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Columnista - 25 junio, 2024

Frankenstein en la educación y la salud

La reforma a la educación no puede convertirse en un ‘Frankenstein’, hecho con pedazos de ideas de privatización de la extrema derecha, acolitada por gobiernos y partidos políticos, menos en circunstancias tan nefastas para la educación pública por cuenta del recorte de más de $300 billones en los últimos 20 años, contados desde el Acto […]

Boton Wpp

La reforma a la educación no puede convertirse en un ‘Frankenstein’, hecho con pedazos de ideas de privatización de la extrema derecha, acolitada por gobiernos y partidos políticos, menos en circunstancias tan nefastas para la educación pública por cuenta del recorte de más de $300 billones en los últimos 20 años, contados desde el Acto Legislativo 01 de 2001, sentenció la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación, Fecode.

“Frankenstein” consta como sinónimo de híbrido espantoso, engendro antinatural y peligroso, sentencia que refrendó la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación FECODE, alertando sobre un modelo neoliberal revaluado, perverso y fracasado.

“El que toma prestado es siervo del que presta”, frase proverbial que retrata la encrucijada en la relación de Colombia con el Fondo Monetario Internacional FMI, que es quien pone las condiciones del crédito que otorga, mientras que el gobierno colombiano adquiere la obligación de pagar, deuda externa que bordea los US$200 mil millones de dólares.

Peluquear la educación para ponerla al servicio de los privados con dineros públicos, visibiliza el gran negocio de particulares con plata del Estado. Toda forma de intermediación privada de dineros públicos, se ha demostrado, termina en inmensas corrupciones. “Querían hacer con la educación pública lo mismo que hicieron con la salud”, declaró el presidente Petro en alusión a institutos y EPS de garaje. 

El hundimiento de la reforma es una “victoria del magisterio en defensa de la educación pública”, apuntó el presidente de Fecode, Domingo Ayala, al quedar sin margen para maniobrar el legislativo en el último debate, sin consenso, derrotada y desnaturalizada la reforma, convertida en una colcha de retazos, expedita para un entierro de tercera.

Mucho antes de asumir Petro la Presidencia de la República, Colombia se rajó en las pruebas PISA, realizadas por primera vez en el año 2006 por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico OCDE, observó el mandatario al referirse a los bajos resultados que obtenemos en ese examen, cuya sigla o acrónimo traduce ‘Programa Internacional para el Seguimiento de los Alumnos PISA.

Fecode también alertó sobre la educación terciaria impulsada por el Centro Democrático, Cambio Radical y otras fuerzas partidistas opositoras, empecinadas en quitarle al magisterio el derecho constitucional a la protesta y movilización social. 

Se abría paso la educación terciaria para darle la estocada al Sena en su función teórico- práctica y ciclo propedéutico que articula la educación informal con la formación profesional, advertencia hecha por Vicky Avendaño, secretaria de género del Comité Ejecutivo de Fecode, respecto a la privatización a través de los Bonos Educativos, sumado al desatino de evaluar a los maestros por los resultados de los estudiantes en las pruebas ICFES.

Olímpicamente se  desconocen las condiciones precarias en que trabaja el docente, que hace de tripas corazón, con alumnos masificados y disfuncionales, que pasan hambre y otras vicisitudes, como recibir clases en salones en condiciones deplorables, aunque a nivel nacional Valledupar marca la diferencia con el Casd, Alfonso López y el Instpecam, colegios pilotos en infraestructura física y  nueva tecnología para formar bachilleres en programación digital, justo cuando el país tiene un déficit de 25 mil programadores, mercado laboral que absorberán los tres colegios, visionados y ejecutados en el gobierno de Luis Alberto Monsalvo, lo que configura el salto histórico de escalar la educación secundaria a la universidad con oferta de estudio y trabajo.

Y le pone la fresa al pastel el manejo de megacolegios públicos concesionados a operadores privados, conforme la decisión de revocar la norma que le da el estatus de obligatoriedad a la educación de Primera Infancia en los grados de transición, prejardín y jardín, derechos estipulados en el acuerdo firmado entre el gobierno y Fecode por mandato de la Ley 115 de 1994 o Ley General de Educación.

Por Miguel Aroca Yepes

Columnista
25 junio, 2024

Frankenstein en la educación y la salud

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Miguel Aroca Yepez

La reforma a la educación no puede convertirse en un ‘Frankenstein’, hecho con pedazos de ideas de privatización de la extrema derecha, acolitada por gobiernos y partidos políticos, menos en circunstancias tan nefastas para la educación pública por cuenta del recorte de más de $300 billones en los últimos 20 años, contados desde el Acto […]


La reforma a la educación no puede convertirse en un ‘Frankenstein’, hecho con pedazos de ideas de privatización de la extrema derecha, acolitada por gobiernos y partidos políticos, menos en circunstancias tan nefastas para la educación pública por cuenta del recorte de más de $300 billones en los últimos 20 años, contados desde el Acto Legislativo 01 de 2001, sentenció la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación, Fecode.

“Frankenstein” consta como sinónimo de híbrido espantoso, engendro antinatural y peligroso, sentencia que refrendó la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación FECODE, alertando sobre un modelo neoliberal revaluado, perverso y fracasado.

“El que toma prestado es siervo del que presta”, frase proverbial que retrata la encrucijada en la relación de Colombia con el Fondo Monetario Internacional FMI, que es quien pone las condiciones del crédito que otorga, mientras que el gobierno colombiano adquiere la obligación de pagar, deuda externa que bordea los US$200 mil millones de dólares.

Peluquear la educación para ponerla al servicio de los privados con dineros públicos, visibiliza el gran negocio de particulares con plata del Estado. Toda forma de intermediación privada de dineros públicos, se ha demostrado, termina en inmensas corrupciones. “Querían hacer con la educación pública lo mismo que hicieron con la salud”, declaró el presidente Petro en alusión a institutos y EPS de garaje. 

El hundimiento de la reforma es una “victoria del magisterio en defensa de la educación pública”, apuntó el presidente de Fecode, Domingo Ayala, al quedar sin margen para maniobrar el legislativo en el último debate, sin consenso, derrotada y desnaturalizada la reforma, convertida en una colcha de retazos, expedita para un entierro de tercera.

Mucho antes de asumir Petro la Presidencia de la República, Colombia se rajó en las pruebas PISA, realizadas por primera vez en el año 2006 por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico OCDE, observó el mandatario al referirse a los bajos resultados que obtenemos en ese examen, cuya sigla o acrónimo traduce ‘Programa Internacional para el Seguimiento de los Alumnos PISA.

Fecode también alertó sobre la educación terciaria impulsada por el Centro Democrático, Cambio Radical y otras fuerzas partidistas opositoras, empecinadas en quitarle al magisterio el derecho constitucional a la protesta y movilización social. 

Se abría paso la educación terciaria para darle la estocada al Sena en su función teórico- práctica y ciclo propedéutico que articula la educación informal con la formación profesional, advertencia hecha por Vicky Avendaño, secretaria de género del Comité Ejecutivo de Fecode, respecto a la privatización a través de los Bonos Educativos, sumado al desatino de evaluar a los maestros por los resultados de los estudiantes en las pruebas ICFES.

Olímpicamente se  desconocen las condiciones precarias en que trabaja el docente, que hace de tripas corazón, con alumnos masificados y disfuncionales, que pasan hambre y otras vicisitudes, como recibir clases en salones en condiciones deplorables, aunque a nivel nacional Valledupar marca la diferencia con el Casd, Alfonso López y el Instpecam, colegios pilotos en infraestructura física y  nueva tecnología para formar bachilleres en programación digital, justo cuando el país tiene un déficit de 25 mil programadores, mercado laboral que absorberán los tres colegios, visionados y ejecutados en el gobierno de Luis Alberto Monsalvo, lo que configura el salto histórico de escalar la educación secundaria a la universidad con oferta de estudio y trabajo.

Y le pone la fresa al pastel el manejo de megacolegios públicos concesionados a operadores privados, conforme la decisión de revocar la norma que le da el estatus de obligatoriedad a la educación de Primera Infancia en los grados de transición, prejardín y jardín, derechos estipulados en el acuerdo firmado entre el gobierno y Fecode por mandato de la Ley 115 de 1994 o Ley General de Educación.

Por Miguel Aroca Yepes