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Columnista - 28 julio, 2024

Camino a un nuevo amanecer: la voz de un pueblo

Estas elecciones del 28 de julio son un punto de inflexión para Venezuela. La lucha de la oposición por la democracia es un ejemplo de valentía y compromiso que debe ser respaldado y apoyado.

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En el corazón de América Latina, Venezuela se encuentra en una encrucijada histórica. Las elecciones presidenciales del 28 de julio de 2024 representan una esperanza renovada para un país que ha soportado años de adversidad y represión. En este momento crucial, la oposición venezolana encarna la lucha incansable por recuperar la libertad y la dignidad de un pueblo oprimido.

Como alguien con una conexión profunda con Venezuela, un país que ha sido hogar para gran parte de mi familia y parte esencial de mi infancia, siento un vínculo especial con la lucha del pueblo venezolano por recuperar su libertad y dignidad. Desde la llegada del chavismo al poder, Venezuela ha experimentado un declive sin precedentes.

La crisis humanitaria ha forzado a millones de venezolanos a abandonar su país en busca de mejores condiciones de vida. Internamente, la nación ha enfrentado una devastadora escasez de alimentos y medicinas, junto con una inflación descontrolada que ha pulverizado el poder adquisitivo de los ciudadanos. Sin embargo, en medio de este panorama sombrío, la oposición ha mantenido viva la llama de la esperanza y la resistencia.

La candidatura de Edmundo González Urrutia simboliza este espíritu de lucha. A pesar de los numerosos obstáculos, como la inhabilitación de la candidata María Corina Machado y las agresiones sistemáticas contra los opositores, la oposición ha demostrado una inquebrantable determinación para defender la democracia y los derechos humanos en Venezuela. Esta perseverancia es admirable y merece el reconocimiento y el apoyo tanto dentro como fuera del país.

La cita electoral de este domingo no es solo una votación; es una oportunidad para que el pueblo venezolano recupere su voz y su poder. Es una chance para reescribir su historia y retomar el control de su destino. La comunidad internacional también observa con esperanza y expectativa, consciente de que un cambio en Venezuela podría significar una nueva era de estabilidad y prosperidad para toda la región.

Como bien señaló el ex presidente de Bolivia, Jorge Quiroga: “Es la oportunidad de devolverle la libertad a la tierra del Libertador”. Esta frase no solo resuena como un llamado a la acción, sino como una afirmación de la necesidad urgente de cambio. El pueblo venezolano merece vivir en un país donde la justicia, la equidad y la libertad no sean solo palabras, sino realidades tangibles.

Estas elecciones del 28 de julio son un punto de inflexión para Venezuela. La lucha de la oposición por la democracia es un ejemplo de valentía y compromiso que debe ser respaldado y apoyado. Es hora de que el momento de la oposición llegue, y con él, la esperanza de un futuro mejor para todos nuestros hermanos venezolanos, y volver sacarle frente a toda Latinoamérica.

Por Tatiana Barros

Columnista
28 julio, 2024

Camino a un nuevo amanecer: la voz de un pueblo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Tatiana Barros

Estas elecciones del 28 de julio son un punto de inflexión para Venezuela. La lucha de la oposición por la democracia es un ejemplo de valentía y compromiso que debe ser respaldado y apoyado.


En el corazón de América Latina, Venezuela se encuentra en una encrucijada histórica. Las elecciones presidenciales del 28 de julio de 2024 representan una esperanza renovada para un país que ha soportado años de adversidad y represión. En este momento crucial, la oposición venezolana encarna la lucha incansable por recuperar la libertad y la dignidad de un pueblo oprimido.

Como alguien con una conexión profunda con Venezuela, un país que ha sido hogar para gran parte de mi familia y parte esencial de mi infancia, siento un vínculo especial con la lucha del pueblo venezolano por recuperar su libertad y dignidad. Desde la llegada del chavismo al poder, Venezuela ha experimentado un declive sin precedentes.

La crisis humanitaria ha forzado a millones de venezolanos a abandonar su país en busca de mejores condiciones de vida. Internamente, la nación ha enfrentado una devastadora escasez de alimentos y medicinas, junto con una inflación descontrolada que ha pulverizado el poder adquisitivo de los ciudadanos. Sin embargo, en medio de este panorama sombrío, la oposición ha mantenido viva la llama de la esperanza y la resistencia.

La candidatura de Edmundo González Urrutia simboliza este espíritu de lucha. A pesar de los numerosos obstáculos, como la inhabilitación de la candidata María Corina Machado y las agresiones sistemáticas contra los opositores, la oposición ha demostrado una inquebrantable determinación para defender la democracia y los derechos humanos en Venezuela. Esta perseverancia es admirable y merece el reconocimiento y el apoyo tanto dentro como fuera del país.

La cita electoral de este domingo no es solo una votación; es una oportunidad para que el pueblo venezolano recupere su voz y su poder. Es una chance para reescribir su historia y retomar el control de su destino. La comunidad internacional también observa con esperanza y expectativa, consciente de que un cambio en Venezuela podría significar una nueva era de estabilidad y prosperidad para toda la región.

Como bien señaló el ex presidente de Bolivia, Jorge Quiroga: “Es la oportunidad de devolverle la libertad a la tierra del Libertador”. Esta frase no solo resuena como un llamado a la acción, sino como una afirmación de la necesidad urgente de cambio. El pueblo venezolano merece vivir en un país donde la justicia, la equidad y la libertad no sean solo palabras, sino realidades tangibles.

Estas elecciones del 28 de julio son un punto de inflexión para Venezuela. La lucha de la oposición por la democracia es un ejemplo de valentía y compromiso que debe ser respaldado y apoyado. Es hora de que el momento de la oposición llegue, y con él, la esperanza de un futuro mejor para todos nuestros hermanos venezolanos, y volver sacarle frente a toda Latinoamérica.

Por Tatiana Barros