La primera actividad que programaron casi todos los alcaldes de las ciudades capitales que iniciaron su gobierno el pasado primero de enero de 2024 fue un consejo de seguridad. No es casualidad, ni tampoco un acto de populismo. Las últimas encuestas marcan que el principal problema para los ciudadanos de las grandes capitales es la […]
La primera actividad que programaron casi todos los alcaldes de las ciudades capitales que iniciaron su gobierno el pasado primero de enero de 2024 fue un consejo de seguridad. No es casualidad, ni tampoco un acto de populismo. Las últimas encuestas marcan que el principal problema para los ciudadanos de las grandes capitales es la intranquilidad en las calles.
Valledupar no fue la excepción. El alcalde Ernesto Orozco citó a las autoridades policiales y el Ejército Nacional con el objetivo de disminuir los preocupantes índices de violencia en la capital del Cesar.
Parece que el optimismo que hay en algunos sectores respecto a la llegada del nuevo mandatario no ha impactado en la reducción de la violencia. Solo en la primera semana del año ya se han registrado 7 muertes violentas en la capital.
Está claro que el optimismo no impacta en la reducción de la violencia porque sus orígenes son estructurales. Lo vivió el presidente Gustavo Petro. A pesar de que durante toda su carrera política defendió la lucha de los líderes sociales y su protección, endilgándole responsabilidad al gobierno de turno, en su gobierno no han disminuido los asesinatos.
Colombia como Estado y cada ciudad en particular deben mirar con reojo y detalles lo que pasa actualmente en Ecuador, donde el crimen organizado logró conquistar tantos espacios que amenazó su estabilidad y las instituciones.
En el país ya lo vivimos, se combatió y se logró reducir a las estructuras militares de alzados en armas contra el Estado, pero no a la delincuencia común organizada que no amenazan la estabilidad institucional, pero sí la tranquilidad de los ciudadanos. Pero lo de Ecuador es el desborde: esta delincuencia se empodera tanto, cuando se le tolera o se es permisivo con ella, que de forma inverosímil llega a comprometer y a poner en entredicho la estabilidad institucional.
Lo que vemos entonces es que la delincuencia no respeta gobierno, ni cambio de gobierno, sea en el ámbito nacional o en el local. Es un oficio del diario vivir y para quienes la ejercen es un trabajo normal, aunque no aparece en los registros del DANE.
Valledupar, como las otras ciudades, además de más policías, necesita inteligencia y coordinación. Inteligencia de quienes están a cargo de las entidades públicas y de seguridad del Estado, pero también inteligencia tecnológica para facilitar la prevención y reacción ante cualquier delito. Funcionarios civiles, policías, jueces, fiscales, carceleros, ciudadanos, vigilantes privados, defensa civil, taxistas, comerciantes, juntas comunales, etc., deben participar en la tarea de la vigilancia y la colaboración solidaria. Bajo el concepto y ejercicio de la coordinación, porque si cada entidad o grupo sigue trabajando por su lado el impacto de cada estrategia será menor.
Si el crimen es organizado, las autoridades deben ser estructuradas, planeadas, fuertes, eficaces y bien coordinadas. Contra el crimen siempre se debe ir un paso adelante.
La primera actividad que programaron casi todos los alcaldes de las ciudades capitales que iniciaron su gobierno el pasado primero de enero de 2024 fue un consejo de seguridad. No es casualidad, ni tampoco un acto de populismo. Las últimas encuestas marcan que el principal problema para los ciudadanos de las grandes capitales es la […]
La primera actividad que programaron casi todos los alcaldes de las ciudades capitales que iniciaron su gobierno el pasado primero de enero de 2024 fue un consejo de seguridad. No es casualidad, ni tampoco un acto de populismo. Las últimas encuestas marcan que el principal problema para los ciudadanos de las grandes capitales es la intranquilidad en las calles.
Valledupar no fue la excepción. El alcalde Ernesto Orozco citó a las autoridades policiales y el Ejército Nacional con el objetivo de disminuir los preocupantes índices de violencia en la capital del Cesar.
Parece que el optimismo que hay en algunos sectores respecto a la llegada del nuevo mandatario no ha impactado en la reducción de la violencia. Solo en la primera semana del año ya se han registrado 7 muertes violentas en la capital.
Está claro que el optimismo no impacta en la reducción de la violencia porque sus orígenes son estructurales. Lo vivió el presidente Gustavo Petro. A pesar de que durante toda su carrera política defendió la lucha de los líderes sociales y su protección, endilgándole responsabilidad al gobierno de turno, en su gobierno no han disminuido los asesinatos.
Colombia como Estado y cada ciudad en particular deben mirar con reojo y detalles lo que pasa actualmente en Ecuador, donde el crimen organizado logró conquistar tantos espacios que amenazó su estabilidad y las instituciones.
En el país ya lo vivimos, se combatió y se logró reducir a las estructuras militares de alzados en armas contra el Estado, pero no a la delincuencia común organizada que no amenazan la estabilidad institucional, pero sí la tranquilidad de los ciudadanos. Pero lo de Ecuador es el desborde: esta delincuencia se empodera tanto, cuando se le tolera o se es permisivo con ella, que de forma inverosímil llega a comprometer y a poner en entredicho la estabilidad institucional.
Lo que vemos entonces es que la delincuencia no respeta gobierno, ni cambio de gobierno, sea en el ámbito nacional o en el local. Es un oficio del diario vivir y para quienes la ejercen es un trabajo normal, aunque no aparece en los registros del DANE.
Valledupar, como las otras ciudades, además de más policías, necesita inteligencia y coordinación. Inteligencia de quienes están a cargo de las entidades públicas y de seguridad del Estado, pero también inteligencia tecnológica para facilitar la prevención y reacción ante cualquier delito. Funcionarios civiles, policías, jueces, fiscales, carceleros, ciudadanos, vigilantes privados, defensa civil, taxistas, comerciantes, juntas comunales, etc., deben participar en la tarea de la vigilancia y la colaboración solidaria. Bajo el concepto y ejercicio de la coordinación, porque si cada entidad o grupo sigue trabajando por su lado el impacto de cada estrategia será menor.
Si el crimen es organizado, las autoridades deben ser estructuradas, planeadas, fuertes, eficaces y bien coordinadas. Contra el crimen siempre se debe ir un paso adelante.