Como resultado de la fuerte creciente que presenta el río Magdalena, desde comienzos de la semana anterior, las autoridades de las zonas ribereñas determinaron que la alerta persistirá hasta que las aguas desciendan en su totalidad de las poblaciones que se encuentran en inminente peligro. Se logró establecer que el ascenso de las aguas que […]
Como resultado de la fuerte creciente que presenta el río Magdalena, desde comienzos de la semana anterior, las autoridades de las zonas ribereñas determinaron que la alerta persistirá hasta que las aguas desciendan en su totalidad de las poblaciones que se encuentran en inminente peligro.
Se logró establecer que el ascenso de las aguas que también amenazan más de 3 mil hectáreas de cultivos de la región, es notoria luego de que los organismos de socorro realizaran recorridos por las zonas más críticas.
En consecuencia, desde el fin de semana anterior, los comités locales de emergencia dijeron que el alto caudal de los Ríos Magdalena y Lebrija, aumentaron considerablemente, mientras que por otro lado las lluvias se han convertido en otra amenaza para los pobladores de las regiones bajas.
Las familias que se encuentran en sitios de alto riesgo, manifestaron su preocupación por el inminente peligro y a la vez recordaron al Comité de Atención y Prevención de Desastres del Cesar, la realización de visitas constantes a las poblaciones que se encuentran en peligro de anegarse.
Los integrantes de los comités locales de emergencia de los municipios de Gamarra, La Gloria y Tamalameque, que sufren problemas con las inundaciones, entregaron ayer un nuevo informe con el propósito de dar a conocer cuáles son las zonas que soportaron las peores consecuencias por los desbordamientos de los ríos Magdalena y Lebrija.
La desesperación que viven las familias que se encuentran con sus viviendas inundadas por la fuerte arremetida del río Magdalena es preocupante, ya que los sitios de albergues temporales aún no han sido adecuados.
El comercio se encuentra en alerta, de igual forma, ya que el año pasado se paralizó porque todos los negocios se anegaron, mientras que los agricultores y ganaderos arrojaron pérdidas incalculables porque cientos reses han sido llevadas por las aguas del Magdalena y más de 850 hectáreas de cultivos de pan coger están perdidas.
Como resultado de la fuerte creciente que presenta el río Magdalena, desde comienzos de la semana anterior, las autoridades de las zonas ribereñas determinaron que la alerta persistirá hasta que las aguas desciendan en su totalidad de las poblaciones que se encuentran en inminente peligro. Se logró establecer que el ascenso de las aguas que […]
Como resultado de la fuerte creciente que presenta el río Magdalena, desde comienzos de la semana anterior, las autoridades de las zonas ribereñas determinaron que la alerta persistirá hasta que las aguas desciendan en su totalidad de las poblaciones que se encuentran en inminente peligro.
Se logró establecer que el ascenso de las aguas que también amenazan más de 3 mil hectáreas de cultivos de la región, es notoria luego de que los organismos de socorro realizaran recorridos por las zonas más críticas.
En consecuencia, desde el fin de semana anterior, los comités locales de emergencia dijeron que el alto caudal de los Ríos Magdalena y Lebrija, aumentaron considerablemente, mientras que por otro lado las lluvias se han convertido en otra amenaza para los pobladores de las regiones bajas.
Las familias que se encuentran en sitios de alto riesgo, manifestaron su preocupación por el inminente peligro y a la vez recordaron al Comité de Atención y Prevención de Desastres del Cesar, la realización de visitas constantes a las poblaciones que se encuentran en peligro de anegarse.
Los integrantes de los comités locales de emergencia de los municipios de Gamarra, La Gloria y Tamalameque, que sufren problemas con las inundaciones, entregaron ayer un nuevo informe con el propósito de dar a conocer cuáles son las zonas que soportaron las peores consecuencias por los desbordamientos de los ríos Magdalena y Lebrija.
La desesperación que viven las familias que se encuentran con sus viviendas inundadas por la fuerte arremetida del río Magdalena es preocupante, ya que los sitios de albergues temporales aún no han sido adecuados.
El comercio se encuentra en alerta, de igual forma, ya que el año pasado se paralizó porque todos los negocios se anegaron, mientras que los agricultores y ganaderos arrojaron pérdidas incalculables porque cientos reses han sido llevadas por las aguas del Magdalena y más de 850 hectáreas de cultivos de pan coger están perdidas.