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Columnista - 27 enero, 2022

Las heridas y atrofias de la mente

El lenguaje y la capacidad de discernir son el arma más poderosa de la humanidad y lo ideal es que construya. Todo debe cuestionarse y dudar de todo, así lo creía el apóstol Tomás. 

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Lo que no se utiliza se atrofia, hasta la mente que no descansa ni en las más profundas etapas oníricas; sin mente la vida no es posible, una persona con alzhéimer está muerta. Sin debate, sin dialéctica somos cuerpos inertes, las heridas de la mente crecerán y las excretas reprimidas explotarán como ocurrió en la Francia de Luis XVI, hechos no deseados. 

El lenguaje y la capacidad de discernir son el arma más poderosa de la humanidad y lo ideal es que construya. Todo debe cuestionarse y dudar de todo, así lo creía el apóstol Tomás. 

Un principio fundamental en el desarrollo de la ciencia es la duda; no debemos creer en nada de lo que nos digan y solo en la mitad de lo que veamos; esa es la duda metódica; la vida no es una sola ecuación, es un conjunto de ellas y se le puede abordar desde diferentes maneras, no existen verdades absolutas, la teoría de la relatividad es eso. 

Por muchos años se creyó que las teorías de Newton resolvían todos los problemas de la física pero Einstein demostró lo contrario. Cuando este visitó la tumba del primero dijo: “Lo siento”. Según Euclides, la suma de los ángulos de un triángulo totalizaba 180 grados, pero Nicolai Lobachevski probó que esa afirmación no era válida para las megasuperficies. Sin embargo, muchos siguen creyendo que los procesos son rígidos. 

Qué va. No existe proceso sociológico que no tenga su teleología y su carácter ideológico aunque algunos crean que este debate sea estéril y evitable por pernicioso y disociador; doblar la página, dicen, no polarizar para no enfermar la mente. Esta es una posición cómoda y cobarde, además sofística, que evade el compromiso; para ellos es mejor callar y “dejar pasar” para no estimular las luchas sociales; sin embargo, estas siempre han estado presentes en el desarrollo de la humanidad. 

Cuando Hammurabi, 1750 años a.C., recibió la orden del dios Marduk de organizar el mundo, en su código dividió a la sociedad en gentes superiores, lacayas y esclavos; así, ya la concebía como una sociedad de clases. Con este criterio, desde un principio siempre han sido gobernadas las naciones, ya en monarquías, ya en imperios, ya en repúblicas: ha sido el dominio de unos sobre otros. 

Todo cuestionamiento a estas prácticas podría herir las mentes según algunos; creen que el statu quo es como un pétalo de rosas. En estas modalidades de gobernar casi nunca ha sido posible el debate, esto parece lo normal; cuestionar no es de buen recibo porque aparece la verdad. Cuando aún no estaba consolidado el partido Liberal, Rafael Uribe Uribe fue asesinado porque, quizás, invitaba al liberalismo a beber en las canteras del socialismo, 14 años antes de la revolución bolchevique; a Gaitán por asegurar que los partidos Liberal y Conservador producían la misma hambre; a Álvaro Gómez, talvez, por hacer reparos al régimen político. 

Los mataron no porque emplearan un lenguaje malo pero sí, claro, directo e inquisidor. ¿Será el silencio el mejor lenguaje?  Cuando el discurso se agota o es embozalado, las mentes quedan heridas y la verdad no llega. Hay lenguajes subliminales que justifican ideologías. P.ej., Jesús subió al cielo y se sentó a la diestra del Dios Padre; lo mismo hizo Mahoma 630 años después. 

Levantarse con el pie derecho ha sido tomado como día afortunado; a una persona malvada se le considera siniestra; a un experto se le dice diestro; esto es, la derecha es el lugar “in” y la izquierda el lugar de los desestabilizadores. Esa es la fuerza del lenguaje. 

Por Luis Napoleón de Armas P.

Columnista
27 enero, 2022

Las heridas y atrofias de la mente

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Napoleón de Armas P.

El lenguaje y la capacidad de discernir son el arma más poderosa de la humanidad y lo ideal es que construya. Todo debe cuestionarse y dudar de todo, así lo creía el apóstol Tomás. 


Lo que no se utiliza se atrofia, hasta la mente que no descansa ni en las más profundas etapas oníricas; sin mente la vida no es posible, una persona con alzhéimer está muerta. Sin debate, sin dialéctica somos cuerpos inertes, las heridas de la mente crecerán y las excretas reprimidas explotarán como ocurrió en la Francia de Luis XVI, hechos no deseados. 

El lenguaje y la capacidad de discernir son el arma más poderosa de la humanidad y lo ideal es que construya. Todo debe cuestionarse y dudar de todo, así lo creía el apóstol Tomás. 

Un principio fundamental en el desarrollo de la ciencia es la duda; no debemos creer en nada de lo que nos digan y solo en la mitad de lo que veamos; esa es la duda metódica; la vida no es una sola ecuación, es un conjunto de ellas y se le puede abordar desde diferentes maneras, no existen verdades absolutas, la teoría de la relatividad es eso. 

Por muchos años se creyó que las teorías de Newton resolvían todos los problemas de la física pero Einstein demostró lo contrario. Cuando este visitó la tumba del primero dijo: “Lo siento”. Según Euclides, la suma de los ángulos de un triángulo totalizaba 180 grados, pero Nicolai Lobachevski probó que esa afirmación no era válida para las megasuperficies. Sin embargo, muchos siguen creyendo que los procesos son rígidos. 

Qué va. No existe proceso sociológico que no tenga su teleología y su carácter ideológico aunque algunos crean que este debate sea estéril y evitable por pernicioso y disociador; doblar la página, dicen, no polarizar para no enfermar la mente. Esta es una posición cómoda y cobarde, además sofística, que evade el compromiso; para ellos es mejor callar y “dejar pasar” para no estimular las luchas sociales; sin embargo, estas siempre han estado presentes en el desarrollo de la humanidad. 

Cuando Hammurabi, 1750 años a.C., recibió la orden del dios Marduk de organizar el mundo, en su código dividió a la sociedad en gentes superiores, lacayas y esclavos; así, ya la concebía como una sociedad de clases. Con este criterio, desde un principio siempre han sido gobernadas las naciones, ya en monarquías, ya en imperios, ya en repúblicas: ha sido el dominio de unos sobre otros. 

Todo cuestionamiento a estas prácticas podría herir las mentes según algunos; creen que el statu quo es como un pétalo de rosas. En estas modalidades de gobernar casi nunca ha sido posible el debate, esto parece lo normal; cuestionar no es de buen recibo porque aparece la verdad. Cuando aún no estaba consolidado el partido Liberal, Rafael Uribe Uribe fue asesinado porque, quizás, invitaba al liberalismo a beber en las canteras del socialismo, 14 años antes de la revolución bolchevique; a Gaitán por asegurar que los partidos Liberal y Conservador producían la misma hambre; a Álvaro Gómez, talvez, por hacer reparos al régimen político. 

Los mataron no porque emplearan un lenguaje malo pero sí, claro, directo e inquisidor. ¿Será el silencio el mejor lenguaje?  Cuando el discurso se agota o es embozalado, las mentes quedan heridas y la verdad no llega. Hay lenguajes subliminales que justifican ideologías. P.ej., Jesús subió al cielo y se sentó a la diestra del Dios Padre; lo mismo hizo Mahoma 630 años después. 

Levantarse con el pie derecho ha sido tomado como día afortunado; a una persona malvada se le considera siniestra; a un experto se le dice diestro; esto es, la derecha es el lugar “in” y la izquierda el lugar de los desestabilizadores. Esa es la fuerza del lenguaje. 

Por Luis Napoleón de Armas P.