Planificar es hacer planes de acción para un parámetro temporal, involucrando recursos varios para resolver problemas de diferente índole con propósitos antropocéntricos; esta actividad supone la participación interactiva entre planificadores y beneficiarios de dichos planes. En Colombia no se planifica pese a que se hacen planes de desarrollo, aquí se hacen listados de acciones desde […]
Planificar es hacer planes de acción para un parámetro temporal, involucrando recursos varios para resolver problemas de diferente índole con propósitos antropocéntricos; esta actividad supone la participación interactiva entre planificadores y beneficiarios de dichos planes.
En Colombia no se planifica pese a que se hacen planes de desarrollo, aquí se hacen listados de acciones desde oficinas del gobierno y en forma vegetativa sin considerar ni priorizar las verdaderas necesidades. Por eso, cada vez los problemas son más numerosos y críticos; si se planificara en función de resolver las necesidades, por ejemplo, no estaría en precarias condiciones el 94% de las vías terciarias del país. Este paradigma burocrático se está revisando en la presidencia de Gustavo Petro; ahora se pretende tomar los insumos desde las raíces, que son las comunidades sujetas de planificación, para que los entes oficiales de planificación sepan qué necesita la ciudadanía y cuánto valen estas carencias; se pretende que este nuevo tipo de planificación sea total, centrípeto y envolvente, desde la periferia hasta el centro.
Por primera vez se hacen diálogos regionales vinculantes para conocer en la fuente qué es lo que la gente demanda con criterio prioritario. En el Cesar se vienen adelantando estos diálogos; el primero fue en Aguachica y ahora, el 11/10/2022 tuvo lugar en Valledupar con seis mesas de participación con la presencia de altos funcionarios del gobierno. Participé en la mesa denominada ‘Seguridad Humana y Justicia Social’, una de las más numerosas. Aquí se abordaron, en especial, los problemas del sector salud que están descentralizados bajo la responsabilidad de alcaldes y gobernadores.
Nuestra situación como ente regional es vergonzosa, sus indicadores son de los peores del país, competimos las últimas cifras del ranking con Chocó y La Guajira, parias de la Nación. No se justifica que este departamento, el que más regalías ha recibido desde el 2012, después del Meta, se encuentre en estas condiciones. ¿Qué se hicieron las regalías?
Hay indicadores de un país, región o localidad que nos dicen qué clase de sociedad tenemos. Seis de ellos son fundamentales: la tasa de mortalidad infantil, TMI, (menores de 1 año), la de mortalidad de la niñez (de 1 a 5 años), la de desnutrición y muerte por desnutrición (< 5 años), la de mortalidad materna y el embarazo adolescente, rampa conducente a la trampa de la pobreza. Para ilustrar cómo vamos, Valledupar necesitaría 21 años para obtener la TMI que tuvo Ibagué en 2018, la menor dentro de 23 capitales de departamento (periodo analizado 2005-2018). Aquí no existen estadísticas confiables y nadie sabe cuánto vale disminuir un punto porcentual/año de cualquier indicador. En 2019 Valledupar tuvo la 5ª más alta TMI entre 23 ciudades capitales. Todos estos factores de morbilidad son curables o evitables, no se justifica que por estos conceptos muera una sola persona; nos encontramos en niveles críticos, por encima de la media nacional.
El único departamento del país que tiene mortalidad materna creciente es el Cesar, igual que Valledupar. Esto significa que esta es una variable sin dueño ni control; las cosas pasan, pero nadie en el gobierno regional o local se da cuenta, es un sector huérfano. No se asusten, cualquiera que vea a la alegre Valledupar se imagina que esta ciudad es un paraíso, pero es un sepulcro blanqueado, una leyenda más grande que la del Festival de la Leyenda. Nada, sus indicadores no son mejores que los que ofrecen los municipios restantes del departamento. ¿Qué han hecho los alcaldes para que estas cosas no sucedan? En la mesa también fueron citados otros problemas como la deficiencia de la red pública hospitalaria, la falta de prevención y atención en salud, la estratificación del Sisben por letras, la salud mental, la ola de suicidios y el poco acceso a la veeduría en salud. El suicidio en el Cesar es de los más altos del país, en términos relativos; sin embargo, no ha tenido la atención que merece.
Planificar es hacer planes de acción para un parámetro temporal, involucrando recursos varios para resolver problemas de diferente índole con propósitos antropocéntricos; esta actividad supone la participación interactiva entre planificadores y beneficiarios de dichos planes. En Colombia no se planifica pese a que se hacen planes de desarrollo, aquí se hacen listados de acciones desde […]
Planificar es hacer planes de acción para un parámetro temporal, involucrando recursos varios para resolver problemas de diferente índole con propósitos antropocéntricos; esta actividad supone la participación interactiva entre planificadores y beneficiarios de dichos planes.
En Colombia no se planifica pese a que se hacen planes de desarrollo, aquí se hacen listados de acciones desde oficinas del gobierno y en forma vegetativa sin considerar ni priorizar las verdaderas necesidades. Por eso, cada vez los problemas son más numerosos y críticos; si se planificara en función de resolver las necesidades, por ejemplo, no estaría en precarias condiciones el 94% de las vías terciarias del país. Este paradigma burocrático se está revisando en la presidencia de Gustavo Petro; ahora se pretende tomar los insumos desde las raíces, que son las comunidades sujetas de planificación, para que los entes oficiales de planificación sepan qué necesita la ciudadanía y cuánto valen estas carencias; se pretende que este nuevo tipo de planificación sea total, centrípeto y envolvente, desde la periferia hasta el centro.
Por primera vez se hacen diálogos regionales vinculantes para conocer en la fuente qué es lo que la gente demanda con criterio prioritario. En el Cesar se vienen adelantando estos diálogos; el primero fue en Aguachica y ahora, el 11/10/2022 tuvo lugar en Valledupar con seis mesas de participación con la presencia de altos funcionarios del gobierno. Participé en la mesa denominada ‘Seguridad Humana y Justicia Social’, una de las más numerosas. Aquí se abordaron, en especial, los problemas del sector salud que están descentralizados bajo la responsabilidad de alcaldes y gobernadores.
Nuestra situación como ente regional es vergonzosa, sus indicadores son de los peores del país, competimos las últimas cifras del ranking con Chocó y La Guajira, parias de la Nación. No se justifica que este departamento, el que más regalías ha recibido desde el 2012, después del Meta, se encuentre en estas condiciones. ¿Qué se hicieron las regalías?
Hay indicadores de un país, región o localidad que nos dicen qué clase de sociedad tenemos. Seis de ellos son fundamentales: la tasa de mortalidad infantil, TMI, (menores de 1 año), la de mortalidad de la niñez (de 1 a 5 años), la de desnutrición y muerte por desnutrición (< 5 años), la de mortalidad materna y el embarazo adolescente, rampa conducente a la trampa de la pobreza. Para ilustrar cómo vamos, Valledupar necesitaría 21 años para obtener la TMI que tuvo Ibagué en 2018, la menor dentro de 23 capitales de departamento (periodo analizado 2005-2018). Aquí no existen estadísticas confiables y nadie sabe cuánto vale disminuir un punto porcentual/año de cualquier indicador. En 2019 Valledupar tuvo la 5ª más alta TMI entre 23 ciudades capitales. Todos estos factores de morbilidad son curables o evitables, no se justifica que por estos conceptos muera una sola persona; nos encontramos en niveles críticos, por encima de la media nacional.
El único departamento del país que tiene mortalidad materna creciente es el Cesar, igual que Valledupar. Esto significa que esta es una variable sin dueño ni control; las cosas pasan, pero nadie en el gobierno regional o local se da cuenta, es un sector huérfano. No se asusten, cualquiera que vea a la alegre Valledupar se imagina que esta ciudad es un paraíso, pero es un sepulcro blanqueado, una leyenda más grande que la del Festival de la Leyenda. Nada, sus indicadores no son mejores que los que ofrecen los municipios restantes del departamento. ¿Qué han hecho los alcaldes para que estas cosas no sucedan? En la mesa también fueron citados otros problemas como la deficiencia de la red pública hospitalaria, la falta de prevención y atención en salud, la estratificación del Sisben por letras, la salud mental, la ola de suicidios y el poco acceso a la veeduría en salud. El suicidio en el Cesar es de los más altos del país, en términos relativos; sin embargo, no ha tenido la atención que merece.