El maestro César López Serrano, licenciado en filología e idiomas, durante más de 40 años ejerció la docencia en Valledupar, con su mirada milenaria cincela esculturas inagotables de palabras y, con la infinita aventura de su imaginación, descifra imperios de metáforas.
El maestro César López Serrano, licenciado en filología e idiomas, durante más de 40 años ejerció la docencia en Valledupar, con su mirada milenaria cincela esculturas inagotables de palabras y, con la infinita aventura de su imaginación, descifra imperios de metáforas.
En pausado silencio recuerda el rincón forestal de los abuelos y, en las páginas inmortales del Nobel, Gabriel García Márquez, descubre la cripta en que Úrsula escondió la saga centenaria de la soledad.
César López Serrano nació en La Paz, Cesar, el 30 de noviembre de 1945. El 15 de febrero del año pasado, la amorosa tierra vallenata recibió su cuerpo mortal. Fue humanista y pedagogo, estudioso de las teorías del conocimiento y los modelos de aprendizajes. Sus intervenciones siempre fueron reflexivas y didácticas en foros académicos, eventos culturales y festivales de poesía.
En su terruño, La Paz, realizó el ciclo de primaria en el colegio Sagrado Corazón. En 1964 es proclamado bachiller del Colegio Nacional Loperena. Su experiencia docente la inicia en 1965, en una escuela de Curumaní, fundada por un sacerdote español, Virgilio Fernández, quien había sido su profesor en el Loperena.
En 1967 viaja a Barranquilla y en 1970 recibe el grado de licenciado en filología e idiomas por parte de la Universidad del Atlántico.
Su título de licenciado lo estrena en el INEM de Barranquilla, en 1971 y en 1973 es trasladado al INEM de Bucaramanga. En 1974 regresa a Valledupar y es nombrado en el colegio Loperena, donde estuvo como docente en el periodo de 1974-1976, y dicta horas adicionales en La Sagrada Familia y en el colegio nocturno Cámara Junior.
Desde 1978 labora en el Instituto Técnico Industrial Pedro Castro Monsalvo hasta la edad del retiro forzoso en 2010. Además, fue profesor de la Universidad Popular del Cesar desde 1980 hasta el 2015, y cofundador y rector del colegio Pedagógico Moderno en los años 1979-1992.
En compañía de Alfonso Parra, Diomedes Daza, Simón Martínez, Luis Mizar y el suscrito, fundamos en 1989 el grupo Literario Alfarero. En su faceta de escritor publicó varios artículos en revistas regionales, y escribió cuentos y poemas; fue incluido en la revista Letras Nacionales en 1979 y en la Antología de Cuentos del Cesar en 1994.
Su cuento más recordado es ‘La lagartija de la abuela’, en 1999, Naudith Rodríguez Moreno, director del grupo de teatro La Carreta, de la UPC, realiza la dramaturgia del cuento y en el Festival Nacional de Teatro Universitario, en Cartagena, obtiene el primer puesto.
El maestro César López fue escultor de palabras y supo enaltecer la liturgia de la amistad. Su legado familiar: su esposa Enilda Rosado y sus hijos, todos profesionales, Ivonne, Katia, Ernesto y Gina. Sus dos nietos mayores: Fredy Rafael estudia ingeniería de Sonidos, en Bogotá, y David Andrés, medicina en la UDES, en Valledupar. Para mí, sus recuerdos son caligrafías imborrables que se grabaron en la afinidad de la docencia, la poesía y tantas cosas del alma que alimentaron nuestra hermandad. Y como dijo el poeta Jorge Luis Borges: solo una cosa no hay, es el olvido.
Por José Atuesta Mindiola
El maestro César López Serrano, licenciado en filología e idiomas, durante más de 40 años ejerció la docencia en Valledupar, con su mirada milenaria cincela esculturas inagotables de palabras y, con la infinita aventura de su imaginación, descifra imperios de metáforas.
El maestro César López Serrano, licenciado en filología e idiomas, durante más de 40 años ejerció la docencia en Valledupar, con su mirada milenaria cincela esculturas inagotables de palabras y, con la infinita aventura de su imaginación, descifra imperios de metáforas.
En pausado silencio recuerda el rincón forestal de los abuelos y, en las páginas inmortales del Nobel, Gabriel García Márquez, descubre la cripta en que Úrsula escondió la saga centenaria de la soledad.
César López Serrano nació en La Paz, Cesar, el 30 de noviembre de 1945. El 15 de febrero del año pasado, la amorosa tierra vallenata recibió su cuerpo mortal. Fue humanista y pedagogo, estudioso de las teorías del conocimiento y los modelos de aprendizajes. Sus intervenciones siempre fueron reflexivas y didácticas en foros académicos, eventos culturales y festivales de poesía.
En su terruño, La Paz, realizó el ciclo de primaria en el colegio Sagrado Corazón. En 1964 es proclamado bachiller del Colegio Nacional Loperena. Su experiencia docente la inicia en 1965, en una escuela de Curumaní, fundada por un sacerdote español, Virgilio Fernández, quien había sido su profesor en el Loperena.
En 1967 viaja a Barranquilla y en 1970 recibe el grado de licenciado en filología e idiomas por parte de la Universidad del Atlántico.
Su título de licenciado lo estrena en el INEM de Barranquilla, en 1971 y en 1973 es trasladado al INEM de Bucaramanga. En 1974 regresa a Valledupar y es nombrado en el colegio Loperena, donde estuvo como docente en el periodo de 1974-1976, y dicta horas adicionales en La Sagrada Familia y en el colegio nocturno Cámara Junior.
Desde 1978 labora en el Instituto Técnico Industrial Pedro Castro Monsalvo hasta la edad del retiro forzoso en 2010. Además, fue profesor de la Universidad Popular del Cesar desde 1980 hasta el 2015, y cofundador y rector del colegio Pedagógico Moderno en los años 1979-1992.
En compañía de Alfonso Parra, Diomedes Daza, Simón Martínez, Luis Mizar y el suscrito, fundamos en 1989 el grupo Literario Alfarero. En su faceta de escritor publicó varios artículos en revistas regionales, y escribió cuentos y poemas; fue incluido en la revista Letras Nacionales en 1979 y en la Antología de Cuentos del Cesar en 1994.
Su cuento más recordado es ‘La lagartija de la abuela’, en 1999, Naudith Rodríguez Moreno, director del grupo de teatro La Carreta, de la UPC, realiza la dramaturgia del cuento y en el Festival Nacional de Teatro Universitario, en Cartagena, obtiene el primer puesto.
El maestro César López fue escultor de palabras y supo enaltecer la liturgia de la amistad. Su legado familiar: su esposa Enilda Rosado y sus hijos, todos profesionales, Ivonne, Katia, Ernesto y Gina. Sus dos nietos mayores: Fredy Rafael estudia ingeniería de Sonidos, en Bogotá, y David Andrés, medicina en la UDES, en Valledupar. Para mí, sus recuerdos son caligrafías imborrables que se grabaron en la afinidad de la docencia, la poesía y tantas cosas del alma que alimentaron nuestra hermandad. Y como dijo el poeta Jorge Luis Borges: solo una cosa no hay, es el olvido.
Por José Atuesta Mindiola