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Columnista - 18 julio, 2023

El arte de comprar y vender

Vender es un arte que bien entendido, es como toda profesión sana, que implica no sacar ventajas personales sobre el cliente, pero si obtener beneficios como fruto de una transacción equitativa que maneje utilidades en quien vende y beneficios sociales o personales en quien adquiere o compra el producto, resultado o servicio de la contratación respectiva como muestra de satisfacción. 

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Vender es un arte que bien entendido, es como toda profesión sana, que implica no sacar ventajas personales sobre el cliente, pero si obtener beneficios como fruto de una transacción equitativa que maneje utilidades en quien vende y beneficios sociales o personales en quien adquiere o compra el producto, resultado o servicio de la contratación respectiva como muestra de satisfacción. 

Quien vende y vende bien es quien deja satisfecho al comprador, quien estaría dispuesto a consumir o con propensión al consumo si el objetivo de la compra goza de plenitud en los aspectos buscados.

Hay muchas formas de vender y comprar, y la ética siempre regulará la satisfacción de los comprometientes, pero cuando esta no existe, entonces aparecen los ventajistas que son los que ponen en peligro las relaciones contractuales, que como cadenas entrelazadas tienden a incidir en el orden legal que protege la equidad.

Socialmente las ventas causan movimientos que ayudan, si son bien llevadas, con las mejorías de las relaciones comunitarias y por lo tanto la hermandad entre las partes se presenta con buenos resultados, siempre y por siempre, mientras perdure la sinceridad. 

El trabajo se dará con más facilidad y el progreso social se reflejará en el ceño de cada ciudadano.

En el campo económico y cuando la cultura económica predomina en la banca general, entonces los cambios que llevan a la prosperidad resaltan, si los intereses generales predominan sobre los particulares, en donde el poder de la plutomanía no dirija las acciones, sino el poder de la libertad de mercados que opere dentro de unas condiciones fiscales justas; si el dinero llama al dinero, el trabajo debe llamar al trabajo.

El arte de vender y comprar en el campo político es el más difícil de analizar, porque allí, hoy en día, la ética se ha perdido, tan pérdida que los llamados partidos políticos tradicionales desaparecieron por completo dentro del contexto de un estado de derecho, absorbidos por una nueva clase generalizada en todos los ambientes, que hoy se denomina ventajistas, algunos les llaman padres de la patria, que a todo sin respeto alguno, a su libre albedrío, reducen a su más mínima expresión, y que no solo han vendido y comprado a sus adeptos buenos y malos, sino que han terminado entregando el país, a cualquier postor, que en la subasta de la mercadería ilegal ofrezca más, para así y solo así, lograr cambiar constituciones, normas, leyes y reformas abruptas, que sin contemplaciones están

destruyendo naciones completas y acabando, unos muy pocos, con la dignidad y valores humanos de muchos, que todos los días labran el futuro de sus regiones con el concurso digno y leal de la justicia social.

Hasta dónde estaremos dispuestos a soportar estos desafueros disfrazados de partidos y movimientos sociales y hasta cuándo iremos a votar por cuanto loco aparece en el estadio político.

Por eso sostengo que comprar y vender es un arte, dependiendo de quien lo maneje, pues hasta para transferir emociones hay que conocer muy de cerca quién ofrece y quién consume de las debilidades de los demás, tanto para manejar conciencias y comprar el futuro de los pueblos como para ofrecer vida vivible.

Hay que, como vendedor y comprador, buscar motivaciones para lograr un trato y la única ventaja absoluta para conseguirlo es bajo el símbolo de la justicia, que no es sino el buen uso de la libertad en los actos honrados. Entonces un político decente debe conocer el arte de comprar y vender dentro de la libertad de la ética y la moral, más no dentro del libertinaje, amigo de la corrupción absoluta, que hoy reina dentro de cualquier ‘banda’ partidista, en donde ya la oposición

política no es necesaria, pues terminan matándose entre los mismos copartidarios que hubieren logrado el poder.

Por Fausto Cotes N.

Columnista
18 julio, 2023

El arte de comprar y vender

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Fausto Cotes

Vender es un arte que bien entendido, es como toda profesión sana, que implica no sacar ventajas personales sobre el cliente, pero si obtener beneficios como fruto de una transacción equitativa que maneje utilidades en quien vende y beneficios sociales o personales en quien adquiere o compra el producto, resultado o servicio de la contratación respectiva como muestra de satisfacción. 


Vender es un arte que bien entendido, es como toda profesión sana, que implica no sacar ventajas personales sobre el cliente, pero si obtener beneficios como fruto de una transacción equitativa que maneje utilidades en quien vende y beneficios sociales o personales en quien adquiere o compra el producto, resultado o servicio de la contratación respectiva como muestra de satisfacción. 

Quien vende y vende bien es quien deja satisfecho al comprador, quien estaría dispuesto a consumir o con propensión al consumo si el objetivo de la compra goza de plenitud en los aspectos buscados.

Hay muchas formas de vender y comprar, y la ética siempre regulará la satisfacción de los comprometientes, pero cuando esta no existe, entonces aparecen los ventajistas que son los que ponen en peligro las relaciones contractuales, que como cadenas entrelazadas tienden a incidir en el orden legal que protege la equidad.

Socialmente las ventas causan movimientos que ayudan, si son bien llevadas, con las mejorías de las relaciones comunitarias y por lo tanto la hermandad entre las partes se presenta con buenos resultados, siempre y por siempre, mientras perdure la sinceridad. 

El trabajo se dará con más facilidad y el progreso social se reflejará en el ceño de cada ciudadano.

En el campo económico y cuando la cultura económica predomina en la banca general, entonces los cambios que llevan a la prosperidad resaltan, si los intereses generales predominan sobre los particulares, en donde el poder de la plutomanía no dirija las acciones, sino el poder de la libertad de mercados que opere dentro de unas condiciones fiscales justas; si el dinero llama al dinero, el trabajo debe llamar al trabajo.

El arte de vender y comprar en el campo político es el más difícil de analizar, porque allí, hoy en día, la ética se ha perdido, tan pérdida que los llamados partidos políticos tradicionales desaparecieron por completo dentro del contexto de un estado de derecho, absorbidos por una nueva clase generalizada en todos los ambientes, que hoy se denomina ventajistas, algunos les llaman padres de la patria, que a todo sin respeto alguno, a su libre albedrío, reducen a su más mínima expresión, y que no solo han vendido y comprado a sus adeptos buenos y malos, sino que han terminado entregando el país, a cualquier postor, que en la subasta de la mercadería ilegal ofrezca más, para así y solo así, lograr cambiar constituciones, normas, leyes y reformas abruptas, que sin contemplaciones están

destruyendo naciones completas y acabando, unos muy pocos, con la dignidad y valores humanos de muchos, que todos los días labran el futuro de sus regiones con el concurso digno y leal de la justicia social.

Hasta dónde estaremos dispuestos a soportar estos desafueros disfrazados de partidos y movimientos sociales y hasta cuándo iremos a votar por cuanto loco aparece en el estadio político.

Por eso sostengo que comprar y vender es un arte, dependiendo de quien lo maneje, pues hasta para transferir emociones hay que conocer muy de cerca quién ofrece y quién consume de las debilidades de los demás, tanto para manejar conciencias y comprar el futuro de los pueblos como para ofrecer vida vivible.

Hay que, como vendedor y comprador, buscar motivaciones para lograr un trato y la única ventaja absoluta para conseguirlo es bajo el símbolo de la justicia, que no es sino el buen uso de la libertad en los actos honrados. Entonces un político decente debe conocer el arte de comprar y vender dentro de la libertad de la ética y la moral, más no dentro del libertinaje, amigo de la corrupción absoluta, que hoy reina dentro de cualquier ‘banda’ partidista, en donde ya la oposición

política no es necesaria, pues terminan matándose entre los mismos copartidarios que hubieren logrado el poder.

Por Fausto Cotes N.