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Columnista - 7 febrero, 2023

Nadie sabe para quién trabaja

Este es un verdadero axioma popular. Un axioma, al contrario de un teorema, es una verdad que no necesita ser demostrada.

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Este es un verdadero axioma popular. Un axioma, al contrario de un teorema, es una verdad que no necesita ser demostrada, sin embargo, trataré de hacer una explicación breve para que entendamos más la realidad de nuestra vida política, social y económica que nos atañe en el día a día.

En el caso de los temas sociales y en especial el de la salud y su sistema de ejecución y desarrollo a través de entes especializados, todos y cada uno de los afiliados a estos sistemas pagamos o subsidiamos a una gran cantidad de personas a quienes supuestamente se consideran de jerarquías menores y que los gobiernos, algunos, en su afán de mejorar su estado social, sin darse cuenta hacen un mal en su integridad personal, pues de subsidios en subsidios los va acostumbrando a vivir del  Estado y a formar personas baladíes sin criterios de la vida y de su entorno, que cada vez se convierten en seres inicuos, inoperantes y mediocres, pero especialmente flojos, que cuando algo dentro del sistema operativo del gobierno falla o desmejora por cuestiones ajenas a la buena voluntad, entonces ponen el grito en el cielo a través de paros, huelgas o protestas, pero miren, por problemas eventuales en sistemas en los que ellos nunca han correspondido con erogaciones económicas de ninguna clase.

Cada día buscamos soluciones sociales para los más pobres, sin darnos cuenta del daño que le hacemos a una sociedad aparentemente desprotegida, desperdiciando la mejor opción, que es la de brindarles un trabajo digno. No hay mayor satisfacción que ganar el pan con el sudor de la frente y si hacemos con gusto nuestro trabajo y hacemos lo máximo que podemos entonces el bienestar nos perseguirá.

Todos, con nuestras cuotas que pagamos a las entidades de salud y servicios públicos, en vez de ayudar, les estamos haciendo un gran daño, pues los estamos acostumbrando a inoperantes haciéndoles un mal integral en su personalidad que cuando no les demos, harán cualquier cosa para trastornar la evolución comunitaria de convivencia social.

Cuchillo para mi garganta, exclaman otros en un lenguaje más popular, pero claro y significativo que indica la acción de fomentar nuestro propio fracaso y nos desliga de la bondad de lo que es hacer el bien, pues cada día causa decepción el comportamiento social del común de un conglomerado en donde muchos ni siquiera necesitan de subsidios o ayudas.

No hay nada peor que, en los sistemas que fingen de demócratas, el apoyo en temas de subsidios, cuando lo que hay que generar es trabajo y más trabajo y si nos desligáramos como gobernantes de aquellos intereses personales que han hecho tanto daño a la sociedad, estaríamos descubriendo lo que verdaderamente somos y como premio recibiríamos la felicidad de nuestros actos y la recompensa carismática del hombre bondadoso.

Mucho cuidado entonces, pues el trabajo de los gobiernos anárquicos es crear el caos, empobreciendo al pueblo, y empiezan por destruir las instituciones de servicios que verdaderamente necesita la sociedad para un mejoramiento de sus integrantes.

Cuando obremos en conciencia, acorde con lo que realmente somos, habremos encontrado la tranquilidad social, pero antes hay que trabajar mucho por la educación de los pueblos, que es lo único que puede sacarnos de estos atolladeros infernales, donde la falta de personalidad de sus dirigentes los han vueltos infranqueables; ahora van a comenzar a acabar con la clase trabajadora y empresarial bajo las amenazas permanentes de someterlas a unos sistemas obsoletos que han engendrado el caos en algunos gobiernos obtusos, cuyos desórdenes causados van de la mano con los actos violentos y de estos gobiernos  suelen nacer el desorden y el peligro y se empieza por generar más corrupción cada vez que aparece la intermediación pública.

Por Fausto Cotes Núñez

Columnista
7 febrero, 2023

Nadie sabe para quién trabaja

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Fausto Cotes

Este es un verdadero axioma popular. Un axioma, al contrario de un teorema, es una verdad que no necesita ser demostrada.


Este es un verdadero axioma popular. Un axioma, al contrario de un teorema, es una verdad que no necesita ser demostrada, sin embargo, trataré de hacer una explicación breve para que entendamos más la realidad de nuestra vida política, social y económica que nos atañe en el día a día.

En el caso de los temas sociales y en especial el de la salud y su sistema de ejecución y desarrollo a través de entes especializados, todos y cada uno de los afiliados a estos sistemas pagamos o subsidiamos a una gran cantidad de personas a quienes supuestamente se consideran de jerarquías menores y que los gobiernos, algunos, en su afán de mejorar su estado social, sin darse cuenta hacen un mal en su integridad personal, pues de subsidios en subsidios los va acostumbrando a vivir del  Estado y a formar personas baladíes sin criterios de la vida y de su entorno, que cada vez se convierten en seres inicuos, inoperantes y mediocres, pero especialmente flojos, que cuando algo dentro del sistema operativo del gobierno falla o desmejora por cuestiones ajenas a la buena voluntad, entonces ponen el grito en el cielo a través de paros, huelgas o protestas, pero miren, por problemas eventuales en sistemas en los que ellos nunca han correspondido con erogaciones económicas de ninguna clase.

Cada día buscamos soluciones sociales para los más pobres, sin darnos cuenta del daño que le hacemos a una sociedad aparentemente desprotegida, desperdiciando la mejor opción, que es la de brindarles un trabajo digno. No hay mayor satisfacción que ganar el pan con el sudor de la frente y si hacemos con gusto nuestro trabajo y hacemos lo máximo que podemos entonces el bienestar nos perseguirá.

Todos, con nuestras cuotas que pagamos a las entidades de salud y servicios públicos, en vez de ayudar, les estamos haciendo un gran daño, pues los estamos acostumbrando a inoperantes haciéndoles un mal integral en su personalidad que cuando no les demos, harán cualquier cosa para trastornar la evolución comunitaria de convivencia social.

Cuchillo para mi garganta, exclaman otros en un lenguaje más popular, pero claro y significativo que indica la acción de fomentar nuestro propio fracaso y nos desliga de la bondad de lo que es hacer el bien, pues cada día causa decepción el comportamiento social del común de un conglomerado en donde muchos ni siquiera necesitan de subsidios o ayudas.

No hay nada peor que, en los sistemas que fingen de demócratas, el apoyo en temas de subsidios, cuando lo que hay que generar es trabajo y más trabajo y si nos desligáramos como gobernantes de aquellos intereses personales que han hecho tanto daño a la sociedad, estaríamos descubriendo lo que verdaderamente somos y como premio recibiríamos la felicidad de nuestros actos y la recompensa carismática del hombre bondadoso.

Mucho cuidado entonces, pues el trabajo de los gobiernos anárquicos es crear el caos, empobreciendo al pueblo, y empiezan por destruir las instituciones de servicios que verdaderamente necesita la sociedad para un mejoramiento de sus integrantes.

Cuando obremos en conciencia, acorde con lo que realmente somos, habremos encontrado la tranquilidad social, pero antes hay que trabajar mucho por la educación de los pueblos, que es lo único que puede sacarnos de estos atolladeros infernales, donde la falta de personalidad de sus dirigentes los han vueltos infranqueables; ahora van a comenzar a acabar con la clase trabajadora y empresarial bajo las amenazas permanentes de someterlas a unos sistemas obsoletos que han engendrado el caos en algunos gobiernos obtusos, cuyos desórdenes causados van de la mano con los actos violentos y de estos gobiernos  suelen nacer el desorden y el peligro y se empieza por generar más corrupción cada vez que aparece la intermediación pública.

Por Fausto Cotes Núñez