De pura vaina a Nacho Vives no se le ocurrió meter a La Paz en el Departamento de La Guajira, para que los límites los determinara el río Cesar con el futuro Departamento del Cesar; eso no ocurrió para fortuna de los pacíficos y el antiguo Magdalena quedó beneficiado con ese municipio rico y próspero.
De pura vaina a Nacho Vives no se le ocurrió meter a La Paz en el Departamento de La Guajira, para que los límites los determinara el río Cesar con el futuro Departamento del Cesar; eso no ocurrió para fortuna de los pacíficos y el antiguo Magdalena quedó beneficiado con ese municipio rico y próspero.
Cuando se adelantaba la campaña para la creación del Cesar, con José Antonio Murgas a la cabeza, me contó Benjamín Costa que por fin la Asamblea del Magdalena había accedido a nuestras pretensiones, pero con la condición de que no nos metiéramos con El Banco y Plato y nos trajéramos a los “wichos”, o sea los municipios del sur del Cesar, que era una región completamente olvidada por Santa Marta compuesta por Pailitas, Pelaya, La Gloria, Tamalameque, Gamarra, San Alberto, San Martín, Río de Oro, González y Aguachica y así nació el Cesar con Valledupar como flamante capital y Codazzi como la más prospera zona algodonera del país bautizada como la ‘capital del oro blanco’ de Colombia. Aguachica a pesar de ser un pueblo, el más grande del olvidado sur, era el líder de la región y comenzó para ellos, aunque no lo reconozcan, una nueva vida de progreso y esplendor, pues desde aquí se atendían con las mismas garantías y prerrogativas que los municipios del centro, norte y occidente.
Así paralelo al desarrollo y crecimiento de la capital, también crecía Aguachica y terminó desplazando a Codazzi y se convirtió en la segunda ciudad del departamento con representación permanente en el Congreso, la Asamblea, Secretaría del Despacho, amén de otras posiciones importantes como gerentes y directores de Institutos y otros entes nacionales e igual cosa pasaba con los otros municipios sureños, hasta los más lejanos y queridos González y Río de Oro, que lograron acceder a altas posiciones burocráticas, de nombramiento o elección popular que en el Magdalena jamás las hubieran tenido y así los hemos visto en el Congreso, en la Asamblea y en todas partes que han brillado por su lucidez intelectual.
Hoy con las alas largas creen que ya pueden volar más alto, no sé si estarán equivocados y quieren irse a buscar mejores horizontes creando un nuevo Departamento, con nombre equivocado, porque ellos de Caribe no tienen nada, ellos son “wichos puros”. Esta idea la lidera Aguachica que pretende ser su capital y están en todo su derecho, el que se quiera ir que se vaya, pero que cambien el estribillo de que se van porque están huérfanos de poder y atenciones, porque los municipios del centro y el norte junto con Valledupar lo absorben todo y a ellos solo le llegan las migajas y sobras. Eso se llama ingratitud, porque todo se ha compartido con ellos hasta los recursos minerales con que fueron premiados por la naturaleza los pueblos del centro especialmente, que generosamente fueron compartidos con ellos y si no vayan y vean pueblos bonitos y en desarrollo como Río de Oro, González, San Alberto y todos los demás para no hablar de Aguachica que con el apoyo de todos está convertida en una ciudad pujante, que si algo le falta no es por culpa del gobierno departamental, sino por la desidia de los pésimos alcaldes que ha tenido que ni siquiera han dado para construir un acueducto que les lleve agua potable.
De malas Aguachica, que cuando eligieron un alcalde que se vislumbraba como un verdadero líder y empresario, Víctor Roqueme Quiñonez, en forma sorpresiva e inesperada la Parca se lo llevó.
En todo caso el que quiera irse que se vaya, tiene todo el derecho de buscar mejores horizontes, ojalá no se equivoquen, no me alegra pero tampoco me entristece, pero sí me duele desprenderme de tantos amigos con quien no volveré a departir en política y reuniones fraternales inolvidables.
Por: José Manuel Aponte Martínez.
De pura vaina a Nacho Vives no se le ocurrió meter a La Paz en el Departamento de La Guajira, para que los límites los determinara el río Cesar con el futuro Departamento del Cesar; eso no ocurrió para fortuna de los pacíficos y el antiguo Magdalena quedó beneficiado con ese municipio rico y próspero.
De pura vaina a Nacho Vives no se le ocurrió meter a La Paz en el Departamento de La Guajira, para que los límites los determinara el río Cesar con el futuro Departamento del Cesar; eso no ocurrió para fortuna de los pacíficos y el antiguo Magdalena quedó beneficiado con ese municipio rico y próspero.
Cuando se adelantaba la campaña para la creación del Cesar, con José Antonio Murgas a la cabeza, me contó Benjamín Costa que por fin la Asamblea del Magdalena había accedido a nuestras pretensiones, pero con la condición de que no nos metiéramos con El Banco y Plato y nos trajéramos a los “wichos”, o sea los municipios del sur del Cesar, que era una región completamente olvidada por Santa Marta compuesta por Pailitas, Pelaya, La Gloria, Tamalameque, Gamarra, San Alberto, San Martín, Río de Oro, González y Aguachica y así nació el Cesar con Valledupar como flamante capital y Codazzi como la más prospera zona algodonera del país bautizada como la ‘capital del oro blanco’ de Colombia. Aguachica a pesar de ser un pueblo, el más grande del olvidado sur, era el líder de la región y comenzó para ellos, aunque no lo reconozcan, una nueva vida de progreso y esplendor, pues desde aquí se atendían con las mismas garantías y prerrogativas que los municipios del centro, norte y occidente.
Así paralelo al desarrollo y crecimiento de la capital, también crecía Aguachica y terminó desplazando a Codazzi y se convirtió en la segunda ciudad del departamento con representación permanente en el Congreso, la Asamblea, Secretaría del Despacho, amén de otras posiciones importantes como gerentes y directores de Institutos y otros entes nacionales e igual cosa pasaba con los otros municipios sureños, hasta los más lejanos y queridos González y Río de Oro, que lograron acceder a altas posiciones burocráticas, de nombramiento o elección popular que en el Magdalena jamás las hubieran tenido y así los hemos visto en el Congreso, en la Asamblea y en todas partes que han brillado por su lucidez intelectual.
Hoy con las alas largas creen que ya pueden volar más alto, no sé si estarán equivocados y quieren irse a buscar mejores horizontes creando un nuevo Departamento, con nombre equivocado, porque ellos de Caribe no tienen nada, ellos son “wichos puros”. Esta idea la lidera Aguachica que pretende ser su capital y están en todo su derecho, el que se quiera ir que se vaya, pero que cambien el estribillo de que se van porque están huérfanos de poder y atenciones, porque los municipios del centro y el norte junto con Valledupar lo absorben todo y a ellos solo le llegan las migajas y sobras. Eso se llama ingratitud, porque todo se ha compartido con ellos hasta los recursos minerales con que fueron premiados por la naturaleza los pueblos del centro especialmente, que generosamente fueron compartidos con ellos y si no vayan y vean pueblos bonitos y en desarrollo como Río de Oro, González, San Alberto y todos los demás para no hablar de Aguachica que con el apoyo de todos está convertida en una ciudad pujante, que si algo le falta no es por culpa del gobierno departamental, sino por la desidia de los pésimos alcaldes que ha tenido que ni siquiera han dado para construir un acueducto que les lleve agua potable.
De malas Aguachica, que cuando eligieron un alcalde que se vislumbraba como un verdadero líder y empresario, Víctor Roqueme Quiñonez, en forma sorpresiva e inesperada la Parca se lo llevó.
En todo caso el que quiera irse que se vaya, tiene todo el derecho de buscar mejores horizontes, ojalá no se equivoquen, no me alegra pero tampoco me entristece, pero sí me duele desprenderme de tantos amigos con quien no volveré a departir en política y reuniones fraternales inolvidables.
Por: José Manuel Aponte Martínez.