Los 12 equipos de investigación que trabajaron en este libro identificaron no solo los grandes logros, sino también los retos que tiene la ciudad.
Coordiné hace unos meses una evaluación rigurosa de las políticas públicas de Barranquilla durante las cuatro últimas administraciones: Alejandro Char, Elsa Noguera, de nuevo Alejandro Char y Jaime Pumarejo, quien acaba de ser distinguido como el mejor gobernante del país de 2023, según Colombia Líder.
Hicieron las evaluaciones reconocidos académicos de diversas profesiones y distintos lugares del país. Los resultados están publicados en el libro Qué pasó en Barranquilla, 2008-2023, que fue patrocinado por ProBarranquilla y un puñado de empresas privadas (de acceso gratuito en el sitio de ProBarranquilla).
La conclusión más importante es que la continuidad de las políticas y los proyectos puede traer grandes beneficios cuando las autoridades locales tienen claridad de objetivos, buena comunicación con la ciudadanía y hay un ambiente de cooperación y confianza entre el sector público y el privado.
Barranquilla se transformó en muchos aspectos en estos 16 años: mejoraron las vías, se crearon nuevos espacios públicos como el Malecón, se canalizaron los arroyos, se recuperaron cientos de parques, se amplió muchísimo la oferta de vivienda de interés social y se facilitó el acceso de la población de bajos ingresos a servicios de salud de calidad.
Los 12 equipos de investigación que trabajaron en este libro identificaron no solo los grandes logros, sino también los retos que tiene la ciudad. El reto más inmediato es el excesivo endeudamiento. Aunque los recursos de deuda pública se han usado bien, la ciudad no está recaudando suficientes ingresos fiscales para sostener todos los programas de inversión que tiene y a la vez pagar las obligaciones de deuda. Este es un problema que no puede ignorarse, como ha ocurrido hasta ahora.
De cómo se enfrente el reto del excesivo endeudamiento dependerá que se puedan atender otros retos muy importantes, como mejorar el transporte público para reducir los tiempos de movilización de la mayoría de la gente —que son los peores de todo el país— o continuar con los programas de mejoramiento del medio ambiente para que Barranquilla sea una biodiverciudad en toda regla.
La experiencia de Barranquilla en estos 16 años ofrece lecciones muy valiosas para los nuevos alcaldes de otras ciudades. La más polémica es que la hegemonía de un solo movimiento en una alcaldía es un arma de doble filo. Aunque Barranquilla logró mucho en estos 16 años, ha incurrido en prácticas políticas que pueden ser muy dañinas. La encuesta Polimétrica encontró que Barranquilla fue, entre las grandes ciudades, la que tuvo la mayor compra de votos en las elecciones locales del 29 de octubre. La hegemonía se puede usar para debilitar a los opositores políticos, marginar a los medios de comunicación independientes y fraccionar a las élites a través de la asignación de prebendas y contratos a algunas empresas e intereses a costa de otros.
Otra lección importante es que el crecimiento económico y el empleo formal en una ciudad difícilmente responden a las políticas de atracción de inversión o de aumento del gasto público local. Los nuevos alcaldes tienen que identificar cuáles son las restricciones que más seriamente afectan el crecimiento local y concentrarse en removerlas, aunque los frutos no se vean en poco tiempo. Es posible que lo más crítico en Barranquilla sea la inadecuada educación y capacitación de los trabajadores. También es muy factible que la ciudad no esté aprovechando bien las capacidades de las mujeres, lo que ocurre, como en otras ciudades, por razones culturales, como el machismo, por falta de centros de cuidado infantil, porque no hay medios adecuados de transporte o por problemas de seguridad que impiden a las mujeres ocupar empleos formales bien remunerados.
Los nuevos alcaldes y sus equipos técnicos pueden beneficiarse mucho de estudiar en detalle las numerosas lecciones que presenta el libro. No se trata de copiar a Barranquilla, sino de aprender tanto de sus aciertos como de sus posibles errores.
Tomada de El Espectador
Por: Eduardo Lora
Los 12 equipos de investigación que trabajaron en este libro identificaron no solo los grandes logros, sino también los retos que tiene la ciudad.
Coordiné hace unos meses una evaluación rigurosa de las políticas públicas de Barranquilla durante las cuatro últimas administraciones: Alejandro Char, Elsa Noguera, de nuevo Alejandro Char y Jaime Pumarejo, quien acaba de ser distinguido como el mejor gobernante del país de 2023, según Colombia Líder.
Hicieron las evaluaciones reconocidos académicos de diversas profesiones y distintos lugares del país. Los resultados están publicados en el libro Qué pasó en Barranquilla, 2008-2023, que fue patrocinado por ProBarranquilla y un puñado de empresas privadas (de acceso gratuito en el sitio de ProBarranquilla).
La conclusión más importante es que la continuidad de las políticas y los proyectos puede traer grandes beneficios cuando las autoridades locales tienen claridad de objetivos, buena comunicación con la ciudadanía y hay un ambiente de cooperación y confianza entre el sector público y el privado.
Barranquilla se transformó en muchos aspectos en estos 16 años: mejoraron las vías, se crearon nuevos espacios públicos como el Malecón, se canalizaron los arroyos, se recuperaron cientos de parques, se amplió muchísimo la oferta de vivienda de interés social y se facilitó el acceso de la población de bajos ingresos a servicios de salud de calidad.
Los 12 equipos de investigación que trabajaron en este libro identificaron no solo los grandes logros, sino también los retos que tiene la ciudad. El reto más inmediato es el excesivo endeudamiento. Aunque los recursos de deuda pública se han usado bien, la ciudad no está recaudando suficientes ingresos fiscales para sostener todos los programas de inversión que tiene y a la vez pagar las obligaciones de deuda. Este es un problema que no puede ignorarse, como ha ocurrido hasta ahora.
De cómo se enfrente el reto del excesivo endeudamiento dependerá que se puedan atender otros retos muy importantes, como mejorar el transporte público para reducir los tiempos de movilización de la mayoría de la gente —que son los peores de todo el país— o continuar con los programas de mejoramiento del medio ambiente para que Barranquilla sea una biodiverciudad en toda regla.
La experiencia de Barranquilla en estos 16 años ofrece lecciones muy valiosas para los nuevos alcaldes de otras ciudades. La más polémica es que la hegemonía de un solo movimiento en una alcaldía es un arma de doble filo. Aunque Barranquilla logró mucho en estos 16 años, ha incurrido en prácticas políticas que pueden ser muy dañinas. La encuesta Polimétrica encontró que Barranquilla fue, entre las grandes ciudades, la que tuvo la mayor compra de votos en las elecciones locales del 29 de octubre. La hegemonía se puede usar para debilitar a los opositores políticos, marginar a los medios de comunicación independientes y fraccionar a las élites a través de la asignación de prebendas y contratos a algunas empresas e intereses a costa de otros.
Otra lección importante es que el crecimiento económico y el empleo formal en una ciudad difícilmente responden a las políticas de atracción de inversión o de aumento del gasto público local. Los nuevos alcaldes tienen que identificar cuáles son las restricciones que más seriamente afectan el crecimiento local y concentrarse en removerlas, aunque los frutos no se vean en poco tiempo. Es posible que lo más crítico en Barranquilla sea la inadecuada educación y capacitación de los trabajadores. También es muy factible que la ciudad no esté aprovechando bien las capacidades de las mujeres, lo que ocurre, como en otras ciudades, por razones culturales, como el machismo, por falta de centros de cuidado infantil, porque no hay medios adecuados de transporte o por problemas de seguridad que impiden a las mujeres ocupar empleos formales bien remunerados.
Los nuevos alcaldes y sus equipos técnicos pueden beneficiarse mucho de estudiar en detalle las numerosas lecciones que presenta el libro. No se trata de copiar a Barranquilla, sino de aprender tanto de sus aciertos como de sus posibles errores.
Tomada de El Espectador
Por: Eduardo Lora