La continuidad del progresismo alternativo en Colombia está en ciernes, el efecto Gaitán podría repetirse. Este caudillo con su capacidad de convocatoria se creía “un pueblo” porque llenaba las plazas, pero jamás tuvo una organización capaz de hacerlo después de su muerte. Sus seguidores, que eran millones, quedaron despavoridos en ausencia de su caudillo.
Por Luis Napoleón de Armas P.
La continuidad del progresismo alternativo en Colombia está en ciernes, el efecto Gaitán podría repetirse. Este caudillo con su capacidad de convocatoria se creía “un pueblo” porque llenaba las plazas, pero jamás tuvo una organización capaz de hacerlo después de su muerte. Sus seguidores, que eran millones, quedaron despavoridos en ausencia de su caudillo.
Igual puede pasar con Petro, aún estando vivo; su lucha solitaria por más de 30 años construida sobre su talento, su valor civil y el espontaneísmo de la gente le permitió llegar a la Casa de Nariño por ser un hombre providencial pero en cada región no se dan estas condiciones excepcionales; la gente quiere un cambio pero este no lo hace una sola persona, lo hace un equipo, “una golondrina no hace verano”; en los territorios se requiere una organización con mucha claridad conceptual y de propósitos que siga llenando las plazas públicas sin la presencia de Petro y que también llene las urnas; ahí están esperando los 110.000 votos puros que le dieron un contundente triunfo en Valledupar y más de 190.000 en el Cesar ganándole a las viejas castas enquistadas; estos votos no costaron un solo peso, se impuso la voluntad y esperanza de cambio. Sí se puede. Pero, lograr esta hazaña requiere mucha mística y convencimiento alrededor de objetivos claros, imposible de lograr en un periodo de gobierno; además se necesita una organización de base que no la hay, Petro no la fomentó. Por eso quedamos sin interlocución con el gobierno nacional; estamos como abeja sin panal y sin reina. Eso explica por qué se están colando personas en el gobierno nacional que uno no se explica cómo llegaron allí perteneciendo a las toldas de los partidos opositores o sin haber cargado un solo ladrillo para construir este logro presidencial. Por eso debemos fortalecer nuestra organización para que en la gobernación y en los municipios nos representen personas convencidas, no mercaderes electorales.
Más, esto requiere mucha unidad y claridad conceptual; las líneas rojas no se deben correr. Un ex- precandidato del P.H., muy amigo de entrevistas radiales, propone que en el Frente Amplio se incluyan candidatos del uribismo como Camilo Quiroz, María Isabel Campo y Darling Guevara para sacar de allí un candidato opuesto a Ernesto Orozco; esto no tiene presentación ni coherencia. Esta corriente ideológica es la que Petro derrotó y con ella nuestra misión se diluye, somos diferentes, así no se consigue la continuidad del progresismo; no se trata de ganar elecciones, buscamos un cambio. Queremos un país libre de economías subterráneas con un aparato productivo real, no especulativo y una sociedad con valores; no se trata de construir un club de amigos.
Este Talleyrand criollo le dijo a Lina que desmontaría su aspiración a cambio de 3 secretarías y $70 millones; eso es vergonzante, lo hacen los prepago; esa no es la gente que requiere Colombia para producir cambios cualitativos en la sociedad; quién así actúa sin ser gobierno, cuando lo sea será su práctica. Tal vez, con el mismo propósito merodea otras campañas. Necesitamos ganar, pero no así, tenemos con qué hacerlo. De este lado nos quedaremos los que somos, los que anhelamos los cambios para todos, hay que reconstruir el tejido social y recuperar la economía; nuestros indicadores socioeconómicos regionales son cada vez más deprimentes, mantengamos viva la esperanza; hagamos del Cesar una potencia mundial de la vida. Si no ganamos ahora, en mayo del 2026 perderemos las parlamentarias y por lo tanto la presidencia de la república. Y ahí será el llorar y el crujir de dientes, el fascismo vendrá con todas sus venganzas y nuevos métodos para eliminarnos tal que los falsos positivos no pasarán de ser una pequeña muestra de la violencia. ¡Ay de los vencidos! No soy un oráculo ni trato de escenificar el Apocalípsis de Juan, pero si los mismos vuelven el revanchismo será total; las recaídas de un paciente suelen ser fatales, nuestro pronóstico debe ser de vida.
La continuidad del progresismo alternativo en Colombia está en ciernes, el efecto Gaitán podría repetirse. Este caudillo con su capacidad de convocatoria se creía “un pueblo” porque llenaba las plazas, pero jamás tuvo una organización capaz de hacerlo después de su muerte. Sus seguidores, que eran millones, quedaron despavoridos en ausencia de su caudillo.
Por Luis Napoleón de Armas P.
La continuidad del progresismo alternativo en Colombia está en ciernes, el efecto Gaitán podría repetirse. Este caudillo con su capacidad de convocatoria se creía “un pueblo” porque llenaba las plazas, pero jamás tuvo una organización capaz de hacerlo después de su muerte. Sus seguidores, que eran millones, quedaron despavoridos en ausencia de su caudillo.
Igual puede pasar con Petro, aún estando vivo; su lucha solitaria por más de 30 años construida sobre su talento, su valor civil y el espontaneísmo de la gente le permitió llegar a la Casa de Nariño por ser un hombre providencial pero en cada región no se dan estas condiciones excepcionales; la gente quiere un cambio pero este no lo hace una sola persona, lo hace un equipo, “una golondrina no hace verano”; en los territorios se requiere una organización con mucha claridad conceptual y de propósitos que siga llenando las plazas públicas sin la presencia de Petro y que también llene las urnas; ahí están esperando los 110.000 votos puros que le dieron un contundente triunfo en Valledupar y más de 190.000 en el Cesar ganándole a las viejas castas enquistadas; estos votos no costaron un solo peso, se impuso la voluntad y esperanza de cambio. Sí se puede. Pero, lograr esta hazaña requiere mucha mística y convencimiento alrededor de objetivos claros, imposible de lograr en un periodo de gobierno; además se necesita una organización de base que no la hay, Petro no la fomentó. Por eso quedamos sin interlocución con el gobierno nacional; estamos como abeja sin panal y sin reina. Eso explica por qué se están colando personas en el gobierno nacional que uno no se explica cómo llegaron allí perteneciendo a las toldas de los partidos opositores o sin haber cargado un solo ladrillo para construir este logro presidencial. Por eso debemos fortalecer nuestra organización para que en la gobernación y en los municipios nos representen personas convencidas, no mercaderes electorales.
Más, esto requiere mucha unidad y claridad conceptual; las líneas rojas no se deben correr. Un ex- precandidato del P.H., muy amigo de entrevistas radiales, propone que en el Frente Amplio se incluyan candidatos del uribismo como Camilo Quiroz, María Isabel Campo y Darling Guevara para sacar de allí un candidato opuesto a Ernesto Orozco; esto no tiene presentación ni coherencia. Esta corriente ideológica es la que Petro derrotó y con ella nuestra misión se diluye, somos diferentes, así no se consigue la continuidad del progresismo; no se trata de ganar elecciones, buscamos un cambio. Queremos un país libre de economías subterráneas con un aparato productivo real, no especulativo y una sociedad con valores; no se trata de construir un club de amigos.
Este Talleyrand criollo le dijo a Lina que desmontaría su aspiración a cambio de 3 secretarías y $70 millones; eso es vergonzante, lo hacen los prepago; esa no es la gente que requiere Colombia para producir cambios cualitativos en la sociedad; quién así actúa sin ser gobierno, cuando lo sea será su práctica. Tal vez, con el mismo propósito merodea otras campañas. Necesitamos ganar, pero no así, tenemos con qué hacerlo. De este lado nos quedaremos los que somos, los que anhelamos los cambios para todos, hay que reconstruir el tejido social y recuperar la economía; nuestros indicadores socioeconómicos regionales son cada vez más deprimentes, mantengamos viva la esperanza; hagamos del Cesar una potencia mundial de la vida. Si no ganamos ahora, en mayo del 2026 perderemos las parlamentarias y por lo tanto la presidencia de la república. Y ahí será el llorar y el crujir de dientes, el fascismo vendrá con todas sus venganzas y nuevos métodos para eliminarnos tal que los falsos positivos no pasarán de ser una pequeña muestra de la violencia. ¡Ay de los vencidos! No soy un oráculo ni trato de escenificar el Apocalípsis de Juan, pero si los mismos vuelven el revanchismo será total; las recaídas de un paciente suelen ser fatales, nuestro pronóstico debe ser de vida.