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Sin categoría - 14 septiembre, 2024

El gran Toño

Todavía estoy esperando la contestación a la comunicación que hace meses le dirigí a la gobernadora y al presidente de la Asamblea, donde les solicitaba que se le rindiera ese merecido homenaje al doctor José Antonio Murgas, el Gran Toño.

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En esta columna que publico hace más de 25 años, primero los días lunes y después del 15 de Noviembre del 2006, cuando falleció el aguerrido, inolvidable e insustituible jefe conservador Manuel Germán Cuello Gutiérrez, solicité reemplazarlos los viernes, honor que fue concedido hasta el día de hoy y en ella he adelantado muchas cosas donde he sido exitoso, en otras no he logrado nada, pero hay una donde he sido derrotado muchas veces y son muchos los gobernadores y diputados que olímpicamente han ignorado este clamor.

¡Qué horror!, qué bellacada, qué indolencia e indiferencia con el Gran Toño. Cuál Toño se preguntarán: Toño Baute, mi gran amigo, el legendario Toño Pistola, Toño Villero, villanuevero que dejó gratos recuerdos o el famoso gastroenterólogo Toño Fernández o el también famoso y próspero urbanizador Toño Maya, o será Toño Salas, buen acordeonero, compositor e inigualable verseador que con Leandro Díaz de cantante dejaron tantos recuerdos o mi sobrino Toño Olmos, arquitecto residenciado en España, donde con María Pastor su bella esposa natural de la Península, ya tienen dos hermosos niños: David y Sara o mi tío fallecido Toño Aponte y el más importante de los Toños, mi tío Toño López que, cada vez que nos encontrábamos, “argo” —como decía él— me daba; en fin son tantos los Toños sin incluir al famoso abogado sandiegano Toño Araújo, que se me olvidaba. 

Al Toño al que me refiero es el papá de los Toños, a quien ya van a saber quién es, y lo van a saber por sus grandes ejecutorias en el transcurso de lo que fue su larga vida, sólo le faltó ser presidente, pues como dirigente estudiantil al lado de Crispín Villazón de Armas, casi, casi, cae bajo las balas asesinas de Gustavo Rojas Pinilla, pero su más grande logro fue ser el gestor, creador y financiador de la costosa campaña que se adelantó y culminó con la creación de este próspero departamento, aún con la oposición férrea de uno de los más importantes, sino el más importante de este hecho histórico, el doctor Pedro Castro Monsalvo. 

Me refiero al doctor José Antonio Murgas Aponte, al inigualable y siempre recordado Toño Murgas, el hijo de Perfecta y Pedro Nel y esposo de Lely, el que en vida no tuvo la satisfacción de ver erigido su busto en la Plazoleta de la Gobernación, porque tenían la excusa que mientras estuviera vivo no se podía, porque la ley lo prohibía; falleció y ahora nada, cuál será la razón para que la gobernadora Elvia Milena, sandiegana como él, y la Asamblea Departamental no le rindan ese justo homenaje.

De no ser posible, será que la familia podremos mandar hacerlo, pues solo cuesta $25.000.000 y nos dan permiso para instalarlo, no creo que nos lo nieguen, hasta ya no es posible. 

Todavía estoy esperando la contestación a la comunicación que hace meses le dirigí a la gobernadora y al presidente de la Asamblea, donde les solicitaba que se le rindiera ese merecido homenaje al doctor José Antonio Murgas, el Gran Toño.

Todas estas reflexiones se revivieron cuando el jueves asistí al justo homenaje brindado por la Gobernación a ese insigne compositor, amigo y muchas veces compañero de farra, Gustavo Gutiérrez Cabello, el hijo de Evaristo y Tota y hermano del inolvidable José Tobías.

Cada vez toma más actualidad para mí lo que sabiamente me decía en alguna oportunidad el doctor Armando Maestre Pavajeau: “José, no hemos hecho nada, no nos recordarán, pues no somos acordeoneros, cantante o compositor que es lo único que vale y reconocen en esta región”, tenía razón, Toño Murgas no era nada de eso, pero sí fue un prolífico escritor y poeta y, si EL PILÓN me lo permite, voy a tratar de conseguir sus poesías para publicarlas para ver si consigo con esto el busto que tanto se merece, ya no como dirigente gremial, político y agropecuario, sino como poeta y escritor.

Por: José Manuel Aponte Martínez.

Sin categoría
14 septiembre, 2024

El gran Toño

Todavía estoy esperando la contestación a la comunicación que hace meses le dirigí a la gobernadora y al presidente de la Asamblea, donde les solicitaba que se le rindiera ese merecido homenaje al doctor José Antonio Murgas, el Gran Toño.


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En esta columna que publico hace más de 25 años, primero los días lunes y después del 15 de Noviembre del 2006, cuando falleció el aguerrido, inolvidable e insustituible jefe conservador Manuel Germán Cuello Gutiérrez, solicité reemplazarlos los viernes, honor que fue concedido hasta el día de hoy y en ella he adelantado muchas cosas donde he sido exitoso, en otras no he logrado nada, pero hay una donde he sido derrotado muchas veces y son muchos los gobernadores y diputados que olímpicamente han ignorado este clamor.

¡Qué horror!, qué bellacada, qué indolencia e indiferencia con el Gran Toño. Cuál Toño se preguntarán: Toño Baute, mi gran amigo, el legendario Toño Pistola, Toño Villero, villanuevero que dejó gratos recuerdos o el famoso gastroenterólogo Toño Fernández o el también famoso y próspero urbanizador Toño Maya, o será Toño Salas, buen acordeonero, compositor e inigualable verseador que con Leandro Díaz de cantante dejaron tantos recuerdos o mi sobrino Toño Olmos, arquitecto residenciado en España, donde con María Pastor su bella esposa natural de la Península, ya tienen dos hermosos niños: David y Sara o mi tío fallecido Toño Aponte y el más importante de los Toños, mi tío Toño López que, cada vez que nos encontrábamos, “argo” —como decía él— me daba; en fin son tantos los Toños sin incluir al famoso abogado sandiegano Toño Araújo, que se me olvidaba. 

Al Toño al que me refiero es el papá de los Toños, a quien ya van a saber quién es, y lo van a saber por sus grandes ejecutorias en el transcurso de lo que fue su larga vida, sólo le faltó ser presidente, pues como dirigente estudiantil al lado de Crispín Villazón de Armas, casi, casi, cae bajo las balas asesinas de Gustavo Rojas Pinilla, pero su más grande logro fue ser el gestor, creador y financiador de la costosa campaña que se adelantó y culminó con la creación de este próspero departamento, aún con la oposición férrea de uno de los más importantes, sino el más importante de este hecho histórico, el doctor Pedro Castro Monsalvo. 

Me refiero al doctor José Antonio Murgas Aponte, al inigualable y siempre recordado Toño Murgas, el hijo de Perfecta y Pedro Nel y esposo de Lely, el que en vida no tuvo la satisfacción de ver erigido su busto en la Plazoleta de la Gobernación, porque tenían la excusa que mientras estuviera vivo no se podía, porque la ley lo prohibía; falleció y ahora nada, cuál será la razón para que la gobernadora Elvia Milena, sandiegana como él, y la Asamblea Departamental no le rindan ese justo homenaje.

De no ser posible, será que la familia podremos mandar hacerlo, pues solo cuesta $25.000.000 y nos dan permiso para instalarlo, no creo que nos lo nieguen, hasta ya no es posible. 

Todavía estoy esperando la contestación a la comunicación que hace meses le dirigí a la gobernadora y al presidente de la Asamblea, donde les solicitaba que se le rindiera ese merecido homenaje al doctor José Antonio Murgas, el Gran Toño.

Todas estas reflexiones se revivieron cuando el jueves asistí al justo homenaje brindado por la Gobernación a ese insigne compositor, amigo y muchas veces compañero de farra, Gustavo Gutiérrez Cabello, el hijo de Evaristo y Tota y hermano del inolvidable José Tobías.

Cada vez toma más actualidad para mí lo que sabiamente me decía en alguna oportunidad el doctor Armando Maestre Pavajeau: “José, no hemos hecho nada, no nos recordarán, pues no somos acordeoneros, cantante o compositor que es lo único que vale y reconocen en esta región”, tenía razón, Toño Murgas no era nada de eso, pero sí fue un prolífico escritor y poeta y, si EL PILÓN me lo permite, voy a tratar de conseguir sus poesías para publicarlas para ver si consigo con esto el busto que tanto se merece, ya no como dirigente gremial, político y agropecuario, sino como poeta y escritor.

Por: José Manuel Aponte Martínez.