejo y que sea el mercado el árbitro de todas las políticas. Según esta tendencia ideológica, el Estado solo debería quedarse con el aparato represivo porque hasta la justicia quieren privatizar comenzando con las cárceles, que solo son posibles por la descomposición de las sociedades; el concepto de cárcel surge a partir de la edad media, cuando se consolidan las monarquías. 

Además, mientras la izquierda propende por la paz, la derecha fomenta las guerras, la industria que más dinero mueve en el mundo y, como diría el filósofo Fico, plata es plata. La derecha cree que la fuerza laboral es una mercancía, la izquierda cree que son seres humanos; la derecha promueve el individualismo y la izquierda la sociedad. Ser izquierdista, no implica ser de alpargatas; Marx, Engels, Lenin y Fidel Castro eran burgueses; ni Allende ni Pablo Neruda eran pordioseros. Eso sí, muchos harapientos piensan como derechistas; ¿Será que piensan? Intentar tomarse el poder sin ideologías es como disparar en la oscuridad. Esto le ha pasado al Pacto Histórico, un movimiento ensamblado con los inconformes de toda la geografía patria, que buscó una esperanza con Gustavo Petro porque creyó en él, en su vida de lucha y resiliencia y en sus propuestas, no porque tenga la suficiente claridad ideológica para mantenerse en el poder. Y, mientras con este se obtuvo una clara victoria, para gobernaciones, alcaldías y congreso la derrota fue aplastante con los mismos electores de Petro. Faltó coherencia y ésta solo la da la ideología. Conozco muchos supuestos jefes “petristas” que abandonaron nuestros candidatos aliándose con la derecha. Más, nuestra dirigencia tradicional sí sabe para donde va.

Por: Luis Napoleón de Armas P.