El cantante mexicano José Alfredo Jiménez hace 70 años grabó una canción. ranchera que lleva por título “La vida no vale nada” y la resume en su primera frase con algo así como que venimos a este mundo llorando y llorando nos despedimos de ella
; es decir, nacemos para sufrir según el artista mexicano; pero entonces, si esto se pensaba apenas empezando el siglo XX donde se suponía que todo era mejor, el que describe Enrique Santos Discépolo en 1935 en su canción ‘Cambalache’ que remata diciendo “… el mundo fue y será una porquería ya lo sé, en el quinientos seis y en el dos mil también”; definitivamente auguraba que ya vivíamos en un lodazal de humanidad o que fue descomponiéndose hasta llegar a lo que tenemos hoy, los invito a buscar la canción y escucharla.
Yo no sé si ustedes han podido leer las muchas teorías sobre cómo llegamos a este mundo, hay una muy particular que habla que fuimos traídos de otro planeta al que después de saquear, quemar, destruir y contaminar a nuestros antepasados los plantaron en un paraíso (Jardín del Edén de la biblia hebrea) y milenios después empezamos a hacer exactamente lo mismo degenerando la raza misma desde que Caín mató a su hermano Abel hasta que JHV asqueado y cansado de tanta maldad los arrasa de la tierra con un diluvio, desde entonces, la muerte siempre ha sido usada como mecanismo de limpieza y purificación de este mundo, ojo, solo parafraseo lo que dicen las teorías como la del planeta Nibiru o también llamado X y las muchas que han aparecido a lo largo de la historia.
En otras interpretaciones de la biblia hebrea, más allá de lo religioso, muchos historiadores discuten sobre el hecho de si los descendientes de Abraham al estar por muchísimo tiempo esclavizados primero en Babilonia y luego en Egipto, los Babilonios adoraban a un dios carnívoro llamado Moloch o Baal y cuyos sacrificios incluían rituales de niños ofrecidos en un altar tipo holocausto y sacrificados como un becerro y el olor de la carne tierna en el asador deleitaba a esta deidad; tal parece que un sector de este pueblo que salió de Babilonia y Egipto siguió con esas prácticas tal como se puede leer literal en el episodio narrado en el libro de Éxodo cuando Moisés al bajar del monte con las tablillas de la ley encuentra al pueblo de Israel en una fiesta de adoración a una estatua de bronce donde el fuego era el principal elemento de dicho ritual, mismo que utilizaban para el dios Moloch y que es mencionado en la misma biblia en Levítico 18.21, Levítico 20, 2-5, 2 Reyes 16.3 y Deuteronomio 12.31 (Reina Valera 1960).
Algo muy diferente sucede después del silencio intertestamentario con la aparición del nuevo testamento, el lenguaje cambia a un mensaje de amor, de perdón, de paz y de reconciliación; de hecho, la manera como Jesús se refiere a su padre es totalmente diferente a como lo hacían los descendientes de Jacob, a su vez de Isaac y estos a su vez descendiente de Abraham; entonces ¿qué pasó entre la muerte de Malaquías y la aparición de Juan el Bautista? Los sacerdotes judíos que luego fueron aliados de Roma y líderes del pueblo judío ¿Fueron quienes nos heredaron las creencias que hoy nos rigen? Reconozco lo sensible y las molestias que pueden causar tocar estos temas en estos tiempos de fanatismo, pero no podemos soslayar el hecho que hoy la muerte violenta, infringir sufrimiento y dolor son rituales que se volvieron práctica habitual ¿No es algo contradictorio a las enseñanzas de Jesús? ¿Gobiernan los herederos de los Cananeos?
No en vano la forma como la gente desprecia su vida, la manera como trata a su prójimo, la multiplicación del odio, la desaparición de la sensibilidad humana, la adoración suprema a la codicia y la falsa abundancia conseguida con sangre y lágrimas y concebida como un acto natural, nos tienen a merced de charlatanes y mercaderes de la fe que biblia en mano van por el mundo justificando lo injustificable mientras su falsa adoración al Dios de la vida y del amor los convierte en realidad en adoradores de Moloch y de Baal, unos sin saberlo y otros muy conscientes de ello.
Por: Eloy Gutiérrez Anaya.
El cantante mexicano José Alfredo Jiménez hace 70 años grabó una canción. ranchera que lleva por título “La vida no vale nada” y la resume en su primera frase con algo así como que venimos a este mundo llorando y llorando nos despedimos de ella
; es decir, nacemos para sufrir según el artista mexicano; pero entonces, si esto se pensaba apenas empezando el siglo XX donde se suponía que todo era mejor, el que describe Enrique Santos Discépolo en 1935 en su canción ‘Cambalache’ que remata diciendo “… el mundo fue y será una porquería ya lo sé, en el quinientos seis y en el dos mil también”; definitivamente auguraba que ya vivíamos en un lodazal de humanidad o que fue descomponiéndose hasta llegar a lo que tenemos hoy, los invito a buscar la canción y escucharla.
Yo no sé si ustedes han podido leer las muchas teorías sobre cómo llegamos a este mundo, hay una muy particular que habla que fuimos traídos de otro planeta al que después de saquear, quemar, destruir y contaminar a nuestros antepasados los plantaron en un paraíso (Jardín del Edén de la biblia hebrea) y milenios después empezamos a hacer exactamente lo mismo degenerando la raza misma desde que Caín mató a su hermano Abel hasta que JHV asqueado y cansado de tanta maldad los arrasa de la tierra con un diluvio, desde entonces, la muerte siempre ha sido usada como mecanismo de limpieza y purificación de este mundo, ojo, solo parafraseo lo que dicen las teorías como la del planeta Nibiru o también llamado X y las muchas que han aparecido a lo largo de la historia.
En otras interpretaciones de la biblia hebrea, más allá de lo religioso, muchos historiadores discuten sobre el hecho de si los descendientes de Abraham al estar por muchísimo tiempo esclavizados primero en Babilonia y luego en Egipto, los Babilonios adoraban a un dios carnívoro llamado Moloch o Baal y cuyos sacrificios incluían rituales de niños ofrecidos en un altar tipo holocausto y sacrificados como un becerro y el olor de la carne tierna en el asador deleitaba a esta deidad; tal parece que un sector de este pueblo que salió de Babilonia y Egipto siguió con esas prácticas tal como se puede leer literal en el episodio narrado en el libro de Éxodo cuando Moisés al bajar del monte con las tablillas de la ley encuentra al pueblo de Israel en una fiesta de adoración a una estatua de bronce donde el fuego era el principal elemento de dicho ritual, mismo que utilizaban para el dios Moloch y que es mencionado en la misma biblia en Levítico 18.21, Levítico 20, 2-5, 2 Reyes 16.3 y Deuteronomio 12.31 (Reina Valera 1960).
Algo muy diferente sucede después del silencio intertestamentario con la aparición del nuevo testamento, el lenguaje cambia a un mensaje de amor, de perdón, de paz y de reconciliación; de hecho, la manera como Jesús se refiere a su padre es totalmente diferente a como lo hacían los descendientes de Jacob, a su vez de Isaac y estos a su vez descendiente de Abraham; entonces ¿qué pasó entre la muerte de Malaquías y la aparición de Juan el Bautista? Los sacerdotes judíos que luego fueron aliados de Roma y líderes del pueblo judío ¿Fueron quienes nos heredaron las creencias que hoy nos rigen? Reconozco lo sensible y las molestias que pueden causar tocar estos temas en estos tiempos de fanatismo, pero no podemos soslayar el hecho que hoy la muerte violenta, infringir sufrimiento y dolor son rituales que se volvieron práctica habitual ¿No es algo contradictorio a las enseñanzas de Jesús? ¿Gobiernan los herederos de los Cananeos?
No en vano la forma como la gente desprecia su vida, la manera como trata a su prójimo, la multiplicación del odio, la desaparición de la sensibilidad humana, la adoración suprema a la codicia y la falsa abundancia conseguida con sangre y lágrimas y concebida como un acto natural, nos tienen a merced de charlatanes y mercaderes de la fe que biblia en mano van por el mundo justificando lo injustificable mientras su falsa adoración al Dios de la vida y del amor los convierte en realidad en adoradores de Moloch y de Baal, unos sin saberlo y otros muy conscientes de ello.
Por: Eloy Gutiérrez Anaya.