Los llamados empresarios, algunos reales, otros especulativos, le declararon la guerra frontal a la reforma tributaria del Pacto Histórico.
Los llamados empresarios, algunos reales, otros especulativos, le declararon la guerra frontal a la reforma tributaria del Pacto Histórico. El tributo, históricamente, siempre ha estado presente en la mayoría de los conflictos de la humanidad; los imperios antiguos conquistaban territorios para incrementar sus ingresos.
La tributación moderna ha servido para que unos pocos vivan de los impuestos y tener capacidad para domeñar a los pueblos, en un círculo vicioso perverso. Ninguna sociedad democrática es viable si no existe progresividad tributaria. Siempre hay que preguntarse qué porcentaje del PIB aporta cada decil de la sociedad y qué porcentaje recibe; para que haya progresividad, el decil más rico debe aportar más que el decil más pobre y los beneficios recibidos deberán ser inversos.
En Colombia, el 10% más rico de la población recibe 11 veces más ingresos que el 10% más pobre (Banco Mundial). Pero ¿cuánto recibe cada decil, de parte del Estado, por sus acciones. Esa es la ecuación que debemos optimizar para que la tributación sea progresiva. En las repúblicas bananeras como Colombia, el punto más sensible para un empresario consiste en decirle que debe pagar impuestos justos para ayudar con las cargas del Estado. Pero también ocurre en algunas potencias económicas como EE. UU; Warren Buffet dijo que su secretaria paga más impuestos que él. Aquí también pasa eso; hace un año Gustavo Bolívar publicó las declaraciones de rentas de todos los senadores del C.D. y ninguno pagaba impuestos, incluyendo a Uribe, pese a sus elevados salarios, sus activos y demás canonjías.
No es justo que mi esposa que tiene un pequeño negocio en el CCG pague muchos más impuestos que ellos. Nuestros empresarios son muy llorones, solo defienden sus propios intereses, nada les importa la suerte del país. Si no se produce un cambio sustancial en el recaudo, cómo vamos a pagar la inmensa deuda externa que nos dejó el uribismo, cómo vamos a subsanar el déficit fiscal, cómo vamos a atender las inversiones represadas en todos los sectores de la vida nacional.
No es cierto que la clase media sea la sacrificada con esta reforma; 4 millones de personas naturales declaran y de esos solo 40.000, el 1%, ganan más de $10.3 millones, solo esos serán gravados. La consigna es apostarle al fracaso de G. P. para después decirnos que sus propuestas de gobierno eran equivocadas y así justificar su retorno al gran negocio que es vivir del Estado, esos si viven sabroso.
Pero, estos no están solos, los acompañan los lobistas que tienen en el congreso a quienes financian en sus campañas proselitistas. Con propósitos protervos han maquillado unas cifras mostrándolas aterradoras tal que el ministro de hacienda tuvo que decirles que eran mentirosas. No es Colombia el país con la mayor carga tributaria; en 2020, su recaudo tributario como porcentaje del PIB ascendió al 18.7% mientras que, en la OCDE a la cual Colombia pertenece, fue 33.5%, la media en ALC es 21.9%, en Chile, modelo económico en AL, es 19.3% y en Argentina 29.4%. Además, los empresarios y muchos particulares gozan de otros privilegios que no tienen sus pares.
En 2019, la evasión por concepto de IVA ascendió a $20.7 billones (1.9% del PIB) y por renta de personas fue de $21.6 billones (2% del PIB). Los beneficios tributarios para ese año alcanzaron $69.1 billones (6.5% del PIB) de los cuales $51.6% (4.9%) correspondieron al IVA y $17.1 billones (1.6%) a renta. ¿Cuántos problemas no se arreglan con estas cifras? Fuera de eso, nuestro sistema tributario es totalmente regresivo; mientras que las sociedades aportan el 24.5% del recaudo, el IVA da el 28.7%. Han puesto el grito en el cielo por el impuesto a los dividendos que ya existe. Aquí, este gravamen para quienes reciban más de $10.9 millones por dividendo, pagan el 10% mientras que en el resto del mundo pagan entre el 23 y 50%. En Chile obligan a distribuir los dividendos, aunque después vuelvan a capitalizarlos. Un dividendo podría asimilarse a un salario.
Los llamados empresarios, algunos reales, otros especulativos, le declararon la guerra frontal a la reforma tributaria del Pacto Histórico.
Los llamados empresarios, algunos reales, otros especulativos, le declararon la guerra frontal a la reforma tributaria del Pacto Histórico. El tributo, históricamente, siempre ha estado presente en la mayoría de los conflictos de la humanidad; los imperios antiguos conquistaban territorios para incrementar sus ingresos.
La tributación moderna ha servido para que unos pocos vivan de los impuestos y tener capacidad para domeñar a los pueblos, en un círculo vicioso perverso. Ninguna sociedad democrática es viable si no existe progresividad tributaria. Siempre hay que preguntarse qué porcentaje del PIB aporta cada decil de la sociedad y qué porcentaje recibe; para que haya progresividad, el decil más rico debe aportar más que el decil más pobre y los beneficios recibidos deberán ser inversos.
En Colombia, el 10% más rico de la población recibe 11 veces más ingresos que el 10% más pobre (Banco Mundial). Pero ¿cuánto recibe cada decil, de parte del Estado, por sus acciones. Esa es la ecuación que debemos optimizar para que la tributación sea progresiva. En las repúblicas bananeras como Colombia, el punto más sensible para un empresario consiste en decirle que debe pagar impuestos justos para ayudar con las cargas del Estado. Pero también ocurre en algunas potencias económicas como EE. UU; Warren Buffet dijo que su secretaria paga más impuestos que él. Aquí también pasa eso; hace un año Gustavo Bolívar publicó las declaraciones de rentas de todos los senadores del C.D. y ninguno pagaba impuestos, incluyendo a Uribe, pese a sus elevados salarios, sus activos y demás canonjías.
No es justo que mi esposa que tiene un pequeño negocio en el CCG pague muchos más impuestos que ellos. Nuestros empresarios son muy llorones, solo defienden sus propios intereses, nada les importa la suerte del país. Si no se produce un cambio sustancial en el recaudo, cómo vamos a pagar la inmensa deuda externa que nos dejó el uribismo, cómo vamos a subsanar el déficit fiscal, cómo vamos a atender las inversiones represadas en todos los sectores de la vida nacional.
No es cierto que la clase media sea la sacrificada con esta reforma; 4 millones de personas naturales declaran y de esos solo 40.000, el 1%, ganan más de $10.3 millones, solo esos serán gravados. La consigna es apostarle al fracaso de G. P. para después decirnos que sus propuestas de gobierno eran equivocadas y así justificar su retorno al gran negocio que es vivir del Estado, esos si viven sabroso.
Pero, estos no están solos, los acompañan los lobistas que tienen en el congreso a quienes financian en sus campañas proselitistas. Con propósitos protervos han maquillado unas cifras mostrándolas aterradoras tal que el ministro de hacienda tuvo que decirles que eran mentirosas. No es Colombia el país con la mayor carga tributaria; en 2020, su recaudo tributario como porcentaje del PIB ascendió al 18.7% mientras que, en la OCDE a la cual Colombia pertenece, fue 33.5%, la media en ALC es 21.9%, en Chile, modelo económico en AL, es 19.3% y en Argentina 29.4%. Además, los empresarios y muchos particulares gozan de otros privilegios que no tienen sus pares.
En 2019, la evasión por concepto de IVA ascendió a $20.7 billones (1.9% del PIB) y por renta de personas fue de $21.6 billones (2% del PIB). Los beneficios tributarios para ese año alcanzaron $69.1 billones (6.5% del PIB) de los cuales $51.6% (4.9%) correspondieron al IVA y $17.1 billones (1.6%) a renta. ¿Cuántos problemas no se arreglan con estas cifras? Fuera de eso, nuestro sistema tributario es totalmente regresivo; mientras que las sociedades aportan el 24.5% del recaudo, el IVA da el 28.7%. Han puesto el grito en el cielo por el impuesto a los dividendos que ya existe. Aquí, este gravamen para quienes reciban más de $10.9 millones por dividendo, pagan el 10% mientras que en el resto del mundo pagan entre el 23 y 50%. En Chile obligan a distribuir los dividendos, aunque después vuelvan a capitalizarlos. Un dividendo podría asimilarse a un salario.