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Columnista - 9 noviembre, 2022

Una historia de progreso regional (tercera parte)

En esta provincia ocurren muchas cosas con frecuencia, donde hay que simular escándalos para entretener a unos a base del desprestigio infundado para con otros y ese instinto de superioridad enfermiza, fruto de la ignorancia es propia de los incapaces, a quienes les duelen las ideas y desarrollo de las mismas por la gente progresista […]

Boton Wpp

En esta provincia ocurren muchas cosas con frecuencia, donde hay que simular escándalos para entretener a unos a base del desprestigio infundado para con otros y ese instinto de superioridad enfermiza, fruto de la ignorancia es propia de los incapaces, a quienes les duelen las ideas y desarrollo de las mismas por la gente progresista y de visiones para el desarrollo de las comunidades.

 Siempre me comentaba: — ¡Para adelante que no hay tiempo que perder! — 

Nunca le tuvo miedo al fracaso a pesar de que este lo maltrató muchas veces. Y murmuraba… “Solo si crees que puedes volar, podrás despegar los pies del suelo. Lo único cierto en la vida es lo que uno intenta y lo único imposible es aquello que no intentas”. Ese era su pensamiento.

— “Necesito pararme nuevamente”, comentaba sin ambages y luego me llamaba diciéndome: “hay que construir una nueva estación de gasolina pues aquí gano con el combustible y el transporte”. —

Tantas quiebras se tenían, tantas bombas se construían.! ¡Nunca bajó la guardia!

Y en el campo político y administrativo nada desperdiciaba, ni se malgastaba, tampoco se menospreciaba.

La alegría, las anécdotas con sarcasmo gracioso y el espíritu del afecto, terminaban haciendo parte de un rato de festejo entre amigos y que se daba frecuentemente.

Para Don ‘Yoryi’, como le llamaban sus amigos más cercanos, no había premios grandes sino se corrían riesgos grandes y a grandes riesgos, esperar mayores beneficios.

Todo lo manejaba con una sabiduría única. Escalona, se iniciaba como Cónsul en Colon-Panamá, posición esta que le daba la oportunidad de seguir haciendo lo que él siempre hacia: servir a sus amigos. 

Aprovechando estas circunstancias encargó y trajo a Valledupar un piano para su señora Elisa, quien aún toca este instrumento con maestría, pero como no llenaba las condiciones del requerido para aquella mujer acostumbrada desde niña a pianos más sonoros y elegantes y como hábil negociante sabiendo mis debilidades por la música, me lo ofreció diciéndome: — “Tú tienes hijos aun pequeños, no te duermas, este piano que te muestro, me lo envió Rafael de Panamá, quédate con él y lo descontamos de los honorarios de tus trabajos y así quien quita, pronto tendrás músicos en tu familia”. —

— ¡Lo tomo! —, respondí sin pensarlo y sin preguntar su costo; lo cierto fue que me lo descontó en cada partida de cuentas cobradas. ¡No se equivocó don Jorge¡, … todos mis hijos optaron por la música como complemento de sus estudios profesionales logrados.

Cuando con ellos se realizaban y se realizan parrandas agradables sobre todo en las fiestas patronales, en nuestra casa, como solemos hacerlo con bastante frecuencia, los visitantes amigos y extraños, observan deleitados cómo se maneja el sentimiento y el afecto después de que cada uno de ellos interviene, bien sea con el acordeón, guitarra o piano, y sin meditarlo me preguntan a mí con alguna curiosidad como tratando y para descifrar un último misterio.

— ¿Y Ud., qué hace? —Sin extrañarme, haciendo alusión a las salidas de mi madre con sus famosos apuntes, respondo:  ….—¡Yo pago las cuentas! —

Definitivamente don Jorge Dangond Daza, los que lo conocimos a plenitud, podemos dar fe de su grandeza personal en todos los campos de la vida cotidiana tanto en la parte social, política y económica asociadas a la Provincia Vallenata y a la nación; nunca se mostró con carácter descompuesto, siempre estaba alegre y su optimismo le permitió ganar muchas batallas para él, para su familia y amigos y para su región. 

Y no me queda duda alguna para manifestar que con Jorge Dangond como gobernante se abrieron las puertas al desarrollo de Valledupar y de la provincia 

Dios le bendiga siempre y en especial en esta época cuando cumpliría 100 años de vida si no se le hubiese truncado hace trece por los designios del destino.  

Columnista
9 noviembre, 2022

Una historia de progreso regional (tercera parte)

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Fausto Cotes

En esta provincia ocurren muchas cosas con frecuencia, donde hay que simular escándalos para entretener a unos a base del desprestigio infundado para con otros y ese instinto de superioridad enfermiza, fruto de la ignorancia es propia de los incapaces, a quienes les duelen las ideas y desarrollo de las mismas por la gente progresista […]


En esta provincia ocurren muchas cosas con frecuencia, donde hay que simular escándalos para entretener a unos a base del desprestigio infundado para con otros y ese instinto de superioridad enfermiza, fruto de la ignorancia es propia de los incapaces, a quienes les duelen las ideas y desarrollo de las mismas por la gente progresista y de visiones para el desarrollo de las comunidades.

 Siempre me comentaba: — ¡Para adelante que no hay tiempo que perder! — 

Nunca le tuvo miedo al fracaso a pesar de que este lo maltrató muchas veces. Y murmuraba… “Solo si crees que puedes volar, podrás despegar los pies del suelo. Lo único cierto en la vida es lo que uno intenta y lo único imposible es aquello que no intentas”. Ese era su pensamiento.

— “Necesito pararme nuevamente”, comentaba sin ambages y luego me llamaba diciéndome: “hay que construir una nueva estación de gasolina pues aquí gano con el combustible y el transporte”. —

Tantas quiebras se tenían, tantas bombas se construían.! ¡Nunca bajó la guardia!

Y en el campo político y administrativo nada desperdiciaba, ni se malgastaba, tampoco se menospreciaba.

La alegría, las anécdotas con sarcasmo gracioso y el espíritu del afecto, terminaban haciendo parte de un rato de festejo entre amigos y que se daba frecuentemente.

Para Don ‘Yoryi’, como le llamaban sus amigos más cercanos, no había premios grandes sino se corrían riesgos grandes y a grandes riesgos, esperar mayores beneficios.

Todo lo manejaba con una sabiduría única. Escalona, se iniciaba como Cónsul en Colon-Panamá, posición esta que le daba la oportunidad de seguir haciendo lo que él siempre hacia: servir a sus amigos. 

Aprovechando estas circunstancias encargó y trajo a Valledupar un piano para su señora Elisa, quien aún toca este instrumento con maestría, pero como no llenaba las condiciones del requerido para aquella mujer acostumbrada desde niña a pianos más sonoros y elegantes y como hábil negociante sabiendo mis debilidades por la música, me lo ofreció diciéndome: — “Tú tienes hijos aun pequeños, no te duermas, este piano que te muestro, me lo envió Rafael de Panamá, quédate con él y lo descontamos de los honorarios de tus trabajos y así quien quita, pronto tendrás músicos en tu familia”. —

— ¡Lo tomo! —, respondí sin pensarlo y sin preguntar su costo; lo cierto fue que me lo descontó en cada partida de cuentas cobradas. ¡No se equivocó don Jorge¡, … todos mis hijos optaron por la música como complemento de sus estudios profesionales logrados.

Cuando con ellos se realizaban y se realizan parrandas agradables sobre todo en las fiestas patronales, en nuestra casa, como solemos hacerlo con bastante frecuencia, los visitantes amigos y extraños, observan deleitados cómo se maneja el sentimiento y el afecto después de que cada uno de ellos interviene, bien sea con el acordeón, guitarra o piano, y sin meditarlo me preguntan a mí con alguna curiosidad como tratando y para descifrar un último misterio.

— ¿Y Ud., qué hace? —Sin extrañarme, haciendo alusión a las salidas de mi madre con sus famosos apuntes, respondo:  ….—¡Yo pago las cuentas! —

Definitivamente don Jorge Dangond Daza, los que lo conocimos a plenitud, podemos dar fe de su grandeza personal en todos los campos de la vida cotidiana tanto en la parte social, política y económica asociadas a la Provincia Vallenata y a la nación; nunca se mostró con carácter descompuesto, siempre estaba alegre y su optimismo le permitió ganar muchas batallas para él, para su familia y amigos y para su región. 

Y no me queda duda alguna para manifestar que con Jorge Dangond como gobernante se abrieron las puertas al desarrollo de Valledupar y de la provincia 

Dios le bendiga siempre y en especial en esta época cuando cumpliría 100 años de vida si no se le hubiese truncado hace trece por los designios del destino.