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Columnista - 21 julio, 2022

Alharaca por Leonor

Faltó nombrar un procurador del cerro por que se sobró en defensores. Ya es asunto olvidado.

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Y la moda ahí. La alharaca también. Pero definitivamente me quedo con la segunda, la moda es pasajera y regresa pronto, la alharaca en cambio regresa distinta y por distintos motivos, además es prima querida de la bulla, los dichos, los momentos, y las personas. Cada alharaca trae sus personajes y cada personaje trae su cuento, mejor dicho, sus propias alharacas. 

No olvidemos que la palabra es de origen árabe, arakah, que significa movimiento, agitación y es pariente de otra también de la misma familia, algarabía, de manera que Valledupar, puede aspirar ahora y después de tantos títulos, a ser la “Esquina del movimiento”. Lo que faltaba.

El Caribe en general es tierra fértil para esa palabreja compleja y chévere al mismo tiempo. Compitió en épocas con bochinche y fundingue, luego se dejó vencer por zaperoco y de todo un poco, pero vamos al grano. O mejor a la propia arepa. En Valledupar, como en todas partes los temas se ponen de moda por raticos, por momentos, por instantes. 

Hace apenas cuatro meses el Cerro de Cicolac, para seguirlo llamando así, era en consenso de urbanistas, paisajistas, orografistas, geólogos, religiosos de todas las calañas y habladores de tiempo completo, con estudios o sin ellos, tenían el problema en la mano y la solución en los dedos. Ya la discusión se acabó, apenas inicien los cañaguates y demás árboles de flores amarillas, es decir, cada enero, vuelven al tema, los mismo al mismo tiempo. 

Faltó nombrar un procurador del cerro por que se sobró en defensores. Ya es asunto olvidado.

En otrora, alcaldes, e incluso gobernadores el tema era la cultura ciudadana, al menos con esos contratos se ganaron un platal ciertas personas de la ciudad y lo único que decían en tales conferencias, talleres o como quieran llamarle, era que no podían seguir pegando chicles debajo de las sillas, ni tirando la cáscara de los guineos en plena calle, cada quien cobró su plata con las tajadas correspondientes y esa vaina tampoco dio chicle, asunto olvidado.

Luego se habló de la economía naranja, eso sí era la panacea para la ciudad,  el alcalde de la época vestía color naranja de fino lino en cada presentación, hasta llegaron a conseguir por la misma alharaca una bicicletas del mismo color, que deben estar pudriéndose en algún lugar, solo quedan los antiguos vendedores de jugos en plena calle en todas partes, esos son los únicos testigos de la tal economía y de seguro ellos, ni siquiera consiguieron un lugar decente para seguir con su antiguo  y refrescante oficio.

Un poco atrás, los caballos eran el símbolo de tristeza y sufrimiento de los defensores de animales locales. No más caballos con sus pesadas cargas, basuras, ladrillos, cementos, material de arrastre y muchos pesos más, siguen igual, los caballos enfermos y sin fuerzas y los defensores dueños de cada alharaca sin fin. 

Vaya a cualquier ferretería y mire el transporte animal parqueado a sol y sombra con hambre y sed. Siguieron con los perros de la calle, pasaron a los gatitos perdidos, videos de un señor que en su carro los recogía, fue viral, no lo nombraron San Francisco de Asís, de pura vaina, ya todo en olvido.

La ciudad de los mangos, solo es para que los recolectores callejeros y nocturnos, con sus varas largas y sus carretillas de cartón, tengan su propio imperio sin que nadie, absolutamente nadie los controle; los pericos, loros y cotorras que logran sobrevivir porque algunos árboles están en lugares completamente cerrados, son los únicos que existen, incluso ellos forman su propia alharaca natural parte del sonido urbano local. Reinserción, resiliencia, emprendimiento, reingeniería, reconversión etc fueron palabras de moda en cada momento, nada pasó.

Cierro con los casos de feminicidios. Siempre que sucede un caso con una mujer como víctima, algo que ocurre con frecuencia en la ciudad y el departamento, aparecía un grupito de damas con el letrero de “Párala ya”. Era un llamado a controlar y denunciar para que el grave delito no se repitiera, pero también ellas se cansaron de hacerlo. Se paralizaron.  Siguen entonces caballos en las calles, perros callejeros, gatos extraviados, chicles en las sillas y naranjeros por todas partes, como si nada. 

Hoy la discusión es si la recién nombrada indígena arhuaca Leonor Zalabata, embajadora en la ONU, habla inglés o no. No hay que vivir como Alicia en el país de las maravillas, a propósito, regresa Alicia Arango con tanto poder al tiempo, pudo hacer las mil maravillas. Honor a Leonor, es Zalabata, y no Zuleta como se pensó en un principio. La torta se sigue volteando…

Columnista
21 julio, 2022

Alharaca por Leonor

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Edgardo Mendoza Guerra

Faltó nombrar un procurador del cerro por que se sobró en defensores. Ya es asunto olvidado.


Y la moda ahí. La alharaca también. Pero definitivamente me quedo con la segunda, la moda es pasajera y regresa pronto, la alharaca en cambio regresa distinta y por distintos motivos, además es prima querida de la bulla, los dichos, los momentos, y las personas. Cada alharaca trae sus personajes y cada personaje trae su cuento, mejor dicho, sus propias alharacas. 

No olvidemos que la palabra es de origen árabe, arakah, que significa movimiento, agitación y es pariente de otra también de la misma familia, algarabía, de manera que Valledupar, puede aspirar ahora y después de tantos títulos, a ser la “Esquina del movimiento”. Lo que faltaba.

El Caribe en general es tierra fértil para esa palabreja compleja y chévere al mismo tiempo. Compitió en épocas con bochinche y fundingue, luego se dejó vencer por zaperoco y de todo un poco, pero vamos al grano. O mejor a la propia arepa. En Valledupar, como en todas partes los temas se ponen de moda por raticos, por momentos, por instantes. 

Hace apenas cuatro meses el Cerro de Cicolac, para seguirlo llamando así, era en consenso de urbanistas, paisajistas, orografistas, geólogos, religiosos de todas las calañas y habladores de tiempo completo, con estudios o sin ellos, tenían el problema en la mano y la solución en los dedos. Ya la discusión se acabó, apenas inicien los cañaguates y demás árboles de flores amarillas, es decir, cada enero, vuelven al tema, los mismo al mismo tiempo. 

Faltó nombrar un procurador del cerro por que se sobró en defensores. Ya es asunto olvidado.

En otrora, alcaldes, e incluso gobernadores el tema era la cultura ciudadana, al menos con esos contratos se ganaron un platal ciertas personas de la ciudad y lo único que decían en tales conferencias, talleres o como quieran llamarle, era que no podían seguir pegando chicles debajo de las sillas, ni tirando la cáscara de los guineos en plena calle, cada quien cobró su plata con las tajadas correspondientes y esa vaina tampoco dio chicle, asunto olvidado.

Luego se habló de la economía naranja, eso sí era la panacea para la ciudad,  el alcalde de la época vestía color naranja de fino lino en cada presentación, hasta llegaron a conseguir por la misma alharaca una bicicletas del mismo color, que deben estar pudriéndose en algún lugar, solo quedan los antiguos vendedores de jugos en plena calle en todas partes, esos son los únicos testigos de la tal economía y de seguro ellos, ni siquiera consiguieron un lugar decente para seguir con su antiguo  y refrescante oficio.

Un poco atrás, los caballos eran el símbolo de tristeza y sufrimiento de los defensores de animales locales. No más caballos con sus pesadas cargas, basuras, ladrillos, cementos, material de arrastre y muchos pesos más, siguen igual, los caballos enfermos y sin fuerzas y los defensores dueños de cada alharaca sin fin. 

Vaya a cualquier ferretería y mire el transporte animal parqueado a sol y sombra con hambre y sed. Siguieron con los perros de la calle, pasaron a los gatitos perdidos, videos de un señor que en su carro los recogía, fue viral, no lo nombraron San Francisco de Asís, de pura vaina, ya todo en olvido.

La ciudad de los mangos, solo es para que los recolectores callejeros y nocturnos, con sus varas largas y sus carretillas de cartón, tengan su propio imperio sin que nadie, absolutamente nadie los controle; los pericos, loros y cotorras que logran sobrevivir porque algunos árboles están en lugares completamente cerrados, son los únicos que existen, incluso ellos forman su propia alharaca natural parte del sonido urbano local. Reinserción, resiliencia, emprendimiento, reingeniería, reconversión etc fueron palabras de moda en cada momento, nada pasó.

Cierro con los casos de feminicidios. Siempre que sucede un caso con una mujer como víctima, algo que ocurre con frecuencia en la ciudad y el departamento, aparecía un grupito de damas con el letrero de “Párala ya”. Era un llamado a controlar y denunciar para que el grave delito no se repitiera, pero también ellas se cansaron de hacerlo. Se paralizaron.  Siguen entonces caballos en las calles, perros callejeros, gatos extraviados, chicles en las sillas y naranjeros por todas partes, como si nada. 

Hoy la discusión es si la recién nombrada indígena arhuaca Leonor Zalabata, embajadora en la ONU, habla inglés o no. No hay que vivir como Alicia en el país de las maravillas, a propósito, regresa Alicia Arango con tanto poder al tiempo, pudo hacer las mil maravillas. Honor a Leonor, es Zalabata, y no Zuleta como se pensó en un principio. La torta se sigue volteando…