Desde la semana pasada tenemos la satisfacción de estar una vez más en Europa. Este viaje, por motivos familiares, llega en un momento clave para recargar energías después de los complejos días que por culpa de un gobierno indolente venimos padeciendo. Regresar siempre será un aliciente que nos genera agradecimiento, conocer nuevos lugares y atesorar […]
Desde la semana pasada tenemos la satisfacción de estar una vez más en Europa. Este viaje, por motivos familiares, llega en un momento clave para recargar energías después de los complejos días que por culpa de un gobierno indolente venimos padeciendo. Regresar siempre será un aliciente que nos genera agradecimiento, conocer nuevos lugares y atesorar lindos recuerdos de lo que hemos vivido desde el primer viaje en agosto de 2005.
Aterrizamos en Barajas, en el aeropuerto que lleva el nombre del gran Adolfo Suárez, donde pernoctamos una noche. Al día siguiente salimos para el aeropuerto de Madrid para tomar nuestro vuelo a Düsseldorf. Allí fuimos recogidos por el tío de mi esposa, Horst, un alemán empático y dicharachero, para sorpresa de muchos, los hay. De ahí nos fuimos para Bieshausen, a pasar la noche con la familia. Y al día siguiente, muy temprano en la mañana, recorrimos 670 km hasta llegar a Ballum, en Dinamarca, para celebrar los 65 años de matrimonio de los queridos tíos de Bieshausen. No habíamos estado en Dinamarca antes, nos faltaba este curioso destino, ubicado en el norte de Alemania, primer país nórdico que visito. Los nórdicos son 4 además del que nos recibe: Suecia, Noruega, Finlandia e Islandia.
Dinamarca tiene una extensión muy similar a la que, en su momento, el gobierno del presidente Andrés Pastrana destinó para las hoy vigentes FARC, como el Caguán. Ese territorio lo habitan cerca de 6 millones de habitantes y su capital es Copenhague, que tiene algo más de un millón. Cuando uno recorre sus pueblos, se ve poca gente. Es un elemento fuerte de la cultura danesa disfrutar de sus hogares con amigos y familia. Se usa mucho la bicicleta y los daneses también caminan y respiran aire limpio, procedente de los mares Del Norte y Báltico. La componen 440 islas, muchas de ellas deshabitadas. Se une al continente europeo por su frontera de 140 km con Alemania, por la que se llega pasando cerca del puerto de Hamburgo.
Los paisajes daneses son espectaculares al igual que sus atardeceres. Es común ver personas saliendo en las tardes a caminar con sus perros, hay miles de ellos, de diferentes razas, colores y tamaños. El respeto por el medio ambiente y el cuidado del agua y demás recursos naturales se hace muy evidente al ver cómo viven los daneses. Estamos en Dinamarca, rodeados por nuestra familia alemana, comiendo a lo alemán y viviendo una vida danesa.
Estamos hospedados a 500 metros del Mar del Norte. Desde la entrada de la casa, pasando por las varias ventanas de la cocina, larga y llena de luz, vemos el mar allá, al fondo. Los atardeceres en este tiempo del año empiezan a eso de las 21:30 y termina hacia las 22:30. Nunca he visto un espectáculo igual, en ninguna parte del mundo. Parecen acuarelas que mezclan tonos azules, rojos y amarillos, hasta la bandera de nuestra querida Colombia ha quedado en fotos que hemos tomado. Queda uno obnubilado y mudo, Dios definitivamente existe. No hay trancones, no se ve basura y los daneses pagan los impuestos más altos de toda Europa y reciben a cambio, estado de bienestar, paz y mucha tranquilidad. Estamos muy lejos de ellos tanto en índices de democracia, como en decencia y lucha contra la corrupción. Sería grosero comparar a Petro con la primer ministra Mette Frederiksen.
Tomamos un ferry durante 30 minutos en las costas de Romo y visitamos la isla alemana de Sylt. Otro paraíso, atestado de turistas, con almacenes, restaurantes y un clima envidiable. Luego del bolate, retomamos nuestra experiencia danesa y familiar en la casa ubicada en Ballum. Les seguiré contando…
Mientras tanto, en Colombia los escándalos del gobierno no terminan, por el contrario, ahora los ministros están agarrados y dejan al descubierto que el equipo de Petro está pegado con babas. Caemos en picada por un abismo que parece no tener fin.
Lamentamos el fallecimiento del Rey Vallenato, Omar Geles. En nuestro paso por Valledupar, graduamos a uno de sus hijos en el Gimnasio del Norte. El folclor vallenato, la región y Colombia, pierden a un gran artista. Paz en su tumba.
Jorge Eduardo Ávila
Desde la semana pasada tenemos la satisfacción de estar una vez más en Europa. Este viaje, por motivos familiares, llega en un momento clave para recargar energías después de los complejos días que por culpa de un gobierno indolente venimos padeciendo. Regresar siempre será un aliciente que nos genera agradecimiento, conocer nuevos lugares y atesorar […]
Desde la semana pasada tenemos la satisfacción de estar una vez más en Europa. Este viaje, por motivos familiares, llega en un momento clave para recargar energías después de los complejos días que por culpa de un gobierno indolente venimos padeciendo. Regresar siempre será un aliciente que nos genera agradecimiento, conocer nuevos lugares y atesorar lindos recuerdos de lo que hemos vivido desde el primer viaje en agosto de 2005.
Aterrizamos en Barajas, en el aeropuerto que lleva el nombre del gran Adolfo Suárez, donde pernoctamos una noche. Al día siguiente salimos para el aeropuerto de Madrid para tomar nuestro vuelo a Düsseldorf. Allí fuimos recogidos por el tío de mi esposa, Horst, un alemán empático y dicharachero, para sorpresa de muchos, los hay. De ahí nos fuimos para Bieshausen, a pasar la noche con la familia. Y al día siguiente, muy temprano en la mañana, recorrimos 670 km hasta llegar a Ballum, en Dinamarca, para celebrar los 65 años de matrimonio de los queridos tíos de Bieshausen. No habíamos estado en Dinamarca antes, nos faltaba este curioso destino, ubicado en el norte de Alemania, primer país nórdico que visito. Los nórdicos son 4 además del que nos recibe: Suecia, Noruega, Finlandia e Islandia.
Dinamarca tiene una extensión muy similar a la que, en su momento, el gobierno del presidente Andrés Pastrana destinó para las hoy vigentes FARC, como el Caguán. Ese territorio lo habitan cerca de 6 millones de habitantes y su capital es Copenhague, que tiene algo más de un millón. Cuando uno recorre sus pueblos, se ve poca gente. Es un elemento fuerte de la cultura danesa disfrutar de sus hogares con amigos y familia. Se usa mucho la bicicleta y los daneses también caminan y respiran aire limpio, procedente de los mares Del Norte y Báltico. La componen 440 islas, muchas de ellas deshabitadas. Se une al continente europeo por su frontera de 140 km con Alemania, por la que se llega pasando cerca del puerto de Hamburgo.
Los paisajes daneses son espectaculares al igual que sus atardeceres. Es común ver personas saliendo en las tardes a caminar con sus perros, hay miles de ellos, de diferentes razas, colores y tamaños. El respeto por el medio ambiente y el cuidado del agua y demás recursos naturales se hace muy evidente al ver cómo viven los daneses. Estamos en Dinamarca, rodeados por nuestra familia alemana, comiendo a lo alemán y viviendo una vida danesa.
Estamos hospedados a 500 metros del Mar del Norte. Desde la entrada de la casa, pasando por las varias ventanas de la cocina, larga y llena de luz, vemos el mar allá, al fondo. Los atardeceres en este tiempo del año empiezan a eso de las 21:30 y termina hacia las 22:30. Nunca he visto un espectáculo igual, en ninguna parte del mundo. Parecen acuarelas que mezclan tonos azules, rojos y amarillos, hasta la bandera de nuestra querida Colombia ha quedado en fotos que hemos tomado. Queda uno obnubilado y mudo, Dios definitivamente existe. No hay trancones, no se ve basura y los daneses pagan los impuestos más altos de toda Europa y reciben a cambio, estado de bienestar, paz y mucha tranquilidad. Estamos muy lejos de ellos tanto en índices de democracia, como en decencia y lucha contra la corrupción. Sería grosero comparar a Petro con la primer ministra Mette Frederiksen.
Tomamos un ferry durante 30 minutos en las costas de Romo y visitamos la isla alemana de Sylt. Otro paraíso, atestado de turistas, con almacenes, restaurantes y un clima envidiable. Luego del bolate, retomamos nuestra experiencia danesa y familiar en la casa ubicada en Ballum. Les seguiré contando…
Mientras tanto, en Colombia los escándalos del gobierno no terminan, por el contrario, ahora los ministros están agarrados y dejan al descubierto que el equipo de Petro está pegado con babas. Caemos en picada por un abismo que parece no tener fin.
Lamentamos el fallecimiento del Rey Vallenato, Omar Geles. En nuestro paso por Valledupar, graduamos a uno de sus hijos en el Gimnasio del Norte. El folclor vallenato, la región y Colombia, pierden a un gran artista. Paz en su tumba.
Jorge Eduardo Ávila