Así como se dice que el hambre ha sido un gran estímulo para lograr la perseverancia en la lucha social de los pueblos, es entendible que definitivamente la política acompañada de la moral debe ser la expresión primera de la sociedad, pues sin ella es imposible democratizar las normas para que se apliquen en la […]
Así como se dice que el hambre ha sido un gran estímulo para lograr la perseverancia en la lucha social de los pueblos, es entendible que definitivamente la política acompañada de la moral debe ser la expresión primera de la sociedad, pues sin ella es imposible democratizar las normas para que se apliquen en la misma forma a todos, marginando los intereses particulares que tanto daño han hecho al sentimiento universal de la humanidad.
Para resolver problemas estamos acostumbrados a crear reglas y más reglas, leyes y más leyes en un país que se volvió de indolentes e inconsecuentes pues aquellas solo le favorecen a estos para idear y crear más trampas dando lucidez a sus pensamientos y a su creatividad insensata y destructiva. Una ley se destruye con otra y los actos anormales repetitivos cuando son consentidos por una clase dirigente sin propósitos sociales se convierten en leyes tipificadas como siempre en la conducta del perverso.
Los hombres que somos de la época de la palabra empeñada nos damos cuenta que esta vale más que el poder del oro o que de una oración de súplica a Dios y es por ello que entendemos que la política, entonces, debe ser limpia y clara con estabilidad emocional, predicada y practicada por los nobles de espíritu y con un fin común: el bienestar social para lograr el efecto de la paz a través del pluralismo en el manejo de la libertad y del orden.
El sentimiento de los pueblos con necesidades permanentes, de su mente se borran los nobles pensamientos, pues un motor sin combustible no anda y solo se traducen sus expresiones en miseria y más miseria.
Primero necesitamos levantar las masas sociales buscándoles la apertura con soluciones a sus necesidades básicas para luego aplicar una reingeniería educacional para recuperar el pensamiento racional que los lleve a la convivencia comunitaria normal y esto solo se logra a través de la política como actividad esencial, pero acompañada de la moral y ya es tiempo de entenderlo así, pues mientras haya hambre La Paz no existirá y la inequidad madre del desorden social perdurará por siempre.
Nadie piensa en progreso con un estómago vacío; nadie desea vivir bajo el estrés de la desesperación y de la desesperanza que solo un pan puede calmar, si es servido a tiempo y con tiempo, y bajo la enseñanza de conseguirlo con el sudor de la frente para unos o bajo las múltiples esfuerzos del ejercicio productivo del servicio social del pensamiento sano para otros, y esto es lo que busca la política bien entendida, y he aquí mi fácil demostración de que la política de la mano de la moral es la primera actividad de la naturaleza humana para que la convivencia social exista y debe ser practicada por los nobles y bondadosos pues estos tipos de hombres tienen origen y destino que los hace diferentes de los demás.
El día en que el hombre se relacione más con la modestia, la tolerancia y su propia naturaleza humana, estaríamos encontrando el camino de la convivencia social, entonces estaríamos derrotando el hambre y desde luego estaríamos escalando los peldaños de la paz.
De todas maneras, cualquier esfuerzo por construir La Paz, vale; pero no vale la pena enfrentarla con mediadores incongruentes donde el interés particular de estos protagonistas ha predominado por siempre bajo el abrigo del desorden.
La actividad política cuando se ejerce bajo los parámetros de la realidad se hace más interesante, comprensible y justificable, pero debe acompañarse de la moral para hacerla respetable, justa, agradable y sentida.
Así como se dice que el hambre ha sido un gran estímulo para lograr la perseverancia en la lucha social de los pueblos, es entendible que definitivamente la política acompañada de la moral debe ser la expresión primera de la sociedad, pues sin ella es imposible democratizar las normas para que se apliquen en la […]
Así como se dice que el hambre ha sido un gran estímulo para lograr la perseverancia en la lucha social de los pueblos, es entendible que definitivamente la política acompañada de la moral debe ser la expresión primera de la sociedad, pues sin ella es imposible democratizar las normas para que se apliquen en la misma forma a todos, marginando los intereses particulares que tanto daño han hecho al sentimiento universal de la humanidad.
Para resolver problemas estamos acostumbrados a crear reglas y más reglas, leyes y más leyes en un país que se volvió de indolentes e inconsecuentes pues aquellas solo le favorecen a estos para idear y crear más trampas dando lucidez a sus pensamientos y a su creatividad insensata y destructiva. Una ley se destruye con otra y los actos anormales repetitivos cuando son consentidos por una clase dirigente sin propósitos sociales se convierten en leyes tipificadas como siempre en la conducta del perverso.
Los hombres que somos de la época de la palabra empeñada nos damos cuenta que esta vale más que el poder del oro o que de una oración de súplica a Dios y es por ello que entendemos que la política, entonces, debe ser limpia y clara con estabilidad emocional, predicada y practicada por los nobles de espíritu y con un fin común: el bienestar social para lograr el efecto de la paz a través del pluralismo en el manejo de la libertad y del orden.
El sentimiento de los pueblos con necesidades permanentes, de su mente se borran los nobles pensamientos, pues un motor sin combustible no anda y solo se traducen sus expresiones en miseria y más miseria.
Primero necesitamos levantar las masas sociales buscándoles la apertura con soluciones a sus necesidades básicas para luego aplicar una reingeniería educacional para recuperar el pensamiento racional que los lleve a la convivencia comunitaria normal y esto solo se logra a través de la política como actividad esencial, pero acompañada de la moral y ya es tiempo de entenderlo así, pues mientras haya hambre La Paz no existirá y la inequidad madre del desorden social perdurará por siempre.
Nadie piensa en progreso con un estómago vacío; nadie desea vivir bajo el estrés de la desesperación y de la desesperanza que solo un pan puede calmar, si es servido a tiempo y con tiempo, y bajo la enseñanza de conseguirlo con el sudor de la frente para unos o bajo las múltiples esfuerzos del ejercicio productivo del servicio social del pensamiento sano para otros, y esto es lo que busca la política bien entendida, y he aquí mi fácil demostración de que la política de la mano de la moral es la primera actividad de la naturaleza humana para que la convivencia social exista y debe ser practicada por los nobles y bondadosos pues estos tipos de hombres tienen origen y destino que los hace diferentes de los demás.
El día en que el hombre se relacione más con la modestia, la tolerancia y su propia naturaleza humana, estaríamos encontrando el camino de la convivencia social, entonces estaríamos derrotando el hambre y desde luego estaríamos escalando los peldaños de la paz.
De todas maneras, cualquier esfuerzo por construir La Paz, vale; pero no vale la pena enfrentarla con mediadores incongruentes donde el interés particular de estos protagonistas ha predominado por siempre bajo el abrigo del desorden.
La actividad política cuando se ejerce bajo los parámetros de la realidad se hace más interesante, comprensible y justificable, pero debe acompañarse de la moral para hacerla respetable, justa, agradable y sentida.