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Columnista - 23 septiembre, 2024

Como se abrazan las banderas

Suecia, Estados Unidos y Francia, observaba con grande emoción, cómo se unían sus banderas para celebrar los tres primeros lugares luego de batir en nuevo récord mundial en el salto con garrocha que ganara el sueco Armand Duplantis mediante fenomenal hazaña de una marca final de 6,25 metros.

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El mundo debería ser un solo campus deportivo para tener la oportunidad de abrazar las banderas de todos los países que lo conforman y el afecto y la solidaridad se transmitan en cada actuación, bajo el peso de las marcas logradas por cada una de los individuos que participan en representación de la dignidad y del esfuerzo, únicas muestras de poder dominante base de una cultura.

Suecia, Estados Unidos y Francia, observaba con grande emoción, cómo se unían sus banderas para celebrar los tres primeros lugares luego de batir en nuevo récord mundial en el salto con garrocha que ganara el sueco Armand Duplantis mediante fenomenal hazaña de una marca final de 6,25 metros.

En 2020 y con tan solo 21 años, Armand Duplantis, es un atleta que pasó a la historia en el momento en el que superó el entonces récord del mundo de salto con garrocha que ostentaba desde 2014 el francés Renaud Lavillenie.

Ojalá que los países rebeldes, esos que han vivido siempre de la confrontación y del odio que transmiten como epidemia maldita para desestabilizar la tranquilidad social, política y económica, e impedir el desarrollo y progreso de la humanidad en pro de un futuro mejor, en vez de aversión y predisposición a lo social se dedicaran más al deporte, que es la única cultura inmediata que podría unir criterios, fomentar la fraternidad y propagar el respeto por la filosofía de la vida en cada una de las regiones, y así el mundo pueda tener una sola bandera con múltiples colores que matizan el pensamiento particular y con sentimientos profundos poder abrazar cualquier color de ella como si fuera el propio.

El deporte y la política ofrecen contrastes marcados en cómo pueden unir o dividir a la humanidad. El deporte tiene un poder natural para unir a personas de diversas culturas, credos y nacionalidades. Eventos como los Juegos Olímpicos o la Copa Mundial de Fútbol y otros, reúnen a millones de personas, fomentando un sentido de fraternidad y respeto mutuo a través de la competencia sana. Los deportistas, a menudo, se convierten en modelos o símbolos de unidad y esperanza, trascendiendo barreras políticas y sociales.

En cambio, el mundo político a menudo se caracteriza por divisiones profundas y conflictos de intereses. Las ideologías, los partidos políticos y las luchas por el poder frecuentemente aumentan las diferencias, llevando a confrontaciones y desacuerdos tanto a nivel nacional como internacional.

La paz, la guerra y el deporte representan diferentes aspectos de la interacción humana y sus dinámicas sociales. La paz simboliza la armonía y la cooperación entre individuos y naciones, promoviendo el bienestar común y el desarrollo. En tiempos de paz, las sociedades florecen, se fomentan los derechos humanos y se busca resolver los conflictos mediante el diálogo y la diplomacia.

La guerra, en contraste, es la manifestación extrema del conflicto y la violencia. Representa la ruptura de relaciones, donde las disputas se resuelven a través de la fuerza y la destrucción. Las guerras dejan desolación y cicatrices profundas en las sociedades, generando pérdidas de toda clase. La violencia y el sufrimiento asociados con la guerra subrayan la importancia de buscar soluciones pacíficas a los conflictos.

El deporte, por otro lado, puede ser visto como un medio que encierra tanto elementos de competencia como de cooperación. A través del deporte, se canaliza la rivalidad en un entorno controlado y respetuoso ya que los eventos deportivos promueven la paz y la comprensión entre diferentes culturas y naciones, ofreciendo un terreno común donde la competencia se desarrolla bajo reglas justas y compartidas.

Mientras que la guerra divide y destruye, y la paz construye y unifica, el deporte actúa como un puente que permite la rivalidad saludable y el entendimiento mutuo, fomentando la coexistencia pacífica a través de la competencia respetuosa.

“Si no se pierde, no se puede disfrutar de la victoria”. Para disfrutar de la victoria hay que haber aprendido de las derrotas y bajo un sólido abrazo al contendor entender lo que es la solidaridad.

Solo las mentes sanas creen en lo posible, por ello nunca desafían a lo imposible para no maltratar su cuerpo y su alma. Aquí reside la inteligencia emocional, nueva materia para enseñar al mundo político, único sistema que después del deporte, con sensatez intrínseca, podría implantar la paz universal.

Por: Fausto Cotes N.

Columnista
23 septiembre, 2024

Como se abrazan las banderas

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Fausto Cotes

Suecia, Estados Unidos y Francia, observaba con grande emoción, cómo se unían sus banderas para celebrar los tres primeros lugares luego de batir en nuevo récord mundial en el salto con garrocha que ganara el sueco Armand Duplantis mediante fenomenal hazaña de una marca final de 6,25 metros.


El mundo debería ser un solo campus deportivo para tener la oportunidad de abrazar las banderas de todos los países que lo conforman y el afecto y la solidaridad se transmitan en cada actuación, bajo el peso de las marcas logradas por cada una de los individuos que participan en representación de la dignidad y del esfuerzo, únicas muestras de poder dominante base de una cultura.

Suecia, Estados Unidos y Francia, observaba con grande emoción, cómo se unían sus banderas para celebrar los tres primeros lugares luego de batir en nuevo récord mundial en el salto con garrocha que ganara el sueco Armand Duplantis mediante fenomenal hazaña de una marca final de 6,25 metros.

En 2020 y con tan solo 21 años, Armand Duplantis, es un atleta que pasó a la historia en el momento en el que superó el entonces récord del mundo de salto con garrocha que ostentaba desde 2014 el francés Renaud Lavillenie.

Ojalá que los países rebeldes, esos que han vivido siempre de la confrontación y del odio que transmiten como epidemia maldita para desestabilizar la tranquilidad social, política y económica, e impedir el desarrollo y progreso de la humanidad en pro de un futuro mejor, en vez de aversión y predisposición a lo social se dedicaran más al deporte, que es la única cultura inmediata que podría unir criterios, fomentar la fraternidad y propagar el respeto por la filosofía de la vida en cada una de las regiones, y así el mundo pueda tener una sola bandera con múltiples colores que matizan el pensamiento particular y con sentimientos profundos poder abrazar cualquier color de ella como si fuera el propio.

El deporte y la política ofrecen contrastes marcados en cómo pueden unir o dividir a la humanidad. El deporte tiene un poder natural para unir a personas de diversas culturas, credos y nacionalidades. Eventos como los Juegos Olímpicos o la Copa Mundial de Fútbol y otros, reúnen a millones de personas, fomentando un sentido de fraternidad y respeto mutuo a través de la competencia sana. Los deportistas, a menudo, se convierten en modelos o símbolos de unidad y esperanza, trascendiendo barreras políticas y sociales.

En cambio, el mundo político a menudo se caracteriza por divisiones profundas y conflictos de intereses. Las ideologías, los partidos políticos y las luchas por el poder frecuentemente aumentan las diferencias, llevando a confrontaciones y desacuerdos tanto a nivel nacional como internacional.

La paz, la guerra y el deporte representan diferentes aspectos de la interacción humana y sus dinámicas sociales. La paz simboliza la armonía y la cooperación entre individuos y naciones, promoviendo el bienestar común y el desarrollo. En tiempos de paz, las sociedades florecen, se fomentan los derechos humanos y se busca resolver los conflictos mediante el diálogo y la diplomacia.

La guerra, en contraste, es la manifestación extrema del conflicto y la violencia. Representa la ruptura de relaciones, donde las disputas se resuelven a través de la fuerza y la destrucción. Las guerras dejan desolación y cicatrices profundas en las sociedades, generando pérdidas de toda clase. La violencia y el sufrimiento asociados con la guerra subrayan la importancia de buscar soluciones pacíficas a los conflictos.

El deporte, por otro lado, puede ser visto como un medio que encierra tanto elementos de competencia como de cooperación. A través del deporte, se canaliza la rivalidad en un entorno controlado y respetuoso ya que los eventos deportivos promueven la paz y la comprensión entre diferentes culturas y naciones, ofreciendo un terreno común donde la competencia se desarrolla bajo reglas justas y compartidas.

Mientras que la guerra divide y destruye, y la paz construye y unifica, el deporte actúa como un puente que permite la rivalidad saludable y el entendimiento mutuo, fomentando la coexistencia pacífica a través de la competencia respetuosa.

“Si no se pierde, no se puede disfrutar de la victoria”. Para disfrutar de la victoria hay que haber aprendido de las derrotas y bajo un sólido abrazo al contendor entender lo que es la solidaridad.

Solo las mentes sanas creen en lo posible, por ello nunca desafían a lo imposible para no maltratar su cuerpo y su alma. Aquí reside la inteligencia emocional, nueva materia para enseñar al mundo político, único sistema que después del deporte, con sensatez intrínseca, podría implantar la paz universal.

Por: Fausto Cotes N.