La actual realidad indica que el sentido común y la sana lógica será una de las últimas capacidades que perderá la humanidad, si es que no la perdimos ya, pues el nivel de estupidización al que hemos llegado gracias a la invasión de las redes sociales y al facilismo en el que caímos por el […]
La actual realidad indica que el sentido común y la sana lógica será una de las últimas capacidades que perderá la humanidad, si es que no la perdimos ya, pues el nivel de estupidización al que hemos llegado gracias a la invasión de las redes sociales y al facilismo en el que caímos por el exceso de tecnología nos está llevando a la pérdida de funciones intelectuales básicas. Según la neurociencia el cerebro es perezoso y tiende a atrofiarse si no se le da uso y quizás el más importante es el de pensar y razonar.
A propósito de ello, a continuación, un fragmento de uno de mis libros.
“…Solo se oyó el estruendo de la ventana cuando se rompió en mil pedazos, como era muy tarde lo escucharon varias calles a la redonda, a esa hora la romería de los vecinos y curiosos no se hizo esperar, los habitantes de la casa en medio de la angustia no pudieron conciliar el sueño esa noche, se quedaron sentados en la sala contemplando el enorme hueco en la ventana y el reguero de vidrios en el piso, todo era confusión y angustia ¿Cómo pudo pasar? ¿Por qué a ellos? Todos murmuraban y comentaban el infortunio de la ventana rota a la media noche.
Al día siguiente muy temprano llegó la policía, la prensa, el delegado del alcalde, el inspector del barrio, el presidente de la junta comunal, el sacerdote y varios delegados de diferentes instituciones que adelantaban estudios sobre este tipo de incidentes, y por supuesto una delegación de científicos en representación de la academia para documentar y plantear tesis y postulados sobre lo acontecido.
La prensa efectuaba todo un completo cubrimiento donde relataban con lujo de detalles el modo, la forma, y hasta la descripción del roto de la ventana, la reportera se agachó, tomó uno de los vidrios rotos y con voz apagada y apesadumbrada relataba la forma y la cantidad de vidrios regados en la calle; luego, enfocando en recuadro completo y cubriendo toda la pantalla describía de manera magistral todas las características de la piedra causante del alboroto, mientras tanto el delegado de la policía, del alcalde, la academia, los representantes de la comuna, los científicos y el sacerdote conformaban una comisión con el compromiso de llegar hasta las últimas consecuencias, era un acto que requería todas las investigaciones, dar con los responsables, aplicarles todo el peso de la ley para que no se volviera a repetir.
El vecino de al lado, había tenido un altercado esa misma tarde con la familia, se habían ido casi a las manos pues había remodelado la casa, los grandes ventanales tipo espejo reflejaban la luz del sol y encandilaba a todos los que la miraban, el vecino se había quejado de la intensidad de la misma en sus ojos cada vez que miraba los ventanales y además que habían puesto en la calle una pila de arena, de gravilla y piedras lo que no le daba buena imagen, el vecino fregó y fregó con el tema hasta que la discusión se salió de tono y terminó en escándalo – A la hora del té bien fea que les quedó la pedazo de casa esa, ojalá y pase un loco y les reviente las hijueputas ventanas – afirmó el hombre.
La comisión que se había reunido catorce veces ya tenía un completo análisis sobre lo ocurrido y una audaz propuesta de poner barrotes anti-piedras a las ventanas; la academia logró preparar todo un compendio sobre las principales causas y consecuencias de la piedra en la ventana, el sacerdote y las señoras de la parroquia conformaron un grupo de oración para pedir por los afectados y la prensa olvidó el asunto, no se volvió a hablar de la piedra en la ventana.
La familia afectada preguntó a la Policía sobre el resultado de la exhaustiva investigación pues querían saber quién o quiénes eran los culpables, la respuesta no se hizo esperar, el caso seguía en investigación pues aún no había suficientes pruebas; un viejo zapatero remendón desde el otro lado de la calle con medio tabaco en la boca escupe y dice con voz entrecortada ¡fue el vecino! ese tipo es envidioso; todos miraron al viejo y le gritaron al unísono ¡No polarice! ¿Qué pruebas tiene?
La actual realidad indica que el sentido común y la sana lógica será una de las últimas capacidades que perderá la humanidad, si es que no la perdimos ya, pues el nivel de estupidización al que hemos llegado gracias a la invasión de las redes sociales y al facilismo en el que caímos por el […]
La actual realidad indica que el sentido común y la sana lógica será una de las últimas capacidades que perderá la humanidad, si es que no la perdimos ya, pues el nivel de estupidización al que hemos llegado gracias a la invasión de las redes sociales y al facilismo en el que caímos por el exceso de tecnología nos está llevando a la pérdida de funciones intelectuales básicas. Según la neurociencia el cerebro es perezoso y tiende a atrofiarse si no se le da uso y quizás el más importante es el de pensar y razonar.
A propósito de ello, a continuación, un fragmento de uno de mis libros.
“…Solo se oyó el estruendo de la ventana cuando se rompió en mil pedazos, como era muy tarde lo escucharon varias calles a la redonda, a esa hora la romería de los vecinos y curiosos no se hizo esperar, los habitantes de la casa en medio de la angustia no pudieron conciliar el sueño esa noche, se quedaron sentados en la sala contemplando el enorme hueco en la ventana y el reguero de vidrios en el piso, todo era confusión y angustia ¿Cómo pudo pasar? ¿Por qué a ellos? Todos murmuraban y comentaban el infortunio de la ventana rota a la media noche.
Al día siguiente muy temprano llegó la policía, la prensa, el delegado del alcalde, el inspector del barrio, el presidente de la junta comunal, el sacerdote y varios delegados de diferentes instituciones que adelantaban estudios sobre este tipo de incidentes, y por supuesto una delegación de científicos en representación de la academia para documentar y plantear tesis y postulados sobre lo acontecido.
La prensa efectuaba todo un completo cubrimiento donde relataban con lujo de detalles el modo, la forma, y hasta la descripción del roto de la ventana, la reportera se agachó, tomó uno de los vidrios rotos y con voz apagada y apesadumbrada relataba la forma y la cantidad de vidrios regados en la calle; luego, enfocando en recuadro completo y cubriendo toda la pantalla describía de manera magistral todas las características de la piedra causante del alboroto, mientras tanto el delegado de la policía, del alcalde, la academia, los representantes de la comuna, los científicos y el sacerdote conformaban una comisión con el compromiso de llegar hasta las últimas consecuencias, era un acto que requería todas las investigaciones, dar con los responsables, aplicarles todo el peso de la ley para que no se volviera a repetir.
El vecino de al lado, había tenido un altercado esa misma tarde con la familia, se habían ido casi a las manos pues había remodelado la casa, los grandes ventanales tipo espejo reflejaban la luz del sol y encandilaba a todos los que la miraban, el vecino se había quejado de la intensidad de la misma en sus ojos cada vez que miraba los ventanales y además que habían puesto en la calle una pila de arena, de gravilla y piedras lo que no le daba buena imagen, el vecino fregó y fregó con el tema hasta que la discusión se salió de tono y terminó en escándalo – A la hora del té bien fea que les quedó la pedazo de casa esa, ojalá y pase un loco y les reviente las hijueputas ventanas – afirmó el hombre.
La comisión que se había reunido catorce veces ya tenía un completo análisis sobre lo ocurrido y una audaz propuesta de poner barrotes anti-piedras a las ventanas; la academia logró preparar todo un compendio sobre las principales causas y consecuencias de la piedra en la ventana, el sacerdote y las señoras de la parroquia conformaron un grupo de oración para pedir por los afectados y la prensa olvidó el asunto, no se volvió a hablar de la piedra en la ventana.
La familia afectada preguntó a la Policía sobre el resultado de la exhaustiva investigación pues querían saber quién o quiénes eran los culpables, la respuesta no se hizo esperar, el caso seguía en investigación pues aún no había suficientes pruebas; un viejo zapatero remendón desde el otro lado de la calle con medio tabaco en la boca escupe y dice con voz entrecortada ¡fue el vecino! ese tipo es envidioso; todos miraron al viejo y le gritaron al unísono ¡No polarice! ¿Qué pruebas tiene?