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Columnista - 29 noviembre, 2022

¡El comercio por encima de la patria!

Según datos del portal OEC World  y de la cadena internacional CNN, en el año 2020 el comercio entre Estados Unidos y Rusia fue de US17.500 millones de dólares, y el intercambio comercial con China para ese mismo año fue de US566.000 millones de dólares; pero además el país del norte le compra a Venezuela […]

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Según datos del portal OEC World  y de la cadena internacional CNN, en el año 2020 el comercio entre Estados Unidos y Rusia fue de US17.500 millones de dólares, y el intercambio comercial con China para ese mismo año fue de US566.000 millones de dólares; pero además el país del norte le compra a Venezuela US302 millones de dólares en petróleo aún en los peores momentos de tensión entre ambos países.

Estos hechos lo que significan es que a pesar que los gobiernos se encuentren en crisis diplomáticas incluso en estado de guerra, jamás y a menos que sean circunstancias muy excepcionales se rompen relaciones comerciales, sin embargo y en un hecho sin precedentes por lo menos en el siglo XX, el gobierno del entonces  presidente Iván Duque decidió romper toda relación con el principal mercado y socio más importante que teníamos después de los Estados Unidos, es decir con Venezuela, provocando no solo una tragedia humanitaria a nivel de migrantes solo comparada con la de Siria en plena guerra, sino que borró de un plumazo US8.000 millones de dólares de mercado entre ambos países alcanzados en el año 2008.

De las innumerables torpezas, al menos desde la sana lógica, esta es quizá la de mayor costo en términos de ingresos para la nación y particularmente para el departamento del Cesar quien para finales del 2012 exportaba a ese país 340 mil reses en pie, según fuentes del portal Contexto ganadero. 

Después de seis años de cerrada la frontera, volver a esos niveles implica un proceso de re adaptación que tardará si las condiciones se mantienen con la dinámica actual por lo menos de una a dos décadas siempre y cuando se mantengan crecimientos sostenidos y positivos debido a que Venezuela aún atraviesa por el bloqueo económico y financiero impuesto por los estados Unidos y sus aliados. 

Sin embargo, resulta oportuno considerar las nuevas circunstancias planteadas por el gobierno de Gustavo Petro, quien cumpliendo una promesa de campaña la hizo realidad en uno de sus primeros actos de gobierno al ordenar a la cancillería restablecer relaciones con Venezuela las cuales han ido avanzando de manera gradual pero que deberán superar innumerables barreras pues la ruptura no solo fue de manera física, sino que se adoptaron decisiones que impiden que sean más expeditas.

No olvidemos que Colombia como miembro del multilateralismo adoptó reformas en la legislación vigente en ese momento para  restringir a empresarios colombianos que quisieran exportar hacia el país vecino además de apoyar las decisiones que organismos como la OEA (Organización de estados americanos) y el departamento de justicia americano establecieron para vetar a empresas venezolanas y a sus ejecutivos a transar con cualquier país del club de amigos de Estados Unidos quedando Colombia como uno de los más acérrimos enemigos de Venezuela en el vecindario latinoamericano.

El esfuerzo institucional de ambos países es mayúsculo especialmente para Venezuela pues debe recuperar la confianza de los empresarios colombianos, quienes aún tienen ciertas reservas en esta nueva etapa por pagos pendientes de exportaciones hechas en el pasado, adicionalmente brindar estabilidad jurídica y por supuesto establecer con claridad la divisa con la que se comerciará siendo esta última la de mayor importancia, pues al no estar Venezuela en el sistema Swift ninguna entidad financiera por ahora avalara las transacciones que se hagan entre empresarios.

La apuesta impulsada desde Fenalco con el apoyo de la Cámara de Comercio de Valledupar el consejo Empresarial Bolivariano, Comfecamaras y el gobierno del estado de Zulia para  explorar las oportunidades de mercado que se vislumbran con esta reapertura de fronteras que requerirá de todo el apoyo del gobierno nacional y los ministerios de comercio, transporte y salud,  y por supuesto de la cancillería para  sellar un compromiso de nunca más permitir que un gobierno decida impedir el comercio entre dos países unidos por  fronteras físicas, culturales e históricas  porque el comercio es riqueza y la riqueza y el desarrollo no tienen ni color político ni ideologías absurdas.

Mientras escribía esta columna, 30 empresarios, la gran mayoría del Cesar, se reunían en Maracaibo con sus homólogos del estado Zulia para explorar acercamientos e identificar posibles mercados mientras los dos gobiernos avanzan en facilitar una estructura institucional para hacerlo realidad.

Columnista
29 noviembre, 2022

¡El comercio por encima de la patria!

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Eloy Gutiérrez Anaya

Según datos del portal OEC World  y de la cadena internacional CNN, en el año 2020 el comercio entre Estados Unidos y Rusia fue de US17.500 millones de dólares, y el intercambio comercial con China para ese mismo año fue de US566.000 millones de dólares; pero además el país del norte le compra a Venezuela […]


Según datos del portal OEC World  y de la cadena internacional CNN, en el año 2020 el comercio entre Estados Unidos y Rusia fue de US17.500 millones de dólares, y el intercambio comercial con China para ese mismo año fue de US566.000 millones de dólares; pero además el país del norte le compra a Venezuela US302 millones de dólares en petróleo aún en los peores momentos de tensión entre ambos países.

Estos hechos lo que significan es que a pesar que los gobiernos se encuentren en crisis diplomáticas incluso en estado de guerra, jamás y a menos que sean circunstancias muy excepcionales se rompen relaciones comerciales, sin embargo y en un hecho sin precedentes por lo menos en el siglo XX, el gobierno del entonces  presidente Iván Duque decidió romper toda relación con el principal mercado y socio más importante que teníamos después de los Estados Unidos, es decir con Venezuela, provocando no solo una tragedia humanitaria a nivel de migrantes solo comparada con la de Siria en plena guerra, sino que borró de un plumazo US8.000 millones de dólares de mercado entre ambos países alcanzados en el año 2008.

De las innumerables torpezas, al menos desde la sana lógica, esta es quizá la de mayor costo en términos de ingresos para la nación y particularmente para el departamento del Cesar quien para finales del 2012 exportaba a ese país 340 mil reses en pie, según fuentes del portal Contexto ganadero. 

Después de seis años de cerrada la frontera, volver a esos niveles implica un proceso de re adaptación que tardará si las condiciones se mantienen con la dinámica actual por lo menos de una a dos décadas siempre y cuando se mantengan crecimientos sostenidos y positivos debido a que Venezuela aún atraviesa por el bloqueo económico y financiero impuesto por los estados Unidos y sus aliados. 

Sin embargo, resulta oportuno considerar las nuevas circunstancias planteadas por el gobierno de Gustavo Petro, quien cumpliendo una promesa de campaña la hizo realidad en uno de sus primeros actos de gobierno al ordenar a la cancillería restablecer relaciones con Venezuela las cuales han ido avanzando de manera gradual pero que deberán superar innumerables barreras pues la ruptura no solo fue de manera física, sino que se adoptaron decisiones que impiden que sean más expeditas.

No olvidemos que Colombia como miembro del multilateralismo adoptó reformas en la legislación vigente en ese momento para  restringir a empresarios colombianos que quisieran exportar hacia el país vecino además de apoyar las decisiones que organismos como la OEA (Organización de estados americanos) y el departamento de justicia americano establecieron para vetar a empresas venezolanas y a sus ejecutivos a transar con cualquier país del club de amigos de Estados Unidos quedando Colombia como uno de los más acérrimos enemigos de Venezuela en el vecindario latinoamericano.

El esfuerzo institucional de ambos países es mayúsculo especialmente para Venezuela pues debe recuperar la confianza de los empresarios colombianos, quienes aún tienen ciertas reservas en esta nueva etapa por pagos pendientes de exportaciones hechas en el pasado, adicionalmente brindar estabilidad jurídica y por supuesto establecer con claridad la divisa con la que se comerciará siendo esta última la de mayor importancia, pues al no estar Venezuela en el sistema Swift ninguna entidad financiera por ahora avalara las transacciones que se hagan entre empresarios.

La apuesta impulsada desde Fenalco con el apoyo de la Cámara de Comercio de Valledupar el consejo Empresarial Bolivariano, Comfecamaras y el gobierno del estado de Zulia para  explorar las oportunidades de mercado que se vislumbran con esta reapertura de fronteras que requerirá de todo el apoyo del gobierno nacional y los ministerios de comercio, transporte y salud,  y por supuesto de la cancillería para  sellar un compromiso de nunca más permitir que un gobierno decida impedir el comercio entre dos países unidos por  fronteras físicas, culturales e históricas  porque el comercio es riqueza y la riqueza y el desarrollo no tienen ni color político ni ideologías absurdas.

Mientras escribía esta columna, 30 empresarios, la gran mayoría del Cesar, se reunían en Maracaibo con sus homólogos del estado Zulia para explorar acercamientos e identificar posibles mercados mientras los dos gobiernos avanzan en facilitar una estructura institucional para hacerlo realidad.