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Columnista - 23 junio, 2024

Poeta Piedad Bonnett

El 3 de septiembre de 2004 vino invitada por el Banco de la República a la conmemoración del tercer aniversario de la muerte del poeta Diomedes Daza.

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La escritora Piedad Bonnett (Amalfi, Antioquia, 1951), ganadora del XXIII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana de España 2024, es muy cercana a nuestros afectos literarios porque, además de leer gran parte de su obra, hemos tenido la feliz oportunidad de escucharla de manera personal en Valledupar. El 3 de septiembre de 2004 vino invitada por el Banco de la República a la conmemoración del tercer aniversario de la muerte del poeta Diomedes Daza.

En ese momento, confesó que tuvo por primera vez deseos de ser escritora cuando en los años de la escuela primaria comenzó a leer literatura infantil; pero, ya en la adolescencia, escribía poemas que hablaban de la noche, de la muerte y del suicidio. Para ella, la edad de la adolescencia, con sus incertidumbres, fue catastrófica; su furiosa rebeldía y su torpe despertar a la sexualidad… Encontró en la literatura la balsa salvadora de esa edad de transición. Con sus cuentos y su poesía, Gustavo Adolfo Bécquer fue uno de sus primeros descubrimientos; pero también Barba Jacob, Santa Teresa, León de Greiff, Antonio Machado, y en la novela la deslumbraron Víctor Hugo, Dickens, Balzac, Flaubert y Dostoievski.

Después vendrían otros autores a transformar su vida: Marcel Proust, de quien admira la elegancia de su prosa, la capacidad de detenerse en lo pequeño y hacerlo irradiar y significar; de Truman Capote, el valor de la sencillez sin caer en la simpleza, las posibilidades dramáticas de las realidades cotidianas; de García Márquez, la capacidad de representación simbólica y la fuerza poética de sus imágenes; de Pablo Neruda y César Vallejo, la intensidad que palpita en el núcleo de cada uno de sus poemas y el uso de la libertad expresiva. Esa noche, después de leer tres poemas, dijo: “Nada es gratuito ni anárquico en mis versos. Mi poesía está hilada de sencillez y transparencia, pero urgida de reflexión. Yo descreo cada vez más de cierta aridez académica, de su tendencia a la jerga abstrusa”.

Piedad Bonnett es licenciada en Filosofía y Letras de la Universidad de los Andes y magíster en Teoría del Arte por la Universidad Nacional de Colombia. Fue profesora de la Facultad de Artes y Humanidades de la Universidad de Los Andes. Entre sus libros publicados: ‘De círculo y ceniza’ (1989), ‘El hilo de los días’ (1994) –Premio Nacional de Poesía otorgado por Colcultura–, ‘Ese animal triste’ (1996). En 2011 obtuvo el premio “Casa de América de Poesía Americana” con ‘Explicaciones no pedidas’. ‘Lo que no tiene nombre’ (2013), ‘Qué hacer con estos pedazos’ (2022).
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En el 2022 regresa a Valledupar, el 25 de agosto, invitada por la biblioteca departamental Rafael Carrillo Lúquez a participar en un conversatorio. Desde entonces estamos más cerca de su obra, por eso celebramos sus triunfos. Ella afirma: “Mi poesía no es porque me lo proponga, sino porque el resultado es así; es una poesía accesible, digamos, no es una poesía ni muy hermética, ni muy vanguardista, es una poesía muy sobre lo íntimo, muy sobre lo cotidiano”.

Por José Atuesta Mindiola

Columnista
23 junio, 2024

Poeta Piedad Bonnett

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Atuesta Mindiola

El 3 de septiembre de 2004 vino invitada por el Banco de la República a la conmemoración del tercer aniversario de la muerte del poeta Diomedes Daza.


La escritora Piedad Bonnett (Amalfi, Antioquia, 1951), ganadora del XXIII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana de España 2024, es muy cercana a nuestros afectos literarios porque, además de leer gran parte de su obra, hemos tenido la feliz oportunidad de escucharla de manera personal en Valledupar. El 3 de septiembre de 2004 vino invitada por el Banco de la República a la conmemoración del tercer aniversario de la muerte del poeta Diomedes Daza.

En ese momento, confesó que tuvo por primera vez deseos de ser escritora cuando en los años de la escuela primaria comenzó a leer literatura infantil; pero, ya en la adolescencia, escribía poemas que hablaban de la noche, de la muerte y del suicidio. Para ella, la edad de la adolescencia, con sus incertidumbres, fue catastrófica; su furiosa rebeldía y su torpe despertar a la sexualidad… Encontró en la literatura la balsa salvadora de esa edad de transición. Con sus cuentos y su poesía, Gustavo Adolfo Bécquer fue uno de sus primeros descubrimientos; pero también Barba Jacob, Santa Teresa, León de Greiff, Antonio Machado, y en la novela la deslumbraron Víctor Hugo, Dickens, Balzac, Flaubert y Dostoievski.

Después vendrían otros autores a transformar su vida: Marcel Proust, de quien admira la elegancia de su prosa, la capacidad de detenerse en lo pequeño y hacerlo irradiar y significar; de Truman Capote, el valor de la sencillez sin caer en la simpleza, las posibilidades dramáticas de las realidades cotidianas; de García Márquez, la capacidad de representación simbólica y la fuerza poética de sus imágenes; de Pablo Neruda y César Vallejo, la intensidad que palpita en el núcleo de cada uno de sus poemas y el uso de la libertad expresiva. Esa noche, después de leer tres poemas, dijo: “Nada es gratuito ni anárquico en mis versos. Mi poesía está hilada de sencillez y transparencia, pero urgida de reflexión. Yo descreo cada vez más de cierta aridez académica, de su tendencia a la jerga abstrusa”.

Piedad Bonnett es licenciada en Filosofía y Letras de la Universidad de los Andes y magíster en Teoría del Arte por la Universidad Nacional de Colombia. Fue profesora de la Facultad de Artes y Humanidades de la Universidad de Los Andes. Entre sus libros publicados: ‘De círculo y ceniza’ (1989), ‘El hilo de los días’ (1994) –Premio Nacional de Poesía otorgado por Colcultura–, ‘Ese animal triste’ (1996). En 2011 obtuvo el premio “Casa de América de Poesía Americana” con ‘Explicaciones no pedidas’. ‘Lo que no tiene nombre’ (2013), ‘Qué hacer con estos pedazos’ (2022).
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En el 2022 regresa a Valledupar, el 25 de agosto, invitada por la biblioteca departamental Rafael Carrillo Lúquez a participar en un conversatorio. Desde entonces estamos más cerca de su obra, por eso celebramos sus triunfos. Ella afirma: “Mi poesía no es porque me lo proponga, sino porque el resultado es así; es una poesía accesible, digamos, no es una poesía ni muy hermética, ni muy vanguardista, es una poesía muy sobre lo íntimo, muy sobre lo cotidiano”.

Por José Atuesta Mindiola