El éxito de este desarrollo agroindustrial y comercial, obedece a la implementación de una política pública enfocada a la investigación, transferencia de conocimientos y tecnologías, aplicadas a la parte productiva.
El estado de Querétaro en México, se ha convertido en los últimos años en un referente del desarrollo agroindustrial, manufacturero y aeroespacial del mundo. La cercanía de su capital, Santiago de Querétaro, con Ciudad de México, más una buena inversión pública en infraestructura vial, tecnologías y servicios públicos, atrajo muchas compañías globales e inversión privada nacional.
De los clústeres, el que más me llamó la atención fue el agroindustrial. Allá, el maíz, sorgo, soja o trigo tecnificado, salen transformados en alimento balanceado para los sectores avícolas y porcícolas; en arepa o en harina para el sector panadero. El ganado sale en canal y la leche transformada en productos lácteos. Las frutas, verduras y hortalizas, son empacadas y enviadas directamente a las grandes superficies del país y los supermarkets de los Estados Unidos.
El éxito de este desarrollo agroindustrial y comercial, obedece a la implementación de una política pública enfocada a la investigación, transferencia de conocimientos y tecnologías, aplicadas a la parte productiva.
En Querétano, los agricultores, antes de planear una inversión en sus fincas, son formados y capacitados en buenas prácticas agrícolas, variedades de semillas, análisis de suelo, rotación de cultivos, fertilización balanceada, manejo agroecológico de plagas, cosecha, empaque y almacenamiento de productos alimenticios. Y lo que no pueden producir a cielo abierto, lo hacen bajo techo en invernaderos de alta tecnología. Algo parecido al Food Valley, de Holanda, donde todo el año es primavera.
Les cuento esta historia porque esta semana fui invitado por las directivas de la Cámara de Comercio de Barranquilla, a un conversatorio que organizaron con la Gobernación del Atlántico y varios representantes de las Universidades de la ciudad, para explorar la idea de crear un Centro de Formación Agroempresarial, donde se concentren compañías globales de alimentos, universidades y centros de investigación, para formar técnicos y profesionales activos en ciencias relacionadas con los alimentos, desarrollo tecnológico y fabricación de productos alimenticios de alta competitividad.
Una especie del Silicon Valley de California, pero en Agricultura. Así lo hizo Holanda creando el Centro de Investigación de Wageningen y Querétaro, con la creación del Centro Universitario Ceickor.
Este modelo de formación y capacitación en tecnología agrícola aplicada al trabajo en campo, le va a permitir al departamento del Atlántico, convertirse en un referente de la agricultura sostenible con alta productividad y a los productores, producir vegetales, frutas, hortalizas, tubérculos, granos y lácteos procesados, con alto rendimiento y bajo costo, garantizando la oferta alimentaria de 11 millones de habitantes de esta región y atender la demanda del mercado nacional e internacional.
Para la mayoría de los jóvenes, el acceso a un programa de estudios técnico o profesional, es la única oportunidad en sus vidas de adquirir las competencias que les permitirían eliminar las principales causas internas del subdesarrollo rural. Bienvenida esta iniciativa de la Cámara de Comercio de Barranquilla, para formar técnicos y profesionales activos en ciencias relacionadas con los alimentos, desarrollo tecnológico y fabricación de productos alimenticios de alta competitividad.
El economista y Premio Nobel de Economía estadounidense, Milton Friedman, decía “Copien lo que los países ricos hicieron para hacerse ricos, no copien lo que hacen ahora que ya son ricos”.
Por Indalecio Dangond
El éxito de este desarrollo agroindustrial y comercial, obedece a la implementación de una política pública enfocada a la investigación, transferencia de conocimientos y tecnologías, aplicadas a la parte productiva.
El estado de Querétaro en México, se ha convertido en los últimos años en un referente del desarrollo agroindustrial, manufacturero y aeroespacial del mundo. La cercanía de su capital, Santiago de Querétaro, con Ciudad de México, más una buena inversión pública en infraestructura vial, tecnologías y servicios públicos, atrajo muchas compañías globales e inversión privada nacional.
De los clústeres, el que más me llamó la atención fue el agroindustrial. Allá, el maíz, sorgo, soja o trigo tecnificado, salen transformados en alimento balanceado para los sectores avícolas y porcícolas; en arepa o en harina para el sector panadero. El ganado sale en canal y la leche transformada en productos lácteos. Las frutas, verduras y hortalizas, son empacadas y enviadas directamente a las grandes superficies del país y los supermarkets de los Estados Unidos.
El éxito de este desarrollo agroindustrial y comercial, obedece a la implementación de una política pública enfocada a la investigación, transferencia de conocimientos y tecnologías, aplicadas a la parte productiva.
En Querétano, los agricultores, antes de planear una inversión en sus fincas, son formados y capacitados en buenas prácticas agrícolas, variedades de semillas, análisis de suelo, rotación de cultivos, fertilización balanceada, manejo agroecológico de plagas, cosecha, empaque y almacenamiento de productos alimenticios. Y lo que no pueden producir a cielo abierto, lo hacen bajo techo en invernaderos de alta tecnología. Algo parecido al Food Valley, de Holanda, donde todo el año es primavera.
Les cuento esta historia porque esta semana fui invitado por las directivas de la Cámara de Comercio de Barranquilla, a un conversatorio que organizaron con la Gobernación del Atlántico y varios representantes de las Universidades de la ciudad, para explorar la idea de crear un Centro de Formación Agroempresarial, donde se concentren compañías globales de alimentos, universidades y centros de investigación, para formar técnicos y profesionales activos en ciencias relacionadas con los alimentos, desarrollo tecnológico y fabricación de productos alimenticios de alta competitividad.
Una especie del Silicon Valley de California, pero en Agricultura. Así lo hizo Holanda creando el Centro de Investigación de Wageningen y Querétaro, con la creación del Centro Universitario Ceickor.
Este modelo de formación y capacitación en tecnología agrícola aplicada al trabajo en campo, le va a permitir al departamento del Atlántico, convertirse en un referente de la agricultura sostenible con alta productividad y a los productores, producir vegetales, frutas, hortalizas, tubérculos, granos y lácteos procesados, con alto rendimiento y bajo costo, garantizando la oferta alimentaria de 11 millones de habitantes de esta región y atender la demanda del mercado nacional e internacional.
Para la mayoría de los jóvenes, el acceso a un programa de estudios técnico o profesional, es la única oportunidad en sus vidas de adquirir las competencias que les permitirían eliminar las principales causas internas del subdesarrollo rural. Bienvenida esta iniciativa de la Cámara de Comercio de Barranquilla, para formar técnicos y profesionales activos en ciencias relacionadas con los alimentos, desarrollo tecnológico y fabricación de productos alimenticios de alta competitividad.
El economista y Premio Nobel de Economía estadounidense, Milton Friedman, decía “Copien lo que los países ricos hicieron para hacerse ricos, no copien lo que hacen ahora que ya son ricos”.
Por Indalecio Dangond