Un niño que viva en un hogar donde prospere el respeto, la responsabilidad y el trabajo, con seguridad será un estudiante responsable y respetuoso. La familia es la cuna para la formación de los buenos ciudadanos y la escuela es el escenario para promover el desarrollo de buenos estudiantes.
Los directivos y docentes oficiales del calendario A, del municipio de Valledupar, han estado reunidos en sus instituciones educativas desde el 17 de enero, trabajando durante dos semanas en el desarrollo institucional, dedicados a: planear, organizar, evaluar, debatir, consensuar y reflexionar sobre el quehacer de cada uno de los establecimientos educativos.
Hoy regresan los estudiantes a clases. Sin embargo, aún no deja de ser preocupante la pandemia y su variante ómicron. El gobierno ha anunciado una agenda para reforzar los planes de vacunación a los estudiantes. Los rectores y docentes se han preparado para recibir a los estudiantes, con efusivos saludos de bienvenida y motivándolos a cultivar la responsabilidad en sus deberes académicos y de buenos ciudadanos.
El regreso de los estudiantes al colegio debe ser una fiesta de la motivación. A propósito, afirma Jorge Duque Linares: “La alegría es fundamental para la personalidad, es el valor de los valores; no se enseña, se descubre, nace del corazón”. Por eso es necesario que a los estudiantes se les haga sentir importantes, tanto en la familia como en el salón de clases, y desarrollar el hábito de estar alegre, porque esto les ayuda a mejorar sus niveles de autoestima y sus aptitudes.
Las aptitudes para realizar con idoneidad determinado trabajo, se conocen con el nombre de competencias. Explica, Erich Fromm: “Para llegar a ser competentes, miremos la paciencia de un niño cuando empieza a caminar, se cae, vuelve a caer una y otra vez. Sin embargo, sigue ensayando, mejorando, hasta que un día camina sin caerse. ¿Qué no podría lograr un adulto, si tuviera la paciencia de un niño? Sin duda, lograría el más alto nivel de las competencias”.
La disciplina es la madre de la responsabilidad, y el respeto es la luz de la convivencia. Para que estos dos principios vayan en armonía con la formación del estudiante es necesaria la participación eficiente de los padres de familia.
Un niño que viva en un hogar donde prospere el respeto, la responsabilidad y el trabajo, con seguridad será un estudiante responsable y respetuoso. La familia es la cuna para la formación de los buenos ciudadanos y la escuela es el escenario para promover el desarrollo de buenos estudiantes.
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Epílogo: El ser humano es falible, no es perfecto, por eso siempre merece una segunda oportunidad. El estudiante que pierda el curso, merece otra oportunidad. El escritor Gabriel García Márquez, en su discurso de recibimiento del premio Nobel en 1982, «La soledad de América Latina», nos deja esta reflexión: “Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad. Donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra”.
Por José Atuesta Mindiola
Un niño que viva en un hogar donde prospere el respeto, la responsabilidad y el trabajo, con seguridad será un estudiante responsable y respetuoso. La familia es la cuna para la formación de los buenos ciudadanos y la escuela es el escenario para promover el desarrollo de buenos estudiantes.
Los directivos y docentes oficiales del calendario A, del municipio de Valledupar, han estado reunidos en sus instituciones educativas desde el 17 de enero, trabajando durante dos semanas en el desarrollo institucional, dedicados a: planear, organizar, evaluar, debatir, consensuar y reflexionar sobre el quehacer de cada uno de los establecimientos educativos.
Hoy regresan los estudiantes a clases. Sin embargo, aún no deja de ser preocupante la pandemia y su variante ómicron. El gobierno ha anunciado una agenda para reforzar los planes de vacunación a los estudiantes. Los rectores y docentes se han preparado para recibir a los estudiantes, con efusivos saludos de bienvenida y motivándolos a cultivar la responsabilidad en sus deberes académicos y de buenos ciudadanos.
El regreso de los estudiantes al colegio debe ser una fiesta de la motivación. A propósito, afirma Jorge Duque Linares: “La alegría es fundamental para la personalidad, es el valor de los valores; no se enseña, se descubre, nace del corazón”. Por eso es necesario que a los estudiantes se les haga sentir importantes, tanto en la familia como en el salón de clases, y desarrollar el hábito de estar alegre, porque esto les ayuda a mejorar sus niveles de autoestima y sus aptitudes.
Las aptitudes para realizar con idoneidad determinado trabajo, se conocen con el nombre de competencias. Explica, Erich Fromm: “Para llegar a ser competentes, miremos la paciencia de un niño cuando empieza a caminar, se cae, vuelve a caer una y otra vez. Sin embargo, sigue ensayando, mejorando, hasta que un día camina sin caerse. ¿Qué no podría lograr un adulto, si tuviera la paciencia de un niño? Sin duda, lograría el más alto nivel de las competencias”.
La disciplina es la madre de la responsabilidad, y el respeto es la luz de la convivencia. Para que estos dos principios vayan en armonía con la formación del estudiante es necesaria la participación eficiente de los padres de familia.
Un niño que viva en un hogar donde prospere el respeto, la responsabilidad y el trabajo, con seguridad será un estudiante responsable y respetuoso. La familia es la cuna para la formación de los buenos ciudadanos y la escuela es el escenario para promover el desarrollo de buenos estudiantes.
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Epílogo: El ser humano es falible, no es perfecto, por eso siempre merece una segunda oportunidad. El estudiante que pierda el curso, merece otra oportunidad. El escritor Gabriel García Márquez, en su discurso de recibimiento del premio Nobel en 1982, «La soledad de América Latina», nos deja esta reflexión: “Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad. Donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra”.
Por José Atuesta Mindiola