Bello rincón colonial, alma de fieles tesoros, así eres tú Río de Oro un cántico en madrigal. Tu frescura matinal tiene aroma de labranza, y la noche cuando avanza tus calles saben a vino; como un árbol del camino en ti crece la esperanza.
I
Bello rincón colonial,
alma de fieles tesoros,
así eres tú Río de Oro
un cántico en madrigal.
Tu frescura matinal
tiene aroma de labranza,
y la noche cuando avanza
tus calles saben a vino;
como un árbol del camino
en ti crece la esperanza.
II
En las horas matinales
el arrullo en sus regazos,
la ternura en los abrazos
de las calles coloniales.
Las sonrisas forestales
ramilletes de alegría
celebran la epifanía
de un poeta en la palabra
y espera que el viento abra
sus alas en sinfonía.
III
Adornada en primavera
tu gente alegre florece,
tú Río de Oro te meces
entre cimas y laderas.
Cesarenses y ocañeras
las costumbres de tu suelo,
y bien dicen los abuelos
que la tradición no emigre,
y la leyenda del tigre
germine bajo este cielo.
IV
Dicen los nativos contentos
de este pueblo del Cesar:
Río de Oro es un altar
en todo el departamento.
Tamizado el sentimiento
la decencia es un espejo;
todo el que viene de lejos
se quiere quedar aquí;
quien ama a Dios es feliz,
siempre dan ese consejo.
Por José Atuesta Mindiola
Bello rincón colonial, alma de fieles tesoros, así eres tú Río de Oro un cántico en madrigal. Tu frescura matinal tiene aroma de labranza, y la noche cuando avanza tus calles saben a vino; como un árbol del camino en ti crece la esperanza.
I
Bello rincón colonial,
alma de fieles tesoros,
así eres tú Río de Oro
un cántico en madrigal.
Tu frescura matinal
tiene aroma de labranza,
y la noche cuando avanza
tus calles saben a vino;
como un árbol del camino
en ti crece la esperanza.
II
En las horas matinales
el arrullo en sus regazos,
la ternura en los abrazos
de las calles coloniales.
Las sonrisas forestales
ramilletes de alegría
celebran la epifanía
de un poeta en la palabra
y espera que el viento abra
sus alas en sinfonía.
III
Adornada en primavera
tu gente alegre florece,
tú Río de Oro te meces
entre cimas y laderas.
Cesarenses y ocañeras
las costumbres de tu suelo,
y bien dicen los abuelos
que la tradición no emigre,
y la leyenda del tigre
germine bajo este cielo.
IV
Dicen los nativos contentos
de este pueblo del Cesar:
Río de Oro es un altar
en todo el departamento.
Tamizado el sentimiento
la decencia es un espejo;
todo el que viene de lejos
se quiere quedar aquí;
quien ama a Dios es feliz,
siempre dan ese consejo.
Por José Atuesta Mindiola