La sucesión de errores empezó al intentar armar las listas al Congreso, su particular personalidad y forma de manejar sus negocios, eso le resultó exitoso a nivel empresarial y en su elección a la alcaldía de Bucaramanga
En medio de la tensión política que se vive para definir el próximo presidente de la república, el visible desgaste de los liderazgos tradicionales y por supuesto la creciente polarización por cuenta de las dos fuerzas mayoritarias ubicadas en los extremos ideológicos, hizo que nuevas figuras emergieran al debate con un discurso atractivo y despertaran una interesante pero efímera opción de generar una nueva cultura política y una nueva forma de acceder al voto al mejor estilo de Barack Obama en Estados Unidos y otros referentes para Latinoamérica como Andrés Manuel López Obrador, en México, Pepe Mujica. en Uruguay o Nayib Bukele, en El Salvador.
Una de esas opciones fue la del empresario y exalcalde de Bucaramanga, Rodolfo Hernández, el ingeniero, o “el viejito” como coloquialmente le decían quienes aún no conocían su nombre; su particular manera de expresar lo que piensa, su controversial estilo para cantarle la tabla a quien fuera hasta darle una cachetada a un concejal que lo fustigaba cuando fue alcalde, lo hicieron convertirse en una verdadera opción de poder que llegó a entusiasmar a muchos seguidores de su propuesta anticorrupción y a construir su propio movimiento y hoy partido político liga de gobernantes anticorrupción (LIGA).
A medida que las campañas a la consulta y al Congreso avanzaban, los asesores del ingeniero se empeñaban en mantener la suya en redes sociales y en plataformas digitales captando seguidores y formando ejércitos de voluntarios para consolidar presencia nacional y asegurar un voto de opinión lo suficientemente fuerte y por supuesto sentar un precedente de una campaña austera y diferente, algo como lo aplicado por Antanas Mockus y su recordada “Ola Verde” que lo mantuvo como una opción real a tal punto que puso en aprietos al entonces candidato Juan Manuel Santos pero con un catastrófico resultado para Mockus y pareciera que en este caso sucederá lo mismo con el ingeniero.
La sucesión de errores empezó al intentar armar las listas al Congreso, su particular personalidad y forma de manejar sus negocios, eso le resultó exitoso a nivel empresarial y en su elección a la alcaldía de Bucaramanga, quiso aplicarla a una campaña a la presidencia con el resultado que estamos viendo; al no llegar a acuerdos económicos con los candidatos y después de una rabieta, decidió no llevar listas al Senado de la República, lo que para un candidato que aspiraba a la presidencia es casi obligatorio, salvo pocas excepciones.
Decide entonces armar una lista a la Cámara por Santander y no apoyar a ninguna lista o partido al Senado bajo el argumento de “no hacer alianzas con nadie, solo con el pueblo” por supuesto sonaba muy bien, pero una de las premisas en política son las coaliciones y alianzas (No componendas) lo cual permite ir consolidando equipos a nivel nacional especialmente en las regiones donde el próximo año se llevarán a cabo las elecciones territoriales y las fuerzas políticas locales se mueven en esa dirección, “yo te apoyo ahora y tu me apoyas después”; esto no lo quiso entender su equipo.
El otro gran desacierto estuvo en la escogencia de su equipo central, es decir, su guardia pretoriana; nombró a un director político que no sabe de política, su escogencia más que por su méritos estuvo marcada por unos afectos personales y familiares que lo hicieron inamovible a pesar que su poca capacidad de liderazgo y su desastroso manejo con los líderes regionales donde el ingeniero tenía presencia, la ruptura total del diálogo con estos, la imposición de sus amigos en esas regiones desconociendo a los gerentes asignados por el mismo candidato, llevó a que la del eje cafetero renunciara de manera irrevocable a la campaña, seguida por una deserción creciente hasta perder presencia importante a nivel nacional.
Sus desafortunadas respuestas a algunas preguntas, su inexperiencia en el manejo del estado, la no concreción de su propuesta más allá de “quitarle la chequera” a los funcionarios sumado a los pobres resultados electorales en Santander donde aspiraba al menos 800 mil votos y su desaparición del escenario político en la etapa crucial de la campaña hicieron agua su campaña la que hoy agoniza sin opciones de repuntar. Ojalá logre recomponerse, pero el tiempo es su enemigo.
La sucesión de errores empezó al intentar armar las listas al Congreso, su particular personalidad y forma de manejar sus negocios, eso le resultó exitoso a nivel empresarial y en su elección a la alcaldía de Bucaramanga
En medio de la tensión política que se vive para definir el próximo presidente de la república, el visible desgaste de los liderazgos tradicionales y por supuesto la creciente polarización por cuenta de las dos fuerzas mayoritarias ubicadas en los extremos ideológicos, hizo que nuevas figuras emergieran al debate con un discurso atractivo y despertaran una interesante pero efímera opción de generar una nueva cultura política y una nueva forma de acceder al voto al mejor estilo de Barack Obama en Estados Unidos y otros referentes para Latinoamérica como Andrés Manuel López Obrador, en México, Pepe Mujica. en Uruguay o Nayib Bukele, en El Salvador.
Una de esas opciones fue la del empresario y exalcalde de Bucaramanga, Rodolfo Hernández, el ingeniero, o “el viejito” como coloquialmente le decían quienes aún no conocían su nombre; su particular manera de expresar lo que piensa, su controversial estilo para cantarle la tabla a quien fuera hasta darle una cachetada a un concejal que lo fustigaba cuando fue alcalde, lo hicieron convertirse en una verdadera opción de poder que llegó a entusiasmar a muchos seguidores de su propuesta anticorrupción y a construir su propio movimiento y hoy partido político liga de gobernantes anticorrupción (LIGA).
A medida que las campañas a la consulta y al Congreso avanzaban, los asesores del ingeniero se empeñaban en mantener la suya en redes sociales y en plataformas digitales captando seguidores y formando ejércitos de voluntarios para consolidar presencia nacional y asegurar un voto de opinión lo suficientemente fuerte y por supuesto sentar un precedente de una campaña austera y diferente, algo como lo aplicado por Antanas Mockus y su recordada “Ola Verde” que lo mantuvo como una opción real a tal punto que puso en aprietos al entonces candidato Juan Manuel Santos pero con un catastrófico resultado para Mockus y pareciera que en este caso sucederá lo mismo con el ingeniero.
La sucesión de errores empezó al intentar armar las listas al Congreso, su particular personalidad y forma de manejar sus negocios, eso le resultó exitoso a nivel empresarial y en su elección a la alcaldía de Bucaramanga, quiso aplicarla a una campaña a la presidencia con el resultado que estamos viendo; al no llegar a acuerdos económicos con los candidatos y después de una rabieta, decidió no llevar listas al Senado de la República, lo que para un candidato que aspiraba a la presidencia es casi obligatorio, salvo pocas excepciones.
Decide entonces armar una lista a la Cámara por Santander y no apoyar a ninguna lista o partido al Senado bajo el argumento de “no hacer alianzas con nadie, solo con el pueblo” por supuesto sonaba muy bien, pero una de las premisas en política son las coaliciones y alianzas (No componendas) lo cual permite ir consolidando equipos a nivel nacional especialmente en las regiones donde el próximo año se llevarán a cabo las elecciones territoriales y las fuerzas políticas locales se mueven en esa dirección, “yo te apoyo ahora y tu me apoyas después”; esto no lo quiso entender su equipo.
El otro gran desacierto estuvo en la escogencia de su equipo central, es decir, su guardia pretoriana; nombró a un director político que no sabe de política, su escogencia más que por su méritos estuvo marcada por unos afectos personales y familiares que lo hicieron inamovible a pesar que su poca capacidad de liderazgo y su desastroso manejo con los líderes regionales donde el ingeniero tenía presencia, la ruptura total del diálogo con estos, la imposición de sus amigos en esas regiones desconociendo a los gerentes asignados por el mismo candidato, llevó a que la del eje cafetero renunciara de manera irrevocable a la campaña, seguida por una deserción creciente hasta perder presencia importante a nivel nacional.
Sus desafortunadas respuestas a algunas preguntas, su inexperiencia en el manejo del estado, la no concreción de su propuesta más allá de “quitarle la chequera” a los funcionarios sumado a los pobres resultados electorales en Santander donde aspiraba al menos 800 mil votos y su desaparición del escenario político en la etapa crucial de la campaña hicieron agua su campaña la que hoy agoniza sin opciones de repuntar. Ojalá logre recomponerse, pero el tiempo es su enemigo.