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Columnista - 12 diciembre, 2023

La COP28 y la transición energética

Llamamos la atención sobre los riesgos que entraña pretender abandonar, dándole la espalda prematuramente, al petróleo y al carbón, los dos principales renglones de exportación, generadores de divisas y principal fuente de ingresos tanto de la Nación como de las entidades territoriales. 

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Por Amylkar D. Acosta M.

Es imperiosa la necesidad de darnos nuestra propia hoja de ruta, para no calcar ni imitar a otros países, que son diferentes a Colombia, al tiempo que esta se debe territorializar, debido a que Colombia es un país de regiones, muy diversas unas de otras, porque no es lo mismo su puesta en práctica en aquellas regiones que dependen de la actividad extractiva de petróleo, carbón y gas, que son energéticos fósiles y contaminantes, que con el paso de los años su demanda se irá contrayendo y por ende su actividad, que aquellas que no dependen de los mismos.

Llamamos la atención sobre los riesgos que entraña pretender abandonar, dándole la espalda prematuramente, al petróleo y al carbón, los dos principales renglones de exportación, generadores de divisas y principal fuente de ingresos tanto de la Nación como de las entidades territoriales. 

Si bien tenemos premura en avanzar en la transición energética, el apresuramiento en su implementación puede poner en riesgo tanto la seguridad como la soberanía energética del país. La precipitación a la hora de proceder no es buena consejera. Colombia tiene que proceder con cautela y prudencia.

Esta observación es tanto más pertinente después de escuchar la intervención del presidente Gustavo Petro en el marco de la COP28, reiterando obstinadamente su decisión de no permitir la firma de nuevos contratos de exploración y producción de hidrocarburos en Colombia. Aunque esta vez fue mucho más lejos de su anuncio en la pasada COP27, al adherir a Colombia al Tratado de no Proliferación de los Combustibles Fósiles, lo cual implica, según lo remarcó el mismo presidente Petro, “cero exploración nueva” y “cero proyecto de explotación nueva en el mundo”.

Esto es supremamente grave para el país, porque con tal decisión estaríamos dando un salto al vacío, con consecuencias catastróficas para el país! Y ello, mientras el resto del mundo, a contrapelo de lo que plantea y se propone el presidente Petro, aumenta la producción y el consumo de petróleo y sus derivados. 

Según la Agencia internacional de energía (AIE), en los próximos 5 años la demanda de crudo en el mundo se incrementará en 5.8 MMBPD y solo a partir del 2030 se empezará a aplanar la curva de demanda. 

Entre tanto, el presidente de Petrobras, Jean-Paul Prates, anuncia que Brasil pasará de producir 3 MMBPD a 5.4 MMBPD hacia el 2028. Por su parte Guyana se apresta a salir al ruedo con una producción nueva de petróleo de 1 MMBPD.

Así las cosas, el discurso en Dubai, así como la firma del tal tratado, al cual además de Colombia solo se han adherido, según el registro de prensa “varios archipiélagos-estado del océano Pacifico, Asia y el Caribe, ninguno de los cuales depende tanto como depende Colombia de la actividad petrolera, gana aplausos y reconocimientos del activismo de los fundambientalistas del orbe, pero se sitúa, como diría el mexicano premio Nobel de la Literatura Octavio Paz, “a las afueras de la realidad”, por lo menos de la de Colombia.

Columnista
12 diciembre, 2023

La COP28 y la transición energética

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Amylkar D. Acosta

Llamamos la atención sobre los riesgos que entraña pretender abandonar, dándole la espalda prematuramente, al petróleo y al carbón, los dos principales renglones de exportación, generadores de divisas y principal fuente de ingresos tanto de la Nación como de las entidades territoriales. 


Por Amylkar D. Acosta M.

Es imperiosa la necesidad de darnos nuestra propia hoja de ruta, para no calcar ni imitar a otros países, que son diferentes a Colombia, al tiempo que esta se debe territorializar, debido a que Colombia es un país de regiones, muy diversas unas de otras, porque no es lo mismo su puesta en práctica en aquellas regiones que dependen de la actividad extractiva de petróleo, carbón y gas, que son energéticos fósiles y contaminantes, que con el paso de los años su demanda se irá contrayendo y por ende su actividad, que aquellas que no dependen de los mismos.

Llamamos la atención sobre los riesgos que entraña pretender abandonar, dándole la espalda prematuramente, al petróleo y al carbón, los dos principales renglones de exportación, generadores de divisas y principal fuente de ingresos tanto de la Nación como de las entidades territoriales. 

Si bien tenemos premura en avanzar en la transición energética, el apresuramiento en su implementación puede poner en riesgo tanto la seguridad como la soberanía energética del país. La precipitación a la hora de proceder no es buena consejera. Colombia tiene que proceder con cautela y prudencia.

Esta observación es tanto más pertinente después de escuchar la intervención del presidente Gustavo Petro en el marco de la COP28, reiterando obstinadamente su decisión de no permitir la firma de nuevos contratos de exploración y producción de hidrocarburos en Colombia. Aunque esta vez fue mucho más lejos de su anuncio en la pasada COP27, al adherir a Colombia al Tratado de no Proliferación de los Combustibles Fósiles, lo cual implica, según lo remarcó el mismo presidente Petro, “cero exploración nueva” y “cero proyecto de explotación nueva en el mundo”.

Esto es supremamente grave para el país, porque con tal decisión estaríamos dando un salto al vacío, con consecuencias catastróficas para el país! Y ello, mientras el resto del mundo, a contrapelo de lo que plantea y se propone el presidente Petro, aumenta la producción y el consumo de petróleo y sus derivados. 

Según la Agencia internacional de energía (AIE), en los próximos 5 años la demanda de crudo en el mundo se incrementará en 5.8 MMBPD y solo a partir del 2030 se empezará a aplanar la curva de demanda. 

Entre tanto, el presidente de Petrobras, Jean-Paul Prates, anuncia que Brasil pasará de producir 3 MMBPD a 5.4 MMBPD hacia el 2028. Por su parte Guyana se apresta a salir al ruedo con una producción nueva de petróleo de 1 MMBPD.

Así las cosas, el discurso en Dubai, así como la firma del tal tratado, al cual además de Colombia solo se han adherido, según el registro de prensa “varios archipiélagos-estado del océano Pacifico, Asia y el Caribe, ninguno de los cuales depende tanto como depende Colombia de la actividad petrolera, gana aplausos y reconocimientos del activismo de los fundambientalistas del orbe, pero se sitúa, como diría el mexicano premio Nobel de la Literatura Octavio Paz, “a las afueras de la realidad”, por lo menos de la de Colombia.