La vida nos pone muchos caminos y nosotros a veces nos perdemos por algunos de ellos, luego retomamos el que queremos y dejamos otros.
La vida nos pone muchos caminos y nosotros a veces nos perdemos por algunos de ellos, luego retomamos el que queremos y dejamos otros. Yo mismo pude ser un verseador, un compositor o un cantante vallenato con algún reconocimiento, también pude ser un locutor o un maestro de escuela. Sin embargo, terminé siendo un abogado que de vez en cuando ejerce sus profesiones del alma.
Hay un comunicador social en Valledupar que nació en el corregimiento de La Peña, ubicado en San Juan del Cesar, La Guajira, que fue maletero y lustrabotas en el aeropuerto de Valledupar y cuando uno conversa con él se da cuenta que añora recorrer también algunos caminos por los que quiso andar y luego se decidió transitar otro sendero, pero no por ello, los demás han perdido su cariño. Ese guajiro se llama Luis Joaquín Mendoza Sierra.
Hoy son pocos los amigos de “Lucho” Mendoza, como cariñosamente le decimos algunos, que lo recuerdan como buen compositor y como ágil repentista que se atrevía a versear en cualquier tarima de festivales con los más connotados músicos de la época. ¿Cuál sería la causa para que el reconocido periodista, escritor y hoy con una maestría en Ciencia Política no se quedara siendo uno de nuestros buenos compositores o verseadores?
Conversando con Mendoza Sierra uno le nota la emoción cuando afirma que él se pudo dar el lujo de ser finalista el mismo año (1989) en el Festival de la Leyenda Vallenata tanto en piqueria como en la canción inédita, debe ser un récord subir a la tarima Francisco El Hombre en la final de dos categorías distintas. También le brillan los ojos cuando cuenta que se ganó el Festival de Compositores de San Juan del Cesar y el segundo lugar lo ocupó nada menos que Hernando Marín Lacouture.
Allí es cuando uno se pregunta si valió la pena que Luis Mendoza Sierra se haya inclinado por el camino del estudio y del rigor en las ciencias para llegar a ser el profesional de hoy en día o nos perdimos de tener un compositor y un verseador nato de aquellos que perduran en la memoria de los pueblos.
Me cuentan que como compositor ganó en varios festivales, entre otros el de Los Haticos, el del Fique de la Junta y el de La Patilla en su pueblo natal La Peña; que le han grabado canciones artistas de trayectoria como Alci Acosta y Rafael Ricardo, Alfredo Gutiérrez, Los Hermanos Meriño entre otros.
Me imagino que ahora cuando Mendoza está en una parranda ya nadie le pide que cante una de sus canciones o que se trence en una piquería con algún verseador, sino más bien es de aquellos que se dedica a conversar de política y de las cosas trascendentales del país, del departamento y del municipio; mientras sus colegas y compañeros de su frustrada profesión se divierten de lo lindo haciendo lo que Lucho hizo alguna vez, pero decidió tomar otro camino. Esa es la vida, como una intersección vial laberíntica llena de posibilidades y por el libre albedrío tomamos un camino.
COLOFÓN: Me agrada bastante el nuevo trabajo musical de Elder Dayan y Lucas Dangond, aún no me lo he podido disfrutar como quisiera, pero me gustó que Elder haya cantado en tonos altos, le noto más confianza y seguridad, el repertorio está incluyente y fantástico, prometo que en mi próxima columna analizaré el trabajo musical con más detalle. Aunque me hubiese gustado que el lanzamiento se hiciera en Valledupar.
Por: Jorge Nain Ruiz Ditta.
La vida nos pone muchos caminos y nosotros a veces nos perdemos por algunos de ellos, luego retomamos el que queremos y dejamos otros.
La vida nos pone muchos caminos y nosotros a veces nos perdemos por algunos de ellos, luego retomamos el que queremos y dejamos otros. Yo mismo pude ser un verseador, un compositor o un cantante vallenato con algún reconocimiento, también pude ser un locutor o un maestro de escuela. Sin embargo, terminé siendo un abogado que de vez en cuando ejerce sus profesiones del alma.
Hay un comunicador social en Valledupar que nació en el corregimiento de La Peña, ubicado en San Juan del Cesar, La Guajira, que fue maletero y lustrabotas en el aeropuerto de Valledupar y cuando uno conversa con él se da cuenta que añora recorrer también algunos caminos por los que quiso andar y luego se decidió transitar otro sendero, pero no por ello, los demás han perdido su cariño. Ese guajiro se llama Luis Joaquín Mendoza Sierra.
Hoy son pocos los amigos de “Lucho” Mendoza, como cariñosamente le decimos algunos, que lo recuerdan como buen compositor y como ágil repentista que se atrevía a versear en cualquier tarima de festivales con los más connotados músicos de la época. ¿Cuál sería la causa para que el reconocido periodista, escritor y hoy con una maestría en Ciencia Política no se quedara siendo uno de nuestros buenos compositores o verseadores?
Conversando con Mendoza Sierra uno le nota la emoción cuando afirma que él se pudo dar el lujo de ser finalista el mismo año (1989) en el Festival de la Leyenda Vallenata tanto en piqueria como en la canción inédita, debe ser un récord subir a la tarima Francisco El Hombre en la final de dos categorías distintas. También le brillan los ojos cuando cuenta que se ganó el Festival de Compositores de San Juan del Cesar y el segundo lugar lo ocupó nada menos que Hernando Marín Lacouture.
Allí es cuando uno se pregunta si valió la pena que Luis Mendoza Sierra se haya inclinado por el camino del estudio y del rigor en las ciencias para llegar a ser el profesional de hoy en día o nos perdimos de tener un compositor y un verseador nato de aquellos que perduran en la memoria de los pueblos.
Me cuentan que como compositor ganó en varios festivales, entre otros el de Los Haticos, el del Fique de la Junta y el de La Patilla en su pueblo natal La Peña; que le han grabado canciones artistas de trayectoria como Alci Acosta y Rafael Ricardo, Alfredo Gutiérrez, Los Hermanos Meriño entre otros.
Me imagino que ahora cuando Mendoza está en una parranda ya nadie le pide que cante una de sus canciones o que se trence en una piquería con algún verseador, sino más bien es de aquellos que se dedica a conversar de política y de las cosas trascendentales del país, del departamento y del municipio; mientras sus colegas y compañeros de su frustrada profesión se divierten de lo lindo haciendo lo que Lucho hizo alguna vez, pero decidió tomar otro camino. Esa es la vida, como una intersección vial laberíntica llena de posibilidades y por el libre albedrío tomamos un camino.
COLOFÓN: Me agrada bastante el nuevo trabajo musical de Elder Dayan y Lucas Dangond, aún no me lo he podido disfrutar como quisiera, pero me gustó que Elder haya cantado en tonos altos, le noto más confianza y seguridad, el repertorio está incluyente y fantástico, prometo que en mi próxima columna analizaré el trabajo musical con más detalle. Aunque me hubiese gustado que el lanzamiento se hiciera en Valledupar.
Por: Jorge Nain Ruiz Ditta.