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Columnista - 19 junio, 2024

El fomo y algo más

Tal vez ni siquiera yo pueda lanzar la primera piedra, atendiendo a lo manifestado por Jesús cuando era acosado por sus discípulos, que incorporándose les dijo: “Aquel que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. E inclinándose de nuevo siguió escribiendo en el suelo”.

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Tal vez ni siquiera yo pueda lanzar la primera piedra, atendiendo a lo manifestado por Jesús cuando era acosado por sus discípulos, que incorporándose les dijo: “Aquel que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. E inclinándose de nuevo siguió escribiendo en el suelo”.

Pues bien, mis queridos lectores, hasta hace muy poco me enteré de lo que es el FOMO, aunque no es novedad, sin embargo, chachareando en las redes (irónico), me encontré con esta expresión, el cual es el acrónimo en inglés de “fear of missing out”, es decir, el miedo a perderse algo, asociado a las omnipotentes redes sociales. Es una vía “maldita” que nos conduce sin darnos cuenta (o sí) a la ansiedad y a la depresión, entre otros problemas de salud mental y hasta física, pues las manos, la visión y hasta nuestra columna vertebral son víctimas del desgaste.

Este miedo se define como un miedo omnipresente a que los demás tengan experiencias más satisfactorias que las nuestras, asociado al fuerte deseo de estar al día de lo que hacen los demás, aunque puede decirse que este miedo existe desde mucho antes de que el uso de las redes sociales se popularizara, pero hoy, cuando la tecnología nos permite saber y conocer en tiempo real qué está sucediendo en cualquier lugar del mundo o qué está haciendo alguna persona en cualquier momento (sea cierto o no) puede agudizar el problema. Pueda considerarse un correlato esencial de la adicción a las redes sociales.

Aunque hay que analizar que lo que motiva este miedo son las relaciones sociales y que muchas veces las redes sociales son la forma más fácil de crearlas por lo que en realidad están al final de la cadena, pues analizando las circunstancias tendríamos que apreciar que en primer lugar, para que este miedo se dé, está la falta de relaciones sociales satisfactorias en el mundo real, la soledad, una baja autoestima o no estar satisfecho con la vida que llevamos, esto puede convertirse en motivadores para estar pendientes de las redes y generarnos ese temor o miedo y algunos otros comportamientos insanos, pues, sin advertirlos en muchas ocasiones, tal como lo manifesté, no solo el daño es mental, pues hay consecuencias físicas también, y hasta sociales. Nos enfrentamos a una adicción al teléfono (ni siquiera lo dejamos cuando estamos en el baño o cuando estamos almorzando), desórdenes del sueño (despertándonos incluso y tomamos el teléfono que duerme a nuestro lado en la mesa de noche con la excusa de ver la hora y nos atrapa una notificación), síntomas de ansiedad, estrés y depresión y ni qué decir sobre nuestra capacidad de concentración y atención a lo que está a nuestro alrededor por estar pendientes de las notificaciones o avisos entrantes en nuestro móvil.

Una de las estrategias para combatir dicha patología es leer libros, que sin duda alguna es una actividad protectora frente a la misma y a la adicción a internet y que nos puede conducir a una mejor sensación de satisfacción vital. En la lectura solo nos involucramos activamente nosotros y eso ayuda a recuperar nuestra autoestima y la paz mental que hemos perdido ante dicho temor de perdernos que está sucediendo con los demás en alguna parte del mundo.

Ahora bien, también existe el JOMO (joy of missing out), otro acrónimo que ha ganado en los últimos tiempos, y es la alegría de perderse algo, que desde la literatura hoy se promueve la práctica de la atención plena entre los usuarios de las redes sociales y que se señala como un remedio para el FOMO a la vez que desencadena la alegría de perderse, lo que proporciona una mayor sensación de bienestar. Pero, ambos conceptos están ligados al miedo al futuro vinculándonos a la ansiedad de que genera tener que elegir y tomar decisiones que tal vez no sean las convenientes y que nos dan la sensación de que al elegir algo estamos perdiendo la posibilidad de elegir muchas otras cosas que podrían haber sido las adecuadas, dice Héctor García Barnés en su libro Futurofobia.

Desde hace algún tiempo he procurado no andar con el teléfono a todos lados, intento aprovechar mejor el instante que paso con mi familia, mis amigos y que mi atención se centre en lo que estoy haciendo en el momento, porque aunque la noticia no me llegue a tiempo, igual me enteraré y si algo pasó, tenía que pasar. 

Por: Jairo Mejía.

Columnista
19 junio, 2024

El fomo y algo más

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jairo Mejía Cuello

Tal vez ni siquiera yo pueda lanzar la primera piedra, atendiendo a lo manifestado por Jesús cuando era acosado por sus discípulos, que incorporándose les dijo: “Aquel que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. E inclinándose de nuevo siguió escribiendo en el suelo”.


Tal vez ni siquiera yo pueda lanzar la primera piedra, atendiendo a lo manifestado por Jesús cuando era acosado por sus discípulos, que incorporándose les dijo: “Aquel que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. E inclinándose de nuevo siguió escribiendo en el suelo”.

Pues bien, mis queridos lectores, hasta hace muy poco me enteré de lo que es el FOMO, aunque no es novedad, sin embargo, chachareando en las redes (irónico), me encontré con esta expresión, el cual es el acrónimo en inglés de “fear of missing out”, es decir, el miedo a perderse algo, asociado a las omnipotentes redes sociales. Es una vía “maldita” que nos conduce sin darnos cuenta (o sí) a la ansiedad y a la depresión, entre otros problemas de salud mental y hasta física, pues las manos, la visión y hasta nuestra columna vertebral son víctimas del desgaste.

Este miedo se define como un miedo omnipresente a que los demás tengan experiencias más satisfactorias que las nuestras, asociado al fuerte deseo de estar al día de lo que hacen los demás, aunque puede decirse que este miedo existe desde mucho antes de que el uso de las redes sociales se popularizara, pero hoy, cuando la tecnología nos permite saber y conocer en tiempo real qué está sucediendo en cualquier lugar del mundo o qué está haciendo alguna persona en cualquier momento (sea cierto o no) puede agudizar el problema. Pueda considerarse un correlato esencial de la adicción a las redes sociales.

Aunque hay que analizar que lo que motiva este miedo son las relaciones sociales y que muchas veces las redes sociales son la forma más fácil de crearlas por lo que en realidad están al final de la cadena, pues analizando las circunstancias tendríamos que apreciar que en primer lugar, para que este miedo se dé, está la falta de relaciones sociales satisfactorias en el mundo real, la soledad, una baja autoestima o no estar satisfecho con la vida que llevamos, esto puede convertirse en motivadores para estar pendientes de las redes y generarnos ese temor o miedo y algunos otros comportamientos insanos, pues, sin advertirlos en muchas ocasiones, tal como lo manifesté, no solo el daño es mental, pues hay consecuencias físicas también, y hasta sociales. Nos enfrentamos a una adicción al teléfono (ni siquiera lo dejamos cuando estamos en el baño o cuando estamos almorzando), desórdenes del sueño (despertándonos incluso y tomamos el teléfono que duerme a nuestro lado en la mesa de noche con la excusa de ver la hora y nos atrapa una notificación), síntomas de ansiedad, estrés y depresión y ni qué decir sobre nuestra capacidad de concentración y atención a lo que está a nuestro alrededor por estar pendientes de las notificaciones o avisos entrantes en nuestro móvil.

Una de las estrategias para combatir dicha patología es leer libros, que sin duda alguna es una actividad protectora frente a la misma y a la adicción a internet y que nos puede conducir a una mejor sensación de satisfacción vital. En la lectura solo nos involucramos activamente nosotros y eso ayuda a recuperar nuestra autoestima y la paz mental que hemos perdido ante dicho temor de perdernos que está sucediendo con los demás en alguna parte del mundo.

Ahora bien, también existe el JOMO (joy of missing out), otro acrónimo que ha ganado en los últimos tiempos, y es la alegría de perderse algo, que desde la literatura hoy se promueve la práctica de la atención plena entre los usuarios de las redes sociales y que se señala como un remedio para el FOMO a la vez que desencadena la alegría de perderse, lo que proporciona una mayor sensación de bienestar. Pero, ambos conceptos están ligados al miedo al futuro vinculándonos a la ansiedad de que genera tener que elegir y tomar decisiones que tal vez no sean las convenientes y que nos dan la sensación de que al elegir algo estamos perdiendo la posibilidad de elegir muchas otras cosas que podrían haber sido las adecuadas, dice Héctor García Barnés en su libro Futurofobia.

Desde hace algún tiempo he procurado no andar con el teléfono a todos lados, intento aprovechar mejor el instante que paso con mi familia, mis amigos y que mi atención se centre en lo que estoy haciendo en el momento, porque aunque la noticia no me llegue a tiempo, igual me enteraré y si algo pasó, tenía que pasar. 

Por: Jairo Mejía.