Por Luis Elquis Díaz La ideologización de la política en America Latina ha conducido al aumento del deterioro de las fragilidades de la democracia. En la región la ideología no pesa tanto en la decisión del voto como el pragmatismo para resolver urgentemente los problemas endémicos, lo que lleva a propuestas de soluciones mágicas cargadas […]
Por Luis Elquis Díaz
La ideologización de la política en America Latina ha conducido al aumento del deterioro de las fragilidades de la democracia. En la región la ideología no pesa tanto en la decisión del voto como el pragmatismo para resolver urgentemente los problemas endémicos, lo que lleva a propuestas de soluciones mágicas cargadas de populismo de izquierda y derecha.
Los profesores Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, explican en su libro ‘Cómo mueren las democracias’ que los aspirantes a autoritarios prefieren socavar la democracia desde dentro, obteniendo victorias electorales legítimas sobre plataformas populistas y luego lentamente y, en una perversa ironía, a menudo en nombre de preservar o reformar la democracia socavando instituciones democráticas liberales como la separación de poderes, el Estado de derecho y las libertades civiles”. Esta descripción coincide con la corriente mundial caracterizada por posiciones “antisistema” y con una fuerte ideologización de la política, que incluso amenazan la importancia del pensamiento crítico.
Lo que hoy sucede en las democracias del mundo está relacionado con la crisis de la globalización, la economía y la geopolítica. También con lo escrito hace cerca de ochenta años por George Orwell.
‘La Rebelión de la Granja’ (Animal Farm), la novela alegórica satírica de George Orwell, publicada por primera vez en Inglaterra el 17 de agosto de 1945, es un libro que cuenta la historia de un grupo de animales de granja que se rebelan contra su granjero humano, con la esperanza de crear una sociedad donde los animales puedan ser iguales.
Orwell nos cuenta cómo el régimen soviético corrompe el socialismo con la llegada de Stalin. A lo largo del libro el autor describe cómo evoluciona la rebelión y cómo poco a poco acaba convirtiéndose en una dictadura tiránica. Los personajes (animales) basados en reales, nos dejan momentos entrañables, elocuentes y en ocasiones hasta divertidos, todo ello gracias a unos diálogos exquisitos.
De forma particular, George Orwell, satirizó la Revolución Rusa de 1917 y el posterior ascenso del comunismo del que surgiría la futura Unión Soviética fue un desafío para el escritor y no fue un asunto menor para los editores. Orwell narra a través de las ideas dadas por un cerdo apodado el ‘Viejo Comandante’ (Karl Marx), los animales expulsan al granjero Jones (el Zar) que controlaba normalmente su granja (Rusia) y de la expulsión de los humanos en la Batalla del Establo (Revolución Bolchevique) y en el que se establece el nuevo sistema de animalismo (Comunismo) que llevará a que los animales controlen ahora la “Granja Solar”, rebautizada como “Granja Animal”.
Los encargados de la rebelión son los cerdos Napoleón (Stalin) y Bola de Nieve (Trotsky), acaban sometiendo al resto de animales inferiores y los controlarán con mano de hierro, les hacen trabajar incansablemente, racionando su alimento y sometiéndolos a los trabajos más duros y extremos. Los animales, victoriosos y felices, controlan la granja. Todos los días se canta la emblemática canción Bestias de Inglaterra (La Internacional), se acuñan los siete mandamientos de los animales, el discurso “¡Cuatro patas sí, dos patas no!” y se iza una bandera verde (roja comunista) que identifica a todos los animales en cuyo centro pintan una pezuña y un cuerno (la hoz y el martillo).
Vivimos tiempos similares y es precisamente en estos tiempos cuando libros como ‘La Rebelión de la Granja’ se vuelven relevantes y merecen una lectura regular para recordarnos cómo los autócratas se aprovechan del deseo humano de un mundo mejor para sus intereses egoístas, desenmascarando la codicia y la traición, profundizando la desigualdad, el engaño, la opresión, la manipulación y la corrupción. El populismo de izquierda y derecha del mundo actual convive con el síndrome de Hibris y los intentos incesantes para mantener el control de la gente para permanecer en el poder.
Por Luis Elquis Díaz La ideologización de la política en America Latina ha conducido al aumento del deterioro de las fragilidades de la democracia. En la región la ideología no pesa tanto en la decisión del voto como el pragmatismo para resolver urgentemente los problemas endémicos, lo que lleva a propuestas de soluciones mágicas cargadas […]
Por Luis Elquis Díaz
La ideologización de la política en America Latina ha conducido al aumento del deterioro de las fragilidades de la democracia. En la región la ideología no pesa tanto en la decisión del voto como el pragmatismo para resolver urgentemente los problemas endémicos, lo que lleva a propuestas de soluciones mágicas cargadas de populismo de izquierda y derecha.
Los profesores Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, explican en su libro ‘Cómo mueren las democracias’ que los aspirantes a autoritarios prefieren socavar la democracia desde dentro, obteniendo victorias electorales legítimas sobre plataformas populistas y luego lentamente y, en una perversa ironía, a menudo en nombre de preservar o reformar la democracia socavando instituciones democráticas liberales como la separación de poderes, el Estado de derecho y las libertades civiles”. Esta descripción coincide con la corriente mundial caracterizada por posiciones “antisistema” y con una fuerte ideologización de la política, que incluso amenazan la importancia del pensamiento crítico.
Lo que hoy sucede en las democracias del mundo está relacionado con la crisis de la globalización, la economía y la geopolítica. También con lo escrito hace cerca de ochenta años por George Orwell.
‘La Rebelión de la Granja’ (Animal Farm), la novela alegórica satírica de George Orwell, publicada por primera vez en Inglaterra el 17 de agosto de 1945, es un libro que cuenta la historia de un grupo de animales de granja que se rebelan contra su granjero humano, con la esperanza de crear una sociedad donde los animales puedan ser iguales.
Orwell nos cuenta cómo el régimen soviético corrompe el socialismo con la llegada de Stalin. A lo largo del libro el autor describe cómo evoluciona la rebelión y cómo poco a poco acaba convirtiéndose en una dictadura tiránica. Los personajes (animales) basados en reales, nos dejan momentos entrañables, elocuentes y en ocasiones hasta divertidos, todo ello gracias a unos diálogos exquisitos.
De forma particular, George Orwell, satirizó la Revolución Rusa de 1917 y el posterior ascenso del comunismo del que surgiría la futura Unión Soviética fue un desafío para el escritor y no fue un asunto menor para los editores. Orwell narra a través de las ideas dadas por un cerdo apodado el ‘Viejo Comandante’ (Karl Marx), los animales expulsan al granjero Jones (el Zar) que controlaba normalmente su granja (Rusia) y de la expulsión de los humanos en la Batalla del Establo (Revolución Bolchevique) y en el que se establece el nuevo sistema de animalismo (Comunismo) que llevará a que los animales controlen ahora la “Granja Solar”, rebautizada como “Granja Animal”.
Los encargados de la rebelión son los cerdos Napoleón (Stalin) y Bola de Nieve (Trotsky), acaban sometiendo al resto de animales inferiores y los controlarán con mano de hierro, les hacen trabajar incansablemente, racionando su alimento y sometiéndolos a los trabajos más duros y extremos. Los animales, victoriosos y felices, controlan la granja. Todos los días se canta la emblemática canción Bestias de Inglaterra (La Internacional), se acuñan los siete mandamientos de los animales, el discurso “¡Cuatro patas sí, dos patas no!” y se iza una bandera verde (roja comunista) que identifica a todos los animales en cuyo centro pintan una pezuña y un cuerno (la hoz y el martillo).
Vivimos tiempos similares y es precisamente en estos tiempos cuando libros como ‘La Rebelión de la Granja’ se vuelven relevantes y merecen una lectura regular para recordarnos cómo los autócratas se aprovechan del deseo humano de un mundo mejor para sus intereses egoístas, desenmascarando la codicia y la traición, profundizando la desigualdad, el engaño, la opresión, la manipulación y la corrupción. El populismo de izquierda y derecha del mundo actual convive con el síndrome de Hibris y los intentos incesantes para mantener el control de la gente para permanecer en el poder.