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Columnista - 30 diciembre, 2022

‘El síndrome de Pelé’

La modestia es una palabra que señala cuando una persona es humilde y no tiene vanidad o engreimiento por nada ni por nadie.

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La modestia es una palabra que señala cuando una persona es humilde y no tiene vanidad o engreimiento por nada ni por nadie, solo se siente complacida por el deber cumplido y el servicio prestado, como cuando ganamos un premio y se distingue el trabajo generalizado antes que lo individual. Indica, además que alguien o algo no anda pendiente de protagonismos, ni lujos, ni mucho menos de sentirse superior al medio que le rodea, en general la sencillez la tiene atada a su espíritu y forma de obrar.

Es la moderación de los actos y pensamientos frente a los logros y objetivos perseguidos, pero también ante la adversidad cuando no logramos en plenitud alguna meta emprendida, poniendo en el estadio público nuestras virtudes, defectos y fortalezas con humildad y respeto.

La falsa modestia es la peor de las soberbias y es la capacidad de aparecer falsamente como tímidos mientras explicamos lo bueno que somos con relación a nuestro origen o a nuestra tierra, sin tener en cuenta el entorno natural.

La virtud de un hombre o de un conglomerado consiste en el reconocimiento de las propias limitaciones, restricciones, fortalezas y debilidades para obrar de acuerdo con sus sentimientos entrelazados con la razón y la ética.

Por ello ser humilde y modesto significa sentir respeto hacia los demás, no infravalorar a nadie, no considerarse superior y, sobre todo, tener una actitud permanente de aprendizaje. El modesto calla y obra con prudencia y nunca hace uso de resentimientos que afloran como consecuencia de las actividades realizadas o competencias asumidas.

Traigo esto como antesala para resaltar el tema del reciente campeonato mundial de fútbol y referirme a ciertos hechos antideportivos, antiéticos y degradantes para personas o equipos que gozan de mucha reputación dentro de esta actividad y que no han podido superar lo que llamo ‘El síndrome de Pelé’, en donde este ha sido el futbolista más grande en la historia de este deporte, casualmente título logrado no tanto por sus habilidades en manejar un balón de fútbol, su destreza en transportarlo y su maestría a la hora de definir un episodio importante dentro de las técnicas y formalidades de un público que hacía de su gozo el arma de la armonía y de la estética para deleitar y admirar su poesía rítmica al tocar la bola y convertirla en maravilla. Algunos fanáticos de países altamente competentes, tal vez enfermos de fanatismo, no han podido superar esta magia del brasileño inmortal y tratan de imponer bajo cualquier medio a sus figuras formidables, tales como Messi y Maradona por encima de todos olvidándose del mismo D’Stefano y otros compatriotas como el caso último de Di Maria que no sé cómo no lo destacaron la figura del partido final y el caso de Modric como la figura del mundial. 

El fanatismo desmedido lleva a todas esas cosas, como la de exhibir en señal de protesta un trofeo colocado en sus partes nobles, por un gran arquero que no necesita de conductas estrafalarias, habiendo demostrado su superioridad en la cancha, ni tampoco como otros de poner en escarnio público a sus colegas contrincantes con expresiones de mal gusto. Mientras las condiciones éticas, la modestia y la humildad de Pelé no se sumen al espíritu de los ídolos del momento, nadie podrá superarlo, aunque le hagan iglesias y los conviertan en Dioses.

Una persona humilde reconoce sus capacidades y oportunidades, pero no busca destacarse de los demás, ni tampoco tiene necesidad de ostentar a otros sus éxitos y logros. Se caracteriza por reconocer el propio esfuerzo, compartir las propias alegrías o derrotas y por valorarse a sí misma igual que a los demás. Además, es capaz de admitir sus limitaciones o errores y esto clasifica y distingue a Pelé de muchas grandes figuras del fútbol, que lo hace insuperable, y que tan solo se consigue cuando teniendo una educación apenas informal se logra hacer un análisis completo de sí mismo.

Columnista
30 diciembre, 2022

‘El síndrome de Pelé’

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Fausto Cotes

La modestia es una palabra que señala cuando una persona es humilde y no tiene vanidad o engreimiento por nada ni por nadie.


La modestia es una palabra que señala cuando una persona es humilde y no tiene vanidad o engreimiento por nada ni por nadie, solo se siente complacida por el deber cumplido y el servicio prestado, como cuando ganamos un premio y se distingue el trabajo generalizado antes que lo individual. Indica, además que alguien o algo no anda pendiente de protagonismos, ni lujos, ni mucho menos de sentirse superior al medio que le rodea, en general la sencillez la tiene atada a su espíritu y forma de obrar.

Es la moderación de los actos y pensamientos frente a los logros y objetivos perseguidos, pero también ante la adversidad cuando no logramos en plenitud alguna meta emprendida, poniendo en el estadio público nuestras virtudes, defectos y fortalezas con humildad y respeto.

La falsa modestia es la peor de las soberbias y es la capacidad de aparecer falsamente como tímidos mientras explicamos lo bueno que somos con relación a nuestro origen o a nuestra tierra, sin tener en cuenta el entorno natural.

La virtud de un hombre o de un conglomerado consiste en el reconocimiento de las propias limitaciones, restricciones, fortalezas y debilidades para obrar de acuerdo con sus sentimientos entrelazados con la razón y la ética.

Por ello ser humilde y modesto significa sentir respeto hacia los demás, no infravalorar a nadie, no considerarse superior y, sobre todo, tener una actitud permanente de aprendizaje. El modesto calla y obra con prudencia y nunca hace uso de resentimientos que afloran como consecuencia de las actividades realizadas o competencias asumidas.

Traigo esto como antesala para resaltar el tema del reciente campeonato mundial de fútbol y referirme a ciertos hechos antideportivos, antiéticos y degradantes para personas o equipos que gozan de mucha reputación dentro de esta actividad y que no han podido superar lo que llamo ‘El síndrome de Pelé’, en donde este ha sido el futbolista más grande en la historia de este deporte, casualmente título logrado no tanto por sus habilidades en manejar un balón de fútbol, su destreza en transportarlo y su maestría a la hora de definir un episodio importante dentro de las técnicas y formalidades de un público que hacía de su gozo el arma de la armonía y de la estética para deleitar y admirar su poesía rítmica al tocar la bola y convertirla en maravilla. Algunos fanáticos de países altamente competentes, tal vez enfermos de fanatismo, no han podido superar esta magia del brasileño inmortal y tratan de imponer bajo cualquier medio a sus figuras formidables, tales como Messi y Maradona por encima de todos olvidándose del mismo D’Stefano y otros compatriotas como el caso último de Di Maria que no sé cómo no lo destacaron la figura del partido final y el caso de Modric como la figura del mundial. 

El fanatismo desmedido lleva a todas esas cosas, como la de exhibir en señal de protesta un trofeo colocado en sus partes nobles, por un gran arquero que no necesita de conductas estrafalarias, habiendo demostrado su superioridad en la cancha, ni tampoco como otros de poner en escarnio público a sus colegas contrincantes con expresiones de mal gusto. Mientras las condiciones éticas, la modestia y la humildad de Pelé no se sumen al espíritu de los ídolos del momento, nadie podrá superarlo, aunque le hagan iglesias y los conviertan en Dioses.

Una persona humilde reconoce sus capacidades y oportunidades, pero no busca destacarse de los demás, ni tampoco tiene necesidad de ostentar a otros sus éxitos y logros. Se caracteriza por reconocer el propio esfuerzo, compartir las propias alegrías o derrotas y por valorarse a sí misma igual que a los demás. Además, es capaz de admitir sus limitaciones o errores y esto clasifica y distingue a Pelé de muchas grandes figuras del fútbol, que lo hace insuperable, y que tan solo se consigue cuando teniendo una educación apenas informal se logra hacer un análisis completo de sí mismo.