Hemos visto, oído y leído las reacciones positivas que en la nación se dieron por el nombramiento de Leonor Zalabata como embajadora de Colombia ante la cimera Organización de Naciones Unida.
Hemos visto, oído y leído las reacciones positivas que en la nación se dieron por el nombramiento de Leonor Zalabata como embajadora de Colombia ante la cimera Organización de Naciones Unida.
En el ámbito local esas reacciones han sido menores, dirigencia política del Cesar ha hecho ‘mutis por el foro’. No es sorprendente, pues los valores por los que se le reconoce a Zalabata con su designación son lo opuestos a los que aquella pregona: la batalla contra la exclusión y la violación de los derechos humanos; a la lucha por la convivencia y el respeto a la diversidad y a la biodiversidad, a la cultura, a los saberes tradicionales y a la mujer.
“El arribo de Leonor a la ONU es un mensaje poderoso para la clase política cesarense, que se ha caracterizado por propiciar la desigualdad social, mostrar sin pena su voracidad burocrática y protagonizar escándalos de corrupción”, ha dicho en ese mismo sentido el escritor Carlos Cesar Silva. También que “irónicamente, su labor incansable ha sido más valorada a nivel internacional que en el país y Valledupar”.
Pero conociendo en Leonor el carácter, moderación e inclinación al diálogo respetuoso entre personas diversas, sin duda trabajaría unida por el bien común de los cesarenses, junto a los dirigentes políticos y sociales sin exclusión.
Por supuesto, también lo hará con los indígenas, y en especial con todos los de su comunidad. Esperamos que su arribo al alto cargo sea un elemento que contribuya al entendimiento entre los integrantes del pueblo arhuaco.
Sobre la necesidad de la unión, de los valores de la autodeterminación Leonor Zalabata nos ha hablado en varias entrevistas, de la más reciente, aún inédita, escuchamos sus palabras sin pasión sobre el conflicto: “es que hay dos sistemas distintos, dos referentes, y mientras no haya una cuestión de fondo no habrá una solución de fondo”. Expone la necesidad de recurrir al más original y auténtico derecho, el derecho arhuaco, el del pueblo, cuyo “primer principio es la unidad”.
“La solución no viene desde afuera”, asevera. “A pesar de que un acto administrativo refuerce el error, que no es sustancial, de fondo, sino de procedimiento”. Es categórica sobre el papel del nuevo gobierno: “es un asunto que no depende del gobernante”. “Es de entendimiento de la cultura de los pueblos indígenas, de la transformación de lo individual a lo colectivo, aunque es evidente que ha habido descoordinación interinstitucional”.
En ese aspecto también señala: “De las altas cortes ha habido más de 700 sentencias sobre el tema indígena, más de 400 de ellas favorables a los pueblos tradicionales, pero es que la ley no ha desarrollado La Constitución, y los funcionarios se sienten sueltos para interpretar las cosas y hacer alianzas con sectores del conflicto”.
Zalabata dejó claro que ella representará a toda Colombia, a pesar de ser arhuaca, y buscará a través del diálogo la paz. Esa que esperamos se abra paso entre los pueblos de La Sierra.
Hemos visto, oído y leído las reacciones positivas que en la nación se dieron por el nombramiento de Leonor Zalabata como embajadora de Colombia ante la cimera Organización de Naciones Unida.
Hemos visto, oído y leído las reacciones positivas que en la nación se dieron por el nombramiento de Leonor Zalabata como embajadora de Colombia ante la cimera Organización de Naciones Unida.
En el ámbito local esas reacciones han sido menores, dirigencia política del Cesar ha hecho ‘mutis por el foro’. No es sorprendente, pues los valores por los que se le reconoce a Zalabata con su designación son lo opuestos a los que aquella pregona: la batalla contra la exclusión y la violación de los derechos humanos; a la lucha por la convivencia y el respeto a la diversidad y a la biodiversidad, a la cultura, a los saberes tradicionales y a la mujer.
“El arribo de Leonor a la ONU es un mensaje poderoso para la clase política cesarense, que se ha caracterizado por propiciar la desigualdad social, mostrar sin pena su voracidad burocrática y protagonizar escándalos de corrupción”, ha dicho en ese mismo sentido el escritor Carlos Cesar Silva. También que “irónicamente, su labor incansable ha sido más valorada a nivel internacional que en el país y Valledupar”.
Pero conociendo en Leonor el carácter, moderación e inclinación al diálogo respetuoso entre personas diversas, sin duda trabajaría unida por el bien común de los cesarenses, junto a los dirigentes políticos y sociales sin exclusión.
Por supuesto, también lo hará con los indígenas, y en especial con todos los de su comunidad. Esperamos que su arribo al alto cargo sea un elemento que contribuya al entendimiento entre los integrantes del pueblo arhuaco.
Sobre la necesidad de la unión, de los valores de la autodeterminación Leonor Zalabata nos ha hablado en varias entrevistas, de la más reciente, aún inédita, escuchamos sus palabras sin pasión sobre el conflicto: “es que hay dos sistemas distintos, dos referentes, y mientras no haya una cuestión de fondo no habrá una solución de fondo”. Expone la necesidad de recurrir al más original y auténtico derecho, el derecho arhuaco, el del pueblo, cuyo “primer principio es la unidad”.
“La solución no viene desde afuera”, asevera. “A pesar de que un acto administrativo refuerce el error, que no es sustancial, de fondo, sino de procedimiento”. Es categórica sobre el papel del nuevo gobierno: “es un asunto que no depende del gobernante”. “Es de entendimiento de la cultura de los pueblos indígenas, de la transformación de lo individual a lo colectivo, aunque es evidente que ha habido descoordinación interinstitucional”.
En ese aspecto también señala: “De las altas cortes ha habido más de 700 sentencias sobre el tema indígena, más de 400 de ellas favorables a los pueblos tradicionales, pero es que la ley no ha desarrollado La Constitución, y los funcionarios se sienten sueltos para interpretar las cosas y hacer alianzas con sectores del conflicto”.
Zalabata dejó claro que ella representará a toda Colombia, a pesar de ser arhuaca, y buscará a través del diálogo la paz. Esa que esperamos se abra paso entre los pueblos de La Sierra.