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Editorial - 14 febrero, 2011

El futuro del desarrollo económico de Valledupar

El desempleo y –principalmente- la falta de ingresos es uno de los problemas económicos más sentidos por los habitantes de Valledupar, al igual que el de muchas otras ciudades del país. Recientemente, el Departamento Nacional de Estadísticas (Dane) reveló que la tasa de desempleo abierto en la ciudad supera el 11 por ciento, esto sin […]

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El desempleo y –principalmente- la falta de ingresos es uno de los problemas económicos más sentidos por los habitantes de Valledupar, al igual que el de muchas otras ciudades del país. Recientemente, el Departamento Nacional de Estadísticas (Dane) reveló que la tasa de desempleo abierto en la ciudad supera el 11 por ciento, esto sin contar, obviamente, el empleo informal y el subempleo.
Adicionalmente, la capital del Cesar ha sido receptora de una gran cantidad de población desplazada, tanto del Cesar, como de otros departamentos, al punto que se habla de unas cien  mil personas, cifra que nos parece demasiado alta, pero no tenemos elementos de juicio para confirmarla  o para negarla. De todas formas, se trata de una población bastante numerosa  y que requiere atención del Estado, en varios aspectos.
La economía de la región, particularmente del departamento del Cesar, se ha fundamentado desde antes de la fundación de este ente territorial, en los sectores agrícola y pecuario, con poco desarrollo del sector industrial, prácticamente no tenemos agroindustria, y un desarrollo comercial y de servicios también marginal.
En los últimos años, a raíz del desarrollo de la explotación de la minería del carbón, muchas personas han llegado al departamento y a su capital, y también se han creado otros negocios, con la expectativa de que la explotación minera irrigue recursos al resto de sectores y sirva para estimularlos.  Desafortunadamente, como en otros países del mundo y otras regiones de Colombia, el desarrollo minero ha sido una economía de enclave, como lo llaman los teóricos, es decir se ha dado poco encadenamiento entre este y el resto de los otros sectores. Lo ideal sería que mediante políticas públicas de coordinación se pudiera estimular y lograr ese encadenamiento.
Por todo lo anterior, consideramos necesario que Valledupar tenga una Secretaría de Desarrollo Económico, que se encargaría de fomentar el empresarismo, principalmente la creación y consolidación de micro, fami-empresas, pequeñas y medianas empresas, por medio de la capacitación, facilitación de acceso al crédito, al mercadeo y a la agremiación empresarial.
Esa secretaría trabajaría, también, en la coordinación de estudios económicos y en la consolidación de un observatorio económico de la ciudad y el departamento, sin crear una burocracia para ello, sino mediante acuerdos y convenios con los gremios de la producción, las universidades, el Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena), y con organizaciones no gubernamentales y fundaciones que también trabajan en el fomento del empresarismo, el microcrédito y la ayuda a sectores sociales vulnerables.
Valledupar requiere establecer políticas para su sector agropecuario,  en coordinación con la Secretaría de Agricultura del Departamento; como también fomentar otros sectores, como el turismo cultural y una mejor explotación de la música y la cultura vallenata, entre otros.
Adicionalmente, la misma secretaría se encargaría de ayudar a formalizar a muchos negocios que hoy están funcionando de manera irregular, como las ventas ambulantes, las ventas de comidas rápidas y artesanías, entre otros, que con una pequeña, pero efectiva, ayuda del Estado podrían generar más ingresos, más empleos  y –con el tiempo- impuestos para la ciudad.
Ciudades como Bogotá, Cali, Medellín, Bucaramanga y Barranquilla, para citar sólo algunas, cuentan con entes económicos estatales, encargados de fomentar el desarrollo económico y empresarial, con buenos resultados.
Por supuesto, no se trata de volver a un Estado paternalista que tanto nos costó en el pasado, ni de fomentar el clientelismo y la corrupción, sino de reconocer que temas como el desempleo y la falta de ingresos de miles de familias, que hoy dependen del mototaxismo y de la venta de comida y de minuto en las calles, no se puede dejar al libre juego de la oferta y la demanda sino que – por el contrario- requieren de una inteligente y efectiva intervención del Estado en la economía para contribuir, desde el nivel municipal, en la lucha contra la pobreza y la inequidad social que nos agobia.

Editorial
14 febrero, 2011

El futuro del desarrollo económico de Valledupar

El desempleo y –principalmente- la falta de ingresos es uno de los problemas económicos más sentidos por los habitantes de Valledupar, al igual que el de muchas otras ciudades del país. Recientemente, el Departamento Nacional de Estadísticas (Dane) reveló que la tasa de desempleo abierto en la ciudad supera el 11 por ciento, esto sin […]


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El desempleo y –principalmente- la falta de ingresos es uno de los problemas económicos más sentidos por los habitantes de Valledupar, al igual que el de muchas otras ciudades del país. Recientemente, el Departamento Nacional de Estadísticas (Dane) reveló que la tasa de desempleo abierto en la ciudad supera el 11 por ciento, esto sin contar, obviamente, el empleo informal y el subempleo.
Adicionalmente, la capital del Cesar ha sido receptora de una gran cantidad de población desplazada, tanto del Cesar, como de otros departamentos, al punto que se habla de unas cien  mil personas, cifra que nos parece demasiado alta, pero no tenemos elementos de juicio para confirmarla  o para negarla. De todas formas, se trata de una población bastante numerosa  y que requiere atención del Estado, en varios aspectos.
La economía de la región, particularmente del departamento del Cesar, se ha fundamentado desde antes de la fundación de este ente territorial, en los sectores agrícola y pecuario, con poco desarrollo del sector industrial, prácticamente no tenemos agroindustria, y un desarrollo comercial y de servicios también marginal.
En los últimos años, a raíz del desarrollo de la explotación de la minería del carbón, muchas personas han llegado al departamento y a su capital, y también se han creado otros negocios, con la expectativa de que la explotación minera irrigue recursos al resto de sectores y sirva para estimularlos.  Desafortunadamente, como en otros países del mundo y otras regiones de Colombia, el desarrollo minero ha sido una economía de enclave, como lo llaman los teóricos, es decir se ha dado poco encadenamiento entre este y el resto de los otros sectores. Lo ideal sería que mediante políticas públicas de coordinación se pudiera estimular y lograr ese encadenamiento.
Por todo lo anterior, consideramos necesario que Valledupar tenga una Secretaría de Desarrollo Económico, que se encargaría de fomentar el empresarismo, principalmente la creación y consolidación de micro, fami-empresas, pequeñas y medianas empresas, por medio de la capacitación, facilitación de acceso al crédito, al mercadeo y a la agremiación empresarial.
Esa secretaría trabajaría, también, en la coordinación de estudios económicos y en la consolidación de un observatorio económico de la ciudad y el departamento, sin crear una burocracia para ello, sino mediante acuerdos y convenios con los gremios de la producción, las universidades, el Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena), y con organizaciones no gubernamentales y fundaciones que también trabajan en el fomento del empresarismo, el microcrédito y la ayuda a sectores sociales vulnerables.
Valledupar requiere establecer políticas para su sector agropecuario,  en coordinación con la Secretaría de Agricultura del Departamento; como también fomentar otros sectores, como el turismo cultural y una mejor explotación de la música y la cultura vallenata, entre otros.
Adicionalmente, la misma secretaría se encargaría de ayudar a formalizar a muchos negocios que hoy están funcionando de manera irregular, como las ventas ambulantes, las ventas de comidas rápidas y artesanías, entre otros, que con una pequeña, pero efectiva, ayuda del Estado podrían generar más ingresos, más empleos  y –con el tiempo- impuestos para la ciudad.
Ciudades como Bogotá, Cali, Medellín, Bucaramanga y Barranquilla, para citar sólo algunas, cuentan con entes económicos estatales, encargados de fomentar el desarrollo económico y empresarial, con buenos resultados.
Por supuesto, no se trata de volver a un Estado paternalista que tanto nos costó en el pasado, ni de fomentar el clientelismo y la corrupción, sino de reconocer que temas como el desempleo y la falta de ingresos de miles de familias, que hoy dependen del mototaxismo y de la venta de comida y de minuto en las calles, no se puede dejar al libre juego de la oferta y la demanda sino que – por el contrario- requieren de una inteligente y efectiva intervención del Estado en la economía para contribuir, desde el nivel municipal, en la lucha contra la pobreza y la inequidad social que nos agobia.