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Columnista - 23 marzo, 2023

Amigos enemigos

Hace unos cuantos meses (no recuerdo cuantos, pero con seguridad han de ser más de 25 o 30) conocí a dos amigos, un par de caballeros de edad similar a la mía, nacidos por allá en la década de los 80´s. 

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Hace unos cuantos meses (no recuerdo cuantos, pero con seguridad han de ser más de 25 o 30) conocí a dos amigos, un par de caballeros de edad similar a la mía, nacidos por allá en la década de los 80´s. 

Estos amigos se conocían desde niños, llevaban más de 30 años compartiendo diferentes tipos de experiencias: sociales, empresariales, incluso hasta familiares. Ambos muy inteligentes, amenos para charlar, con ideas claras, siempre por el entorno de la ética y lo correcto, pero a la vez, increíblemente distantes en las posiciones políticas.

¿Cómo podían dos seres que compartían constantemente, que llevaban tanto tiempo siendo amigos, tener ideas y gustos políticos tan contrapuestos? Fue completamente una sorpresa para mí, por lo que decidí entrar más a fondo y ser parte no visible de esta inusual relación. 

En una primera reunión, sobre un tema que no recuerdo con exactitud, observé como, luego de iniciar la conversación, y que cada uno pusiera sobre la mesa su opinión en un par de ocasiones, se comenzara a subir de tono en las intervenciones. 

Era un “pimponeo” cuya velocidad crecía de manera acelerada, cada uno queriendo lograr el anhelado triunfo, que su opinión tuviera razón sobre el otro. En ese momento, noto como las personas a nuestro alrededor empezaban a abandonar el espacio donde estábamos, unos con la excusa de ir al baño, otros a comprar algo de comer, y otros simplemente sin ninguna excusa se retiraban incluso sin despedirse. 

Un mes después, muy próximo a las elecciones nacionales para presidente, en la primera vuelta, de nuevo pude participar en una reunión donde se encontraban estos grandes amigos. El tema, este si lo recuerdo bien, era quien debía ser nuestro próximo presidente. Una reunión en la que estábamos cerca de 10 personas, todos con opiniones cortas, ideas significativas, pero donde ninguna quería que la política fuera el objetivo del encuentro. 

De nuevo el tono entre los amigos era cada vez menos tolerante, incluso en un par de ocasiones, escuché palabras hirientes, que rebotaban de un lado a otro, al parecer sin hacer mayor daño. Una vez más, los espectadores del momento empezaron a evacuar el aburrido espectáculo. 

Al final de aquella noche, logré hablar con ambos al tiempo, quise despejar mi gran duda, “¿Cómo hacen para estar bien, después de tantas acaloradas discusiones?”, ambos estuvieron de acuerdo en que el cariño y los grandes buenos momentos que han construido durante tantos años, son mucho más fuertes que un castillo medieval, y que las diferencias políticas jamás podrán hacerle el menor de los agujeros a la fuerte coraza de cariño que existe entre ambos.

Hoy, después de ver que aún, en diferentes escenarios, nos seguimos insultando entre nosotros mismos como colombianos, recuerdo las palabras de estos dos grandes amigos. Cada vez que tengo la oportunidad de estar en alguna controversia política pienso, que realmente no vale la pena discutir y hacernos daño por cosas que no estamos solucionando, no todos tenemos una amistad a prueba de todo, como las de Sergio y Juan.

Email: [email protected] Twitter: @juanjodaza

POR JUAN JOSÉ DAZA

Columnista
23 marzo, 2023

Amigos enemigos

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Juan Jose Daza

Hace unos cuantos meses (no recuerdo cuantos, pero con seguridad han de ser más de 25 o 30) conocí a dos amigos, un par de caballeros de edad similar a la mía, nacidos por allá en la década de los 80´s. 


Hace unos cuantos meses (no recuerdo cuantos, pero con seguridad han de ser más de 25 o 30) conocí a dos amigos, un par de caballeros de edad similar a la mía, nacidos por allá en la década de los 80´s. 

Estos amigos se conocían desde niños, llevaban más de 30 años compartiendo diferentes tipos de experiencias: sociales, empresariales, incluso hasta familiares. Ambos muy inteligentes, amenos para charlar, con ideas claras, siempre por el entorno de la ética y lo correcto, pero a la vez, increíblemente distantes en las posiciones políticas.

¿Cómo podían dos seres que compartían constantemente, que llevaban tanto tiempo siendo amigos, tener ideas y gustos políticos tan contrapuestos? Fue completamente una sorpresa para mí, por lo que decidí entrar más a fondo y ser parte no visible de esta inusual relación. 

En una primera reunión, sobre un tema que no recuerdo con exactitud, observé como, luego de iniciar la conversación, y que cada uno pusiera sobre la mesa su opinión en un par de ocasiones, se comenzara a subir de tono en las intervenciones. 

Era un “pimponeo” cuya velocidad crecía de manera acelerada, cada uno queriendo lograr el anhelado triunfo, que su opinión tuviera razón sobre el otro. En ese momento, noto como las personas a nuestro alrededor empezaban a abandonar el espacio donde estábamos, unos con la excusa de ir al baño, otros a comprar algo de comer, y otros simplemente sin ninguna excusa se retiraban incluso sin despedirse. 

Un mes después, muy próximo a las elecciones nacionales para presidente, en la primera vuelta, de nuevo pude participar en una reunión donde se encontraban estos grandes amigos. El tema, este si lo recuerdo bien, era quien debía ser nuestro próximo presidente. Una reunión en la que estábamos cerca de 10 personas, todos con opiniones cortas, ideas significativas, pero donde ninguna quería que la política fuera el objetivo del encuentro. 

De nuevo el tono entre los amigos era cada vez menos tolerante, incluso en un par de ocasiones, escuché palabras hirientes, que rebotaban de un lado a otro, al parecer sin hacer mayor daño. Una vez más, los espectadores del momento empezaron a evacuar el aburrido espectáculo. 

Al final de aquella noche, logré hablar con ambos al tiempo, quise despejar mi gran duda, “¿Cómo hacen para estar bien, después de tantas acaloradas discusiones?”, ambos estuvieron de acuerdo en que el cariño y los grandes buenos momentos que han construido durante tantos años, son mucho más fuertes que un castillo medieval, y que las diferencias políticas jamás podrán hacerle el menor de los agujeros a la fuerte coraza de cariño que existe entre ambos.

Hoy, después de ver que aún, en diferentes escenarios, nos seguimos insultando entre nosotros mismos como colombianos, recuerdo las palabras de estos dos grandes amigos. Cada vez que tengo la oportunidad de estar en alguna controversia política pienso, que realmente no vale la pena discutir y hacernos daño por cosas que no estamos solucionando, no todos tenemos una amistad a prueba de todo, como las de Sergio y Juan.

Email: [email protected] Twitter: @juanjodaza

POR JUAN JOSÉ DAZA