¡El sueño se hizo realidad! En una noche épica, la selección de fútbol de Colombia, jugando con 10 hombres durante todo el segundo tiempo, se impuso a la combativa selección de Uruguay, al derrotarla 1 a 0. El partido fue intenso, pasó de todo.
¡El sueño se hizo realidad! En una noche épica, la selección de fútbol de Colombia, jugando con 10 hombres durante todo el segundo tiempo, se impuso a la combativa selección de Uruguay, al derrotarla 1 a 0. El partido fue intenso, pasó de todo. Opciones dilapidadas de lado y lado, juego fuerte, la lamentable expulsión de Daniel Muñoz, la salida temprana de Richard Ríos por una lesión, los altercados que se dieron una vez finalizó el encuentro, hay mucho material para analizar.
Lo primero, fue un partidazo; de principio a fin. Uruguay empezó mejor, Darwin Núñez -a quien al final vimos asumir el rol de boxeador-, falló en definición y desaprovechó por lo menos 2 opciones claras. Luego, con el paso de los minutos, Colombia equilibró el juego y empezó a generar opciones de peligro que emocionaron a cerca de 80 mil fanáticos que llenaron las graderías del estadio, además de a 4 millones de uruguayos y 50 millones de colombianos. Uruguay vio cómo, buscando el empate afanosamente, Luis Suárez -el famoso mordelón-, mandaba un taponazo al palo izquierdo de Vargas, palo que seguro aún se mueve. Colombia también perdió muchas oportunidades, en los últimos minutos del partido tuvimos 3 opciones claras de gol: 2 de Matheus Uribe, una a ras de piso que lamió el palo derecho del arquero Rochet, otra que el mismo portero envió al travesaño luego de desviar el balón con su muslo y una tercera, en la última jugada del partido, con el arco a placer -ya que Rochet también había llegado a acompañar a su equipo para cabecear en el área de Colombia-, que por poco sale del estadio.
El gol de Colombia fue un señor golazo. James completó su sexta asistencia en esta Copa América. Fue quien cobró magistralmente un tiro de esquina, para que Jefferson Lerma se levantara y flotara en el aire, ganándole la posición a José María Giménez de Uruguay en el segundo palo, para meterle un testazo al balón, que rebotó en el piso -dificultando un posible control de Sergio Rochet- y entró lamiendo el paral derecho del arco uruguayo. Golazo. Celebración a rabiar de los cafeteros, del 80 % del público y de todo un país, que hoy más que nunca, está ávido de buenas noticias ya que lo que vivimos internamente es un verdadero y desolador desastre. El gobierno de Petro, en términos de resultados y gestión, obtiene menos puntaje que Bolivia, Paraguay y Jamaica en la Copa América de los Estados Unidos.
James sigue deslumbrando. Ha impuesto récord de asistencias en este certamen. Lio Messi lo detentaba desde el año 2021, con 5; ahora James, a falta de un partido, el de la ansiada final contra Argentina, suma 6. ¡Brutal! James dejó los 9 millones de dólares que le pagaban en Catar, para asumir el liderazgo de la selección mayores y permitirle a Néstor Lorenzo arroparlo por el resto del plantel. Por eso aceptó irse para el Sao Paulo, por 2.5 millones de dólares, mucho menos de lo que ganaba al otro lado del planeta, y hoy cosecha esos esfuerzos. Varios equipos de élite ahora lo miran, lo analizan, lo quieren tener en sus filas. Si hay alguien que merezca levantar ese trofeo mañana domingo en la noche es él: nuestro James; el que ha madurado, el que la lucha a muerte, el que llora hablando de la selección, hablando de Colombia.
Tenemos un equipazo, hombre por hombre, puesto por puesto, tenemos un plantel combativo, de jugadorazos que están compitiendo en las mejores ligas, que valen una millonada -aunque sólo contando a los uruguayos Federico Valverde, Núnez y Araújo casi que igualan el valor total de nuestra Colombia-, un grupo de guerreros, que dejan el alma y la piel en cada partido. Hoy, gracias a ellos, olvidamos el terrorífico presente -en el que nos metieron algo más de 11 millones de inconscientes-, para celebrar, sentirnos vivos y esperanzados: esta Copa América nos la merecemos.
Lamentamos los hechos al final del partido, hay que saber perder. Luis Suárez no debió atacar a la gente diciendo que Colombia no es nada y que no ha ganado nada. Preocupa ahora el constante deseo de llevar a Argentina a campeonar, esto ya lo hemos visto antes, muchas veces.
Jorge Eduardo Ávila
¡El sueño se hizo realidad! En una noche épica, la selección de fútbol de Colombia, jugando con 10 hombres durante todo el segundo tiempo, se impuso a la combativa selección de Uruguay, al derrotarla 1 a 0. El partido fue intenso, pasó de todo.
¡El sueño se hizo realidad! En una noche épica, la selección de fútbol de Colombia, jugando con 10 hombres durante todo el segundo tiempo, se impuso a la combativa selección de Uruguay, al derrotarla 1 a 0. El partido fue intenso, pasó de todo. Opciones dilapidadas de lado y lado, juego fuerte, la lamentable expulsión de Daniel Muñoz, la salida temprana de Richard Ríos por una lesión, los altercados que se dieron una vez finalizó el encuentro, hay mucho material para analizar.
Lo primero, fue un partidazo; de principio a fin. Uruguay empezó mejor, Darwin Núñez -a quien al final vimos asumir el rol de boxeador-, falló en definición y desaprovechó por lo menos 2 opciones claras. Luego, con el paso de los minutos, Colombia equilibró el juego y empezó a generar opciones de peligro que emocionaron a cerca de 80 mil fanáticos que llenaron las graderías del estadio, además de a 4 millones de uruguayos y 50 millones de colombianos. Uruguay vio cómo, buscando el empate afanosamente, Luis Suárez -el famoso mordelón-, mandaba un taponazo al palo izquierdo de Vargas, palo que seguro aún se mueve. Colombia también perdió muchas oportunidades, en los últimos minutos del partido tuvimos 3 opciones claras de gol: 2 de Matheus Uribe, una a ras de piso que lamió el palo derecho del arquero Rochet, otra que el mismo portero envió al travesaño luego de desviar el balón con su muslo y una tercera, en la última jugada del partido, con el arco a placer -ya que Rochet también había llegado a acompañar a su equipo para cabecear en el área de Colombia-, que por poco sale del estadio.
El gol de Colombia fue un señor golazo. James completó su sexta asistencia en esta Copa América. Fue quien cobró magistralmente un tiro de esquina, para que Jefferson Lerma se levantara y flotara en el aire, ganándole la posición a José María Giménez de Uruguay en el segundo palo, para meterle un testazo al balón, que rebotó en el piso -dificultando un posible control de Sergio Rochet- y entró lamiendo el paral derecho del arco uruguayo. Golazo. Celebración a rabiar de los cafeteros, del 80 % del público y de todo un país, que hoy más que nunca, está ávido de buenas noticias ya que lo que vivimos internamente es un verdadero y desolador desastre. El gobierno de Petro, en términos de resultados y gestión, obtiene menos puntaje que Bolivia, Paraguay y Jamaica en la Copa América de los Estados Unidos.
James sigue deslumbrando. Ha impuesto récord de asistencias en este certamen. Lio Messi lo detentaba desde el año 2021, con 5; ahora James, a falta de un partido, el de la ansiada final contra Argentina, suma 6. ¡Brutal! James dejó los 9 millones de dólares que le pagaban en Catar, para asumir el liderazgo de la selección mayores y permitirle a Néstor Lorenzo arroparlo por el resto del plantel. Por eso aceptó irse para el Sao Paulo, por 2.5 millones de dólares, mucho menos de lo que ganaba al otro lado del planeta, y hoy cosecha esos esfuerzos. Varios equipos de élite ahora lo miran, lo analizan, lo quieren tener en sus filas. Si hay alguien que merezca levantar ese trofeo mañana domingo en la noche es él: nuestro James; el que ha madurado, el que la lucha a muerte, el que llora hablando de la selección, hablando de Colombia.
Tenemos un equipazo, hombre por hombre, puesto por puesto, tenemos un plantel combativo, de jugadorazos que están compitiendo en las mejores ligas, que valen una millonada -aunque sólo contando a los uruguayos Federico Valverde, Núnez y Araújo casi que igualan el valor total de nuestra Colombia-, un grupo de guerreros, que dejan el alma y la piel en cada partido. Hoy, gracias a ellos, olvidamos el terrorífico presente -en el que nos metieron algo más de 11 millones de inconscientes-, para celebrar, sentirnos vivos y esperanzados: esta Copa América nos la merecemos.
Lamentamos los hechos al final del partido, hay que saber perder. Luis Suárez no debió atacar a la gente diciendo que Colombia no es nada y que no ha ganado nada. Preocupa ahora el constante deseo de llevar a Argentina a campeonar, esto ya lo hemos visto antes, muchas veces.
Jorge Eduardo Ávila