El nuevo panorama político brinda la posibilidad de incorporar un capítulo específico en los planes de desarrollo dedicado a la transición energética y la diversificación de estas regiones.
La actividad minera de carbón ha sido una pieza clave en el rompecabezas económico de Colombia durante décadas. Sus aportes macroeconómicos y su papel fundamental en el desarrollo de regiones productoras como La Guajira y Cesar han sido innegables. Sin embargo, la firma de acuerdos internacionales, como el Acuerdo de París en 2015, ha colocado a Colombia en una encrucijada, obligándola a repensar su dependencia del carbón térmico en aras de la transición energética y la lucha contra el cambio climático.
Durante el quinquenio del 2016 al 2020, la minería de carbón representó en promedio el 1 % del Producto Interno Bruto (PIB) nacional y el 16 % de las exportaciones colombianas. Estos números se magnifican en las regiones productoras como La Guajira y Cesar, donde el carbón contribuye con más del 35 % del PIB y el 70 % de las exportaciones. Estos datos pintan un cuadro elocuente de la importancia económica del carbón para estas regiones. (MME, 2021).
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No obstante, las implicaciones medioambientales y los compromisos internacionales adquiridos por Colombia han encendido las alarmas sobre la sostenibilidad de esta dependencia. La firma del Acuerdo de París marcó un compromiso firme para realizar cambios concretos en la matriz energética y tomar medidas significativas para adaptarse y mitigar los efectos del cambio climático. Esto implica una reducción gradual de la producción de carbón térmico y una transición hacia fuentes de energía más limpias y sostenibles.
Este cambio de paradigma plantea un reto crucial para los departamentos altamente dependientes del carbón, como Cesar y La Guajira. La necesidad de diversificar la producción y prepararse para una eventual transición energética se convierte en imperativo. La ventana de oportunidades aún está abierta, y es crucial aprovecharla para planificar y ejecutar de manera organizada una transformación económica que no solo sustituya la dependencia del carbón, sino que también genere un impacto positivo en el desarrollo sostenible de la región.
La diversificación productiva que se avecina implica la revitalización de sectores económicos distintos a la minería. Desconcentrar la matriz productiva y redistribuir los mercados de trabajo y capital se convierte en la hoja de ruta hacia un futuro más sostenible. Por tanto, es fundamental que los gobiernos departamentales y locales, la ciudadanía, los gremios empresariales y la academia se unan en un esfuerzo colectivo para apostar con determinación a sectores como el turismo y la agroindustria.
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En este contexto, los recién elegidos gobernantes se encuentran frente a una valiosa oportunidad y una ineludible responsabilidad. El nuevo panorama político brinda la posibilidad única de incorporar un capítulo específico en sus planes de gobierno, dedicado de manera exclusiva a la transición energética y la diversificación de estas regiones. Esta inclusión no solo permitirá la concepción, sino también la ejecución de estrategias, proyectos y políticas públicas diseñadas para abordar de manera focalizada las necesidades críticas de dichas áreas y su sostenibilidad a largo plazo.
Finalmente, a pesar de los desafíos que implica la transición, sin lugar a dudas estos departamentos tienen la capacidad de forjar un futuro más próspero y sostenible. La clave radica en abrazar un modelo de desarrollo que no solo salvaguarde nuestro entorno, sino que también impulse la generación de empleo y eleve la calidad de vida de las actuales y futuras generaciones. Y el momento de construir ese futuro está es ahora.
Es así como eventos locales como los propuestos desde la Fundación Universitaria Área Andina sede Valledupar, en cooperación con la consultora Ir-Consulting, la Universidad de La Guajira y el Centro Regional de Finanzas Sostenibles de la Universidad de Los Andes en convenio con UK Pact -Colombia, abren espacios dinamizadores para acercar al Gobierno Nacional, los nuevos mandatarios (as) locales, a las autoridades e instancias de planeación territorial, a la academia y a la ciudadanía en general a dialogar alrededor de la Transición Energética Justa, la Diversificación Productiva y los Planes de Desarrollo Territorial.
Estos encuentros se realizarán el próximo 14 de marzo en Valledupar en la sede de la Fundación Universitaria Área Andina, y el 15 de marzo en Riohacha en la sede de la Universidad de La Guajira. Un valor agregado de este encuentro será la entrega de la guía “La transición energética y la diversificación productiva en los planes de desarrollo territorial: el rol y los temas estratégicos de las entidades territoriales”.
Para mayor información: [email protected], equipo especializado comprometido en brindar apoyo a personas y organizaciones tanto públicas como privadas en el manejo de relaciones y la toma de decisiones estratégicas. Agregamos valor con responsabilidad hacia las generaciones actuales y solidaridad con las futuras.
El nuevo panorama político brinda la posibilidad de incorporar un capítulo específico en los planes de desarrollo dedicado a la transición energética y la diversificación de estas regiones.
La actividad minera de carbón ha sido una pieza clave en el rompecabezas económico de Colombia durante décadas. Sus aportes macroeconómicos y su papel fundamental en el desarrollo de regiones productoras como La Guajira y Cesar han sido innegables. Sin embargo, la firma de acuerdos internacionales, como el Acuerdo de París en 2015, ha colocado a Colombia en una encrucijada, obligándola a repensar su dependencia del carbón térmico en aras de la transición energética y la lucha contra el cambio climático.
Durante el quinquenio del 2016 al 2020, la minería de carbón representó en promedio el 1 % del Producto Interno Bruto (PIB) nacional y el 16 % de las exportaciones colombianas. Estos números se magnifican en las regiones productoras como La Guajira y Cesar, donde el carbón contribuye con más del 35 % del PIB y el 70 % de las exportaciones. Estos datos pintan un cuadro elocuente de la importancia económica del carbón para estas regiones. (MME, 2021).
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No obstante, las implicaciones medioambientales y los compromisos internacionales adquiridos por Colombia han encendido las alarmas sobre la sostenibilidad de esta dependencia. La firma del Acuerdo de París marcó un compromiso firme para realizar cambios concretos en la matriz energética y tomar medidas significativas para adaptarse y mitigar los efectos del cambio climático. Esto implica una reducción gradual de la producción de carbón térmico y una transición hacia fuentes de energía más limpias y sostenibles.
Este cambio de paradigma plantea un reto crucial para los departamentos altamente dependientes del carbón, como Cesar y La Guajira. La necesidad de diversificar la producción y prepararse para una eventual transición energética se convierte en imperativo. La ventana de oportunidades aún está abierta, y es crucial aprovecharla para planificar y ejecutar de manera organizada una transformación económica que no solo sustituya la dependencia del carbón, sino que también genere un impacto positivo en el desarrollo sostenible de la región.
La diversificación productiva que se avecina implica la revitalización de sectores económicos distintos a la minería. Desconcentrar la matriz productiva y redistribuir los mercados de trabajo y capital se convierte en la hoja de ruta hacia un futuro más sostenible. Por tanto, es fundamental que los gobiernos departamentales y locales, la ciudadanía, los gremios empresariales y la academia se unan en un esfuerzo colectivo para apostar con determinación a sectores como el turismo y la agroindustria.
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En este contexto, los recién elegidos gobernantes se encuentran frente a una valiosa oportunidad y una ineludible responsabilidad. El nuevo panorama político brinda la posibilidad única de incorporar un capítulo específico en sus planes de gobierno, dedicado de manera exclusiva a la transición energética y la diversificación de estas regiones. Esta inclusión no solo permitirá la concepción, sino también la ejecución de estrategias, proyectos y políticas públicas diseñadas para abordar de manera focalizada las necesidades críticas de dichas áreas y su sostenibilidad a largo plazo.
Finalmente, a pesar de los desafíos que implica la transición, sin lugar a dudas estos departamentos tienen la capacidad de forjar un futuro más próspero y sostenible. La clave radica en abrazar un modelo de desarrollo que no solo salvaguarde nuestro entorno, sino que también impulse la generación de empleo y eleve la calidad de vida de las actuales y futuras generaciones. Y el momento de construir ese futuro está es ahora.
Es así como eventos locales como los propuestos desde la Fundación Universitaria Área Andina sede Valledupar, en cooperación con la consultora Ir-Consulting, la Universidad de La Guajira y el Centro Regional de Finanzas Sostenibles de la Universidad de Los Andes en convenio con UK Pact -Colombia, abren espacios dinamizadores para acercar al Gobierno Nacional, los nuevos mandatarios (as) locales, a las autoridades e instancias de planeación territorial, a la academia y a la ciudadanía en general a dialogar alrededor de la Transición Energética Justa, la Diversificación Productiva y los Planes de Desarrollo Territorial.
Estos encuentros se realizarán el próximo 14 de marzo en Valledupar en la sede de la Fundación Universitaria Área Andina, y el 15 de marzo en Riohacha en la sede de la Universidad de La Guajira. Un valor agregado de este encuentro será la entrega de la guía “La transición energética y la diversificación productiva en los planes de desarrollo territorial: el rol y los temas estratégicos de las entidades territoriales”.
Para mayor información: [email protected], equipo especializado comprometido en brindar apoyo a personas y organizaciones tanto públicas como privadas en el manejo de relaciones y la toma de decisiones estratégicas. Agregamos valor con responsabilidad hacia las generaciones actuales y solidaridad con las futuras.