Y no olvides que cada noche trae su propio sueño.
Cuenta una historia que hace algún tiempo, un hombre menesteroso, sucio, que deambulaba por las calles, vio acercarse a una distinguida joven, elegante y de fino trato; se agachó ante él y lo saludó; el hombre extrañado le pregunta ¿qué quieres, vienes acaso a burlarte de mí… como todos?
No, le respondió la dama, vengo a invitarte a cenar. El hombre se rehusó, pensaba que la hermosa dama, tan elegante, se burlaba de él. Ella insistió.
A regañadientes el hombre se levanta y con pasos trémulos, la acompaña hasta llegar a una cafetería muy elegante; él reconoció ese lugar, había sido su sitio de trabajo durante muchos años, pero lo habían despedido de manera injusta.
Al entrar, algunos meseros trataron de impedirle el paso, pero se detuvieron al verlo con la dama.
No puedo estar aquí, no soy bienvenido dijo el hombre. Tranquilo, respondió ella.
Tráigale una hamburguesa especial y un batido de fresa.
Sentados en una mesa el hombre recordó su paso por el lugar y además que esa era su comida favorita
¿Me recuerdas ahora? le pregunta la mujer mirándolo a los ojos. Yo soy aquella mujer que deambulaba por las calles, sucia y hambrienta y que un día vino a pedirte comida.
Tú eras quien atendía el lugar y en vez de echarme como solía suceder siempre, me diste de comer; un manjar para un hambriento.
Una hamburguesa especial y un batido de fresa. Sí, me diste tu comida.
El hombre la miraba sin poder verla, con los ojos llenos de lágrimas y sin poder hablar pues se lo impedía un nudo en la garganta.
Te he buscado por muchos años, ahora soy la dueña de este lugar y tengo muchos negocios por todo el mundo.
Quiero que sepas que ahora eres el dueño de este negocio, solo tú podrás sacarlo adelante. Es tuyo, te lo regalo.
Esta historia simplifica en unos minutos lo que puede tardar una vida entera en explicarse y entenderse, “Quien siembra vientos, cosecha tempestades” es un refrán que advierte que todas nuestras acciones en la vida generan consecuencias.
En este sentido, “sembrar vientos y cosechar tempestades” hace referencia a la idea de los resultados negativos que producen acciones mal encaminadas.
Igual resulta de las buenas acciones, del buen trato, de las palabras dulces y de las miradas de gracia que terminan en una sonrisa. Cuando veas a alguien en situaciones de molestia o en encrucijadas de malas acciones, recuerda que más adelante puedes ser tú mismo o alguno de tus familiares, bríndale la mano.
No te niegues a las buenas acciones, no te niegues al buen actuar, no importa quién sea, solo actúa, se siente bien.
“Los ríos no beben su propia agua; los árboles no comen sus propios frutos. El sol no brilla para sí mismo; y las flores no esparcen su fragancia para sí mismas. Vivir para los otros es una regla de la naturaleza.
La vida es buena cuando tú estás feliz; pero la vida es mucho mejor, cuando los otros son felices por causa tuya“
Haz el bien sin mirar a quién, al final la vida te devuelve lo que siembras, sea buena o mala la cosecha depende de ti. Y no olvides que cada noche trae su propio sueño. Solo Eso.
Y no olvides que cada noche trae su propio sueño.
Cuenta una historia que hace algún tiempo, un hombre menesteroso, sucio, que deambulaba por las calles, vio acercarse a una distinguida joven, elegante y de fino trato; se agachó ante él y lo saludó; el hombre extrañado le pregunta ¿qué quieres, vienes acaso a burlarte de mí… como todos?
No, le respondió la dama, vengo a invitarte a cenar. El hombre se rehusó, pensaba que la hermosa dama, tan elegante, se burlaba de él. Ella insistió.
A regañadientes el hombre se levanta y con pasos trémulos, la acompaña hasta llegar a una cafetería muy elegante; él reconoció ese lugar, había sido su sitio de trabajo durante muchos años, pero lo habían despedido de manera injusta.
Al entrar, algunos meseros trataron de impedirle el paso, pero se detuvieron al verlo con la dama.
No puedo estar aquí, no soy bienvenido dijo el hombre. Tranquilo, respondió ella.
Tráigale una hamburguesa especial y un batido de fresa.
Sentados en una mesa el hombre recordó su paso por el lugar y además que esa era su comida favorita
¿Me recuerdas ahora? le pregunta la mujer mirándolo a los ojos. Yo soy aquella mujer que deambulaba por las calles, sucia y hambrienta y que un día vino a pedirte comida.
Tú eras quien atendía el lugar y en vez de echarme como solía suceder siempre, me diste de comer; un manjar para un hambriento.
Una hamburguesa especial y un batido de fresa. Sí, me diste tu comida.
El hombre la miraba sin poder verla, con los ojos llenos de lágrimas y sin poder hablar pues se lo impedía un nudo en la garganta.
Te he buscado por muchos años, ahora soy la dueña de este lugar y tengo muchos negocios por todo el mundo.
Quiero que sepas que ahora eres el dueño de este negocio, solo tú podrás sacarlo adelante. Es tuyo, te lo regalo.
Esta historia simplifica en unos minutos lo que puede tardar una vida entera en explicarse y entenderse, “Quien siembra vientos, cosecha tempestades” es un refrán que advierte que todas nuestras acciones en la vida generan consecuencias.
En este sentido, “sembrar vientos y cosechar tempestades” hace referencia a la idea de los resultados negativos que producen acciones mal encaminadas.
Igual resulta de las buenas acciones, del buen trato, de las palabras dulces y de las miradas de gracia que terminan en una sonrisa. Cuando veas a alguien en situaciones de molestia o en encrucijadas de malas acciones, recuerda que más adelante puedes ser tú mismo o alguno de tus familiares, bríndale la mano.
No te niegues a las buenas acciones, no te niegues al buen actuar, no importa quién sea, solo actúa, se siente bien.
“Los ríos no beben su propia agua; los árboles no comen sus propios frutos. El sol no brilla para sí mismo; y las flores no esparcen su fragancia para sí mismas. Vivir para los otros es una regla de la naturaleza.
La vida es buena cuando tú estás feliz; pero la vida es mucho mejor, cuando los otros son felices por causa tuya“
Haz el bien sin mirar a quién, al final la vida te devuelve lo que siembras, sea buena o mala la cosecha depende de ti. Y no olvides que cada noche trae su propio sueño. Solo Eso.