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Columnista - 15 julio, 2024

Cinco niños yukpas muertos en el resguardo Iroka

   Cinco hermanos, entre los tres y quince años, de la comunidad indígena Yukpa, Serranía del Perijá en jurisdicción del municipio de Agustín Codazzi (Cesar), murieron después de ingerir alimentos envenenados con un plaguicida.

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   Cinco hermanos, entre los tres y quince años, de la comunidad indígena Yukpa, Serranía del Perijá en jurisdicción del municipio de Agustín Codazzi (Cesar), murieron después de ingerir alimentos envenenados con un plaguicida. La noticia trascendió a medios nacionales, como   Caracol y El Tiempo, después de que la Alcaldía, Personería, Defensoría del Pueblo y diarios regionales como EL PILÓN, dieron la voz de alarma ante la perceptible indiferencia de los entes de justicia para investigar las posibles causas de la muerte.

    Varias semanas después del hecho trágico, el entonces ministro del Interior, Luis Fernando Velasco Chaves, visitó el municipio de Codazzi, para escuchar testimonios y hacer anuncios de futuros compromisos del Gobierno con esa comunidad. Lo que dijo el ministro fue resumido por la periodista Daniela Mondragón en El Nuevo Liberal de Popayán (04/07/2024). El contenido ministerial es una retórica sobre tópicos inconcretos, como “promover y proteger sus costumbres ancestrales”, “celebrar el orgullo y la dignidad del pueblo Yukpa” (!!). Abstractos sí, ante la realidad dura y concreta que lo convocaba.

    Esta comunidad ha sido objeto de históricas expoliaciones, como el despojo de sus territorios en las zonas bajas de la Serranía del Perijá, y continuó con el cambio de identidad: de Motilones, descendientes de la familia Caribe, pasaron a “Yukpas”, como hoy se les llama. La carencia de tierras para sus cultivos los ha convertido en un pueblo nómada o en servidumbre de los nuevos dueños de las tierras. La Constitución del 91 los reconoció como minoría “sujeto de derecho”, y el Estado les asignó tierras que se constituyeron en resguardo. Tierras con un valor agregado: su precaria fertilidad.

    Esa tierra lo que hizo fue acrecentar la pobreza de la comunidad. En consecuencia, a muchos grupos familiares de yukpas se les ve deambular por los centros urbanos (Valledupar, Codazzi, Becerril…) en condición de mendicidad y discriminación (hace un año vi, en el marco de la Plaza de Bolívar en Codazzi, cómo una señora barría el pedacito de andén donde se protegían del calor del mediodía una pareja adulta y un niño). Esa es la situación actual de muchos yukpas.

    La prioridad del pueblo yukpa no es, entonces, “promover y preservar su identidad cultural”, ni celebrar el orgullo de nada. Su lucha, si es que tienen aliento, es porque se les reconozca un mínimo de dignidad. Y, si se necesita alguna evidencia para justificar la urgente implementación de la reforma agraria integral, ahí está, es la comunidad yukpa, en jurisdicción del municipio de Codazzi.

    Una reforma agraria que lleve a las comunidades, además de tierras fértiles, asistencia técnica, vías, salud y educación, servicios públicos básicos… Para salvar a los yukpas de una inminente extinción. Después ya se podrá hablar de lo demás: identidad cultural y preservación de sus usos y costumbres ancestrales… A la luz de los hechos actuales, ese debe ser el compromiso del Estado con el pueblo yukpa. Desde el firmamento, cinco luceros fungirán de testigos.    

Por Donaldo Mendoza.

Columnista
15 julio, 2024

Cinco niños yukpas muertos en el resguardo Iroka

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Donaldo Mendoza

   Cinco hermanos, entre los tres y quince años, de la comunidad indígena Yukpa, Serranía del Perijá en jurisdicción del municipio de Agustín Codazzi (Cesar), murieron después de ingerir alimentos envenenados con un plaguicida.


   Cinco hermanos, entre los tres y quince años, de la comunidad indígena Yukpa, Serranía del Perijá en jurisdicción del municipio de Agustín Codazzi (Cesar), murieron después de ingerir alimentos envenenados con un plaguicida. La noticia trascendió a medios nacionales, como   Caracol y El Tiempo, después de que la Alcaldía, Personería, Defensoría del Pueblo y diarios regionales como EL PILÓN, dieron la voz de alarma ante la perceptible indiferencia de los entes de justicia para investigar las posibles causas de la muerte.

    Varias semanas después del hecho trágico, el entonces ministro del Interior, Luis Fernando Velasco Chaves, visitó el municipio de Codazzi, para escuchar testimonios y hacer anuncios de futuros compromisos del Gobierno con esa comunidad. Lo que dijo el ministro fue resumido por la periodista Daniela Mondragón en El Nuevo Liberal de Popayán (04/07/2024). El contenido ministerial es una retórica sobre tópicos inconcretos, como “promover y proteger sus costumbres ancestrales”, “celebrar el orgullo y la dignidad del pueblo Yukpa” (!!). Abstractos sí, ante la realidad dura y concreta que lo convocaba.

    Esta comunidad ha sido objeto de históricas expoliaciones, como el despojo de sus territorios en las zonas bajas de la Serranía del Perijá, y continuó con el cambio de identidad: de Motilones, descendientes de la familia Caribe, pasaron a “Yukpas”, como hoy se les llama. La carencia de tierras para sus cultivos los ha convertido en un pueblo nómada o en servidumbre de los nuevos dueños de las tierras. La Constitución del 91 los reconoció como minoría “sujeto de derecho”, y el Estado les asignó tierras que se constituyeron en resguardo. Tierras con un valor agregado: su precaria fertilidad.

    Esa tierra lo que hizo fue acrecentar la pobreza de la comunidad. En consecuencia, a muchos grupos familiares de yukpas se les ve deambular por los centros urbanos (Valledupar, Codazzi, Becerril…) en condición de mendicidad y discriminación (hace un año vi, en el marco de la Plaza de Bolívar en Codazzi, cómo una señora barría el pedacito de andén donde se protegían del calor del mediodía una pareja adulta y un niño). Esa es la situación actual de muchos yukpas.

    La prioridad del pueblo yukpa no es, entonces, “promover y preservar su identidad cultural”, ni celebrar el orgullo de nada. Su lucha, si es que tienen aliento, es porque se les reconozca un mínimo de dignidad. Y, si se necesita alguna evidencia para justificar la urgente implementación de la reforma agraria integral, ahí está, es la comunidad yukpa, en jurisdicción del municipio de Codazzi.

    Una reforma agraria que lleve a las comunidades, además de tierras fértiles, asistencia técnica, vías, salud y educación, servicios públicos básicos… Para salvar a los yukpas de una inminente extinción. Después ya se podrá hablar de lo demás: identidad cultural y preservación de sus usos y costumbres ancestrales… A la luz de los hechos actuales, ese debe ser el compromiso del Estado con el pueblo yukpa. Desde el firmamento, cinco luceros fungirán de testigos.    

Por Donaldo Mendoza.