Los cantos vallenatos han experimentado cambios de discursividad con el paso del tiempo. Ya no se graba ni se compone música social, comprometida o protesta como en otros tiempos. Faltan estudios académicos que den cuenta de las relaciones sociales entre la música y el sujeto vallenato, según algunos conocedores consultados.
Durante el foro Economía y folclor en homenaje a Jorge Oñate organizado por la casa editorial EL PILÓN en el hotel Sicarare de Valledupar el pasado lunes 25 de febrero, Rosendo Romero propuso un debate al plantear los cambios en la discursividad de la música vallenata al pasar de unos cantos rurales a composiciones urbanas debido al desarrollo de los centros poblados y la formación académica adquirida por los nuevos autores.
La hipótesis tiene su explicación en los cambios en las relaciones que van influyendo en la figura del juglar ante los fenómenos sociales, poblacionales y migratorios que transforman la conurbación de las ciudades y el campo del Magdalena Grande.
Los hijos de los campesinos en busca de ascenso tuvieron la posibilidad de ir a estudiar a los colegios de bachillerato, en consecuencia: “El lenguaje empieza a modificarse casi que por un efecto natural, la misma forma de vida que los campesinos vamos asumiendo. Mi papá (Escolástico Romero) fue netamente agricultor campesino, acordeonista del campo, pero él me puso a estudiar a mí, -me entiendes-, y yo pude estudiar en un colegio de bachillerato, él ni siquiera hizo la primaria, luego el discurso mío es mucho más dado a la parte académica que a la parte rural, sin embargo, yo no me aparto del paisaje natural[…]”, explica el Poeta de Villanueva, La Guajira.
El investigador Felix Carrillo Hinojosa defiende la idea de los cambios de la llamada modernidad y el desarrollo: “Toda obra trae su tiempo y todo tiempo trae su obra”. El también compositor y periodista considera que cada tiempo es fundamental.
“Siempre el vallenato ha tenido unos procesos importantes en cada tiempo mostrando siempre su música; es decir, no un tiempo es más ni un tiempo es menos; hay que respetar los tiempos con sus obras con sus intérpretes con sus juglares con sus valores”.
LA ACADEMIA Y EL EMPIRISMO
En sus inicios el vallenato fue una música que trató las problemáticas de la región, conforme lo expuso la antropóloga Piedad Ramírez Ariza con la ponencia La Función de Protesta Social de la Canción Vallenata en la Cátedra Libre de Historia Regional Álvaro Araujo Noguera de la Universidad Popular del Cesar (4 de diciembre de 2020) y como se puede evidenciar en la discografía del llamado vallenato protesta o social, pero las temáticas fueron cambiando con los momentos y sucesos históricos que se fueron desarrollando. Adicionalmente, las dinámicas y relaciones del mercado fueron vetando la función social del vallenato, “[…] Parece ser que el poder se impuso porque las disqueras decidieron no grabar más este tipo de canciones”, refiere Celso Guerra Gutiérrez. Luego entonces, es pertinente preguntar: ¿sigue siendo la música vallenata una expresión de reivindicaciones sociales? Ramírez Ariza concluyó en el evento citado con el llamado a ‘recuperar la música protesta dentro de la música vallenata’, así como las tradiciones, desestimulando el vallenato por encargo en la lógica del mercado.
En el conversatorio ‘Democracia, otra víctima del conflicto armado en el Magdalena, Cesar y La Guajira’ organizado por la Comisión de la Verdad, el 5 de noviembre de 2020, el activista político Xavier Estrada y el docente e investigador William Renán reflexionaron sobre el cambio en el discurso de las canciones vallenatas cuando se hace referencia a la función de ‘guardar la memoria’ (Estrada) y de ser ‘indicadores culturales’ (Renán), donde ‘un sector de gestores culturales, cantantes y músicos tienen pautas cortesanas’, explica Renán.
Además de la ‘ausencia sentimental’ de temáticas que aborden problemas sociales en los cantos vallenatos, otra de las necesidades es provocar debates científicos: “No lo dude, falta rigor académico, rigor investigativo y no podemos seguir escribiendo oralmente, tenemos que escribir más allá de esa sensación”, afirma Felix Carrillo Hinojosa.
Otra de las carencias es la falta de estudios que den cuenta de las relaciones sociales y la agenda de las problemáticas actuales. “Falta mucho análisis, autocrítica, profundizar más en esos temas”, plantea el columnista y artista plástico Jacobo Solano Cerchiaro.
Es pertinente que el vallenato se apropie de los contenidos sociales en palabras de Solano Cerchiaro: “[…] Los aportes sociales son limitados, no han sido contundentes en la música. Estos espacios (foro) deberían abrirse a un tema más social que aporte a las dinámicas que se están moviendo: minería, cambio climático, violencia, entonces, eso hace falta y ojalá las podamos construir entre todos para que se establezca y sea una referencia para la sociedad”.
Por Hamilton Fuentes / EL PILÓN
Los cantos vallenatos han experimentado cambios de discursividad con el paso del tiempo. Ya no se graba ni se compone música social, comprometida o protesta como en otros tiempos. Faltan estudios académicos que den cuenta de las relaciones sociales entre la música y el sujeto vallenato, según algunos conocedores consultados.
Durante el foro Economía y folclor en homenaje a Jorge Oñate organizado por la casa editorial EL PILÓN en el hotel Sicarare de Valledupar el pasado lunes 25 de febrero, Rosendo Romero propuso un debate al plantear los cambios en la discursividad de la música vallenata al pasar de unos cantos rurales a composiciones urbanas debido al desarrollo de los centros poblados y la formación académica adquirida por los nuevos autores.
La hipótesis tiene su explicación en los cambios en las relaciones que van influyendo en la figura del juglar ante los fenómenos sociales, poblacionales y migratorios que transforman la conurbación de las ciudades y el campo del Magdalena Grande.
Los hijos de los campesinos en busca de ascenso tuvieron la posibilidad de ir a estudiar a los colegios de bachillerato, en consecuencia: “El lenguaje empieza a modificarse casi que por un efecto natural, la misma forma de vida que los campesinos vamos asumiendo. Mi papá (Escolástico Romero) fue netamente agricultor campesino, acordeonista del campo, pero él me puso a estudiar a mí, -me entiendes-, y yo pude estudiar en un colegio de bachillerato, él ni siquiera hizo la primaria, luego el discurso mío es mucho más dado a la parte académica que a la parte rural, sin embargo, yo no me aparto del paisaje natural[…]”, explica el Poeta de Villanueva, La Guajira.
El investigador Felix Carrillo Hinojosa defiende la idea de los cambios de la llamada modernidad y el desarrollo: “Toda obra trae su tiempo y todo tiempo trae su obra”. El también compositor y periodista considera que cada tiempo es fundamental.
“Siempre el vallenato ha tenido unos procesos importantes en cada tiempo mostrando siempre su música; es decir, no un tiempo es más ni un tiempo es menos; hay que respetar los tiempos con sus obras con sus intérpretes con sus juglares con sus valores”.
LA ACADEMIA Y EL EMPIRISMO
En sus inicios el vallenato fue una música que trató las problemáticas de la región, conforme lo expuso la antropóloga Piedad Ramírez Ariza con la ponencia La Función de Protesta Social de la Canción Vallenata en la Cátedra Libre de Historia Regional Álvaro Araujo Noguera de la Universidad Popular del Cesar (4 de diciembre de 2020) y como se puede evidenciar en la discografía del llamado vallenato protesta o social, pero las temáticas fueron cambiando con los momentos y sucesos históricos que se fueron desarrollando. Adicionalmente, las dinámicas y relaciones del mercado fueron vetando la función social del vallenato, “[…] Parece ser que el poder se impuso porque las disqueras decidieron no grabar más este tipo de canciones”, refiere Celso Guerra Gutiérrez. Luego entonces, es pertinente preguntar: ¿sigue siendo la música vallenata una expresión de reivindicaciones sociales? Ramírez Ariza concluyó en el evento citado con el llamado a ‘recuperar la música protesta dentro de la música vallenata’, así como las tradiciones, desestimulando el vallenato por encargo en la lógica del mercado.
En el conversatorio ‘Democracia, otra víctima del conflicto armado en el Magdalena, Cesar y La Guajira’ organizado por la Comisión de la Verdad, el 5 de noviembre de 2020, el activista político Xavier Estrada y el docente e investigador William Renán reflexionaron sobre el cambio en el discurso de las canciones vallenatas cuando se hace referencia a la función de ‘guardar la memoria’ (Estrada) y de ser ‘indicadores culturales’ (Renán), donde ‘un sector de gestores culturales, cantantes y músicos tienen pautas cortesanas’, explica Renán.
Además de la ‘ausencia sentimental’ de temáticas que aborden problemas sociales en los cantos vallenatos, otra de las necesidades es provocar debates científicos: “No lo dude, falta rigor académico, rigor investigativo y no podemos seguir escribiendo oralmente, tenemos que escribir más allá de esa sensación”, afirma Felix Carrillo Hinojosa.
Otra de las carencias es la falta de estudios que den cuenta de las relaciones sociales y la agenda de las problemáticas actuales. “Falta mucho análisis, autocrítica, profundizar más en esos temas”, plantea el columnista y artista plástico Jacobo Solano Cerchiaro.
Es pertinente que el vallenato se apropie de los contenidos sociales en palabras de Solano Cerchiaro: “[…] Los aportes sociales son limitados, no han sido contundentes en la música. Estos espacios (foro) deberían abrirse a un tema más social que aporte a las dinámicas que se están moviendo: minería, cambio climático, violencia, entonces, eso hace falta y ojalá las podamos construir entre todos para que se establezca y sea una referencia para la sociedad”.
Por Hamilton Fuentes / EL PILÓN