Un momento interesante es el que está pasando la economía colombiana, que ayer recibió la buena noticia que nuevamente cuenta con la calificación de grado de inversión. Hay motivos para el optimismo, a pesar de muchas dificultades internas y externas, y por eso queremos comentar esas luces y sombras que se ciernen sobre la misma. […]
Un momento interesante es el que está pasando la economía colombiana, que ayer recibió la buena noticia que nuevamente cuenta con la calificación de grado de inversión. Hay motivos para el optimismo, a pesar de muchas dificultades internas y externas, y por eso queremos comentar esas luces y sombras que se ciernen sobre la misma.
En primer lugar, hay que resaltar como un hecho positivo que el país nuevamente tenga el grado de inversión en la calificación de su economía, otorgado por la firma “Standar and poor”, categoría que se había perdido en 1999, durante el gobierno de Ernesto Samper Pizano.
El contar con grado de inversión representa un reconocimiento al manejo económico del país, en los últimos años; es considerar que la deuda pública y la situación fiscal han sido bien manejadas, y en términos concretos facilita el acceso del país a los mercados financieros internacionales y posibilita la inversión extranjera en nuestro territorio. Sin lugar a dudas, es una buena noticia con implicaciones positivas para la economía nacional.
Y es que las cifras ratifican una buena evolución de la economía colombiana, como bien lo señaló ayer el Ministro de Hacienda y Crédito Público, Juan Carlos Echeverry Garzón, en un seminario llamado “Agenda de Reforma de Mercado de Capitales”, realizado en Bogotá, organizado por la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (Anif) y el Banco Mundial, entre otras instituciones.
En efecto, desde 2005 Colombia pasó de ser un país de ingreso medio bajo, a ser un país de ingreso medio alto; esto significa que el promedio de ingresos de su población creció, por supuesto que no de manera homogénea; adicionalmente, el promedio de la tasa de crecimiento económico pasó de 2,0%, entre 1994 y 1999, al 3,8 por ciento entre 2000 y 2010, lo que constituye un buen resultado.
Adicionalmente, el país presenta un adecuado nivel de reservas internacionales y unas cifras fiscales un poco alentadoras, aunque no sean las más próximas a las que recomiendan los ortodoxos sobre el tema, luego de los periodos de relativa bonanza económica que hemos tenido. Igualmente, son positivos los indicadores en materia de producción industrial, en las ventas del comercio, por ejemplo en ventas de vehículos, donde pasamos de 185.129 unidades en 2009 a 253.869 en 2010, según las cifras reportadas por la firma Econometría que tradicionalmente lleva y divulga este importante indicador.
Son positivas también las noticias por los lados de los precios de nuestros principales productos básicos, como el café, el petróleo y el carbón, entre otros, que son elementos que también contribuyen al optimismo moderado. Y también hay que reconocer que son positivos los indicadores que muestra el sector financiero, particularmente el comportamiento de las solicitudes y colocación de crédito y los niveles de tasas de interés.
No obstante todo lo anterior, no podemos olvidar que la economía nacional afronta problemas de vieja data, como el desempleo por encima de dos dígitos y los altos niveles de pobreza e indigencia, que afectan a amplios sectores de nuestra población que poco o nada se benefician de las épocas de las vacas gordas que ha vivido nuestra economía.
De manera coyuntural están los problemas relacionados con el invierno, que se pronostica nuevamente se va a recrudecer, con sus consecuencias en materia de menor oferta de alimentos y aplazamiento de obras de construcción tanto de vivienda, como de infraestructura, entre otros sectores.
Y finalmente, están los serios problemas que afronta la economía internacional, principalmente los derivados de la crisis política en el Medio Oriente, el terremoto y el tsunami en Japón, ahora con una crisis mayor por la incertidumbre por la generación de su energía nuclear y la frágil situación de las economías de Europa y de los Estados Unidos.
Las autoridades económicas del país tendrán que estar muy atentas a la evolución de la coyuntura internacional para adoptar, oportunamente, las medidas del caso. Por lo pronto, lo que la teoría económica aconseja es incentivar los instrumentos de expansión de la economía nacional, principalmente los sectores que el gobierno ha escogido como las locomotoras para su Plan de Desarrollo, “Prosperidad para todos”. El hecho de ser 2011 un año político, por las elecciones regionales de Alcaldes, concejales, gobernadores y diputados, como ha sido tradicional, también contribuye a generar cierta expansión en la economía.
Un momento interesante es el que está pasando la economía colombiana, que ayer recibió la buena noticia que nuevamente cuenta con la calificación de grado de inversión. Hay motivos para el optimismo, a pesar de muchas dificultades internas y externas, y por eso queremos comentar esas luces y sombras que se ciernen sobre la misma. […]
Un momento interesante es el que está pasando la economía colombiana, que ayer recibió la buena noticia que nuevamente cuenta con la calificación de grado de inversión. Hay motivos para el optimismo, a pesar de muchas dificultades internas y externas, y por eso queremos comentar esas luces y sombras que se ciernen sobre la misma.
En primer lugar, hay que resaltar como un hecho positivo que el país nuevamente tenga el grado de inversión en la calificación de su economía, otorgado por la firma “Standar and poor”, categoría que se había perdido en 1999, durante el gobierno de Ernesto Samper Pizano.
El contar con grado de inversión representa un reconocimiento al manejo económico del país, en los últimos años; es considerar que la deuda pública y la situación fiscal han sido bien manejadas, y en términos concretos facilita el acceso del país a los mercados financieros internacionales y posibilita la inversión extranjera en nuestro territorio. Sin lugar a dudas, es una buena noticia con implicaciones positivas para la economía nacional.
Y es que las cifras ratifican una buena evolución de la economía colombiana, como bien lo señaló ayer el Ministro de Hacienda y Crédito Público, Juan Carlos Echeverry Garzón, en un seminario llamado “Agenda de Reforma de Mercado de Capitales”, realizado en Bogotá, organizado por la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (Anif) y el Banco Mundial, entre otras instituciones.
En efecto, desde 2005 Colombia pasó de ser un país de ingreso medio bajo, a ser un país de ingreso medio alto; esto significa que el promedio de ingresos de su población creció, por supuesto que no de manera homogénea; adicionalmente, el promedio de la tasa de crecimiento económico pasó de 2,0%, entre 1994 y 1999, al 3,8 por ciento entre 2000 y 2010, lo que constituye un buen resultado.
Adicionalmente, el país presenta un adecuado nivel de reservas internacionales y unas cifras fiscales un poco alentadoras, aunque no sean las más próximas a las que recomiendan los ortodoxos sobre el tema, luego de los periodos de relativa bonanza económica que hemos tenido. Igualmente, son positivos los indicadores en materia de producción industrial, en las ventas del comercio, por ejemplo en ventas de vehículos, donde pasamos de 185.129 unidades en 2009 a 253.869 en 2010, según las cifras reportadas por la firma Econometría que tradicionalmente lleva y divulga este importante indicador.
Son positivas también las noticias por los lados de los precios de nuestros principales productos básicos, como el café, el petróleo y el carbón, entre otros, que son elementos que también contribuyen al optimismo moderado. Y también hay que reconocer que son positivos los indicadores que muestra el sector financiero, particularmente el comportamiento de las solicitudes y colocación de crédito y los niveles de tasas de interés.
No obstante todo lo anterior, no podemos olvidar que la economía nacional afronta problemas de vieja data, como el desempleo por encima de dos dígitos y los altos niveles de pobreza e indigencia, que afectan a amplios sectores de nuestra población que poco o nada se benefician de las épocas de las vacas gordas que ha vivido nuestra economía.
De manera coyuntural están los problemas relacionados con el invierno, que se pronostica nuevamente se va a recrudecer, con sus consecuencias en materia de menor oferta de alimentos y aplazamiento de obras de construcción tanto de vivienda, como de infraestructura, entre otros sectores.
Y finalmente, están los serios problemas que afronta la economía internacional, principalmente los derivados de la crisis política en el Medio Oriente, el terremoto y el tsunami en Japón, ahora con una crisis mayor por la incertidumbre por la generación de su energía nuclear y la frágil situación de las economías de Europa y de los Estados Unidos.
Las autoridades económicas del país tendrán que estar muy atentas a la evolución de la coyuntura internacional para adoptar, oportunamente, las medidas del caso. Por lo pronto, lo que la teoría económica aconseja es incentivar los instrumentos de expansión de la economía nacional, principalmente los sectores que el gobierno ha escogido como las locomotoras para su Plan de Desarrollo, “Prosperidad para todos”. El hecho de ser 2011 un año político, por las elecciones regionales de Alcaldes, concejales, gobernadores y diputados, como ha sido tradicional, también contribuye a generar cierta expansión en la economía.