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Columnista - 28 noviembre, 2022

La seguridad energética

El anterior gobierno de Iván Duque estableció un derrotero para la Transición energética mediante el documento CONPES 4075 de 2022, el cual tuvo como insumo las recomendaciones de la Misión de Transformación energética que se conformó en 2019, cuyo informe se conoció un año después. 

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El anterior gobierno de Iván Duque estableció un derrotero para la Transición energética mediante el documento CONPES 4075 de 2022, el cual tuvo como insumo las recomendaciones de la Misión de Transformación energética que se conformó en 2019, cuyo informe se conoció un año después. 

Indudablemente, el banderazo en la grilla de partida de la transición energética se la dio la expedición de la Ley 1715 de 2014, al dar paso a las primeras subastas de FNCER. Posteriormente la Ley 2099 de 2021 amplió su alcance y el espectro de sus beneficios, desplegando el abanico de las renovables, extendiéndoselos a la eficiencia energética, a la captura de CO2, así como al almacenamiento de energía a gran escala.

Colombia, como el resto del mundo, tiene una matriz energética en la que predominan, con el 66%, las fuentes de energía de origen fósil (carbón, petróleo y gas natural). Se impone, entonces la necesidad de reducir su consumo y el camino es la electrificación de la economía, pero como ello no se va a lograr de la noche a la mañana hay que mejorar la calidad de los combustibles que consume el parque automotor, como lo viene haciendo Colombia con la mezcla de los biocombustibles y con el uso del gas vehicular, que es menos contaminante que la gasolina – motor. 

Ello es muy importante, habida cuenta que el parque automotor es responsable del 12% de las emisiones de gases de efecto invernadero, amén de las de material particulado que contaminan el medioambiente. 

Huelga decir que el porcentaje de las mezclas de los biocombustibles, así como la sustitución de la gasolina–motor por gas natural contribuyen a la seguridad energética del país, toda vez que reducen los volúmenes de importación de combustibles.

Respecto a los hidrocarburos advierte el reputado ambientalista, consultor del PNUD y profesor Juan Pablo Ruiz que “si limitamos la oferta nacional de hidrocarburos porque no seguimos buscando petróleo y gas, sin reducir antes su demanda, en un futuro cercano (ocho a doce años) tendremos que importar hidrocarburos”. Además, la demanda por petróleo en el mundo, según la Agencia internacional de energía (AIE) solo se aplanará a partir del 2030 y bien dijo Keynes que toda demanda crea su propia oferta, de manera que si Colombia lo dejara de producir y exportar serán otros países, sus competidores, los que cubrirán esa demanda. 

Así de claro. Por ello podemos decir de los hidrocarburos que es preferible tenerlos y no necesitarlos que necesitarlos y no tenerlos; y peor que depender de los hidrocarburos, como efecto dependemos, es depender de su importación. Esa es una de las lecciones aprendidas de la crisis energética que agobia a los países que integran la Unión Europea. Además, de que la transición energética no debe poner en riesgo la seguridad energética y que tan importante como esta es la soberanía energética. La falta de esta ha puesto en riesgo, incluso, la seguridad alimentaria a nivel global.

Amylkar D. Acosta

www.amylkaracosta.net.

Columnista
28 noviembre, 2022

La seguridad energética

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Amylkar D. Acosta

El anterior gobierno de Iván Duque estableció un derrotero para la Transición energética mediante el documento CONPES 4075 de 2022, el cual tuvo como insumo las recomendaciones de la Misión de Transformación energética que se conformó en 2019, cuyo informe se conoció un año después. 


El anterior gobierno de Iván Duque estableció un derrotero para la Transición energética mediante el documento CONPES 4075 de 2022, el cual tuvo como insumo las recomendaciones de la Misión de Transformación energética que se conformó en 2019, cuyo informe se conoció un año después. 

Indudablemente, el banderazo en la grilla de partida de la transición energética se la dio la expedición de la Ley 1715 de 2014, al dar paso a las primeras subastas de FNCER. Posteriormente la Ley 2099 de 2021 amplió su alcance y el espectro de sus beneficios, desplegando el abanico de las renovables, extendiéndoselos a la eficiencia energética, a la captura de CO2, así como al almacenamiento de energía a gran escala.

Colombia, como el resto del mundo, tiene una matriz energética en la que predominan, con el 66%, las fuentes de energía de origen fósil (carbón, petróleo y gas natural). Se impone, entonces la necesidad de reducir su consumo y el camino es la electrificación de la economía, pero como ello no se va a lograr de la noche a la mañana hay que mejorar la calidad de los combustibles que consume el parque automotor, como lo viene haciendo Colombia con la mezcla de los biocombustibles y con el uso del gas vehicular, que es menos contaminante que la gasolina – motor. 

Ello es muy importante, habida cuenta que el parque automotor es responsable del 12% de las emisiones de gases de efecto invernadero, amén de las de material particulado que contaminan el medioambiente. 

Huelga decir que el porcentaje de las mezclas de los biocombustibles, así como la sustitución de la gasolina–motor por gas natural contribuyen a la seguridad energética del país, toda vez que reducen los volúmenes de importación de combustibles.

Respecto a los hidrocarburos advierte el reputado ambientalista, consultor del PNUD y profesor Juan Pablo Ruiz que “si limitamos la oferta nacional de hidrocarburos porque no seguimos buscando petróleo y gas, sin reducir antes su demanda, en un futuro cercano (ocho a doce años) tendremos que importar hidrocarburos”. Además, la demanda por petróleo en el mundo, según la Agencia internacional de energía (AIE) solo se aplanará a partir del 2030 y bien dijo Keynes que toda demanda crea su propia oferta, de manera que si Colombia lo dejara de producir y exportar serán otros países, sus competidores, los que cubrirán esa demanda. 

Así de claro. Por ello podemos decir de los hidrocarburos que es preferible tenerlos y no necesitarlos que necesitarlos y no tenerlos; y peor que depender de los hidrocarburos, como efecto dependemos, es depender de su importación. Esa es una de las lecciones aprendidas de la crisis energética que agobia a los países que integran la Unión Europea. Además, de que la transición energética no debe poner en riesgo la seguridad energética y que tan importante como esta es la soberanía energética. La falta de esta ha puesto en riesgo, incluso, la seguridad alimentaria a nivel global.

Amylkar D. Acosta

www.amylkaracosta.net.