Las empresas deben invertir en nuevas tecnologías para no desaparecer del mercado laboral global, conforme a las campañas electorales, si quieren impactar en la escena política.
Aunque con variantes tecnológicas, la fórmula es igual:
saltos elípticos con intrincadas maromas intelectuales. La
misma jeringa con diferente fitoque.
Las empresas deben invertir en nuevas tecnologías para no
desaparecer del mercado laboral global, conforme a las
campañas electorales, si quieren impactar en la escena
política, de cara a los próximos comicios para elegir congresistas el 13 de marzo y el 29 de mayo Presidente de la
República, les toca apelar al boom de la era digital, porque
todo cambió y se imponen las redes sociales, estrategia que
le ha dado réditos de popularidad con repunte en las
encuestas al exalcalde de Bucaramanga y candidato
presidencial, Rodolfo Hernández.
Leí a Pedro Norberto Castro Araújo, candidato a la Cámara
Especial de Paz, en su intención de dignificar las víctimas del
conflicto armado, y aprendí su reflexión (breves palabras
con el poder de millares), al calificar de narcisistas a quienes
se autoproclaman candidatos dizque postulados por un
grupo de amigos, farsa que se convierte en comedia sin
auditorio.
Son argumentos calcados de Adolfo Hitler, el más votado de
la historia, y entendible, por ser candidato único, para
disuadir y convencer a las masas, prevalido de su argucia:
“Si quieres conseguir la simpatía de la multitud, debes
entonces decirles las cosas más estúpidas y crasas”.
Voy, pero vuelvo, dijo el hambre, resuelta a castigar o
premiar el comportamiento político, como regla general, sin
descartar la compraventa del voto, porque entre más
pobres son los pueblos por la corrupción, a los corruptos se
les hace más fácil comprar estómagos y conciencias en
época electoral, parodiando a Jaime Gómez Bolívar.
Eternos aspirantes a la misma corporación pública quieren
ahora deslumbrar con los Juegos Bolivarianos para politizar
el deporte, una disciplina que le pega más a la salud cuando
se libera la endorfina u hormona de la felicidad, contrario a
la frustración del engaño y la mentira que pregona la
mediocridad política.
El auge de las plataformas y aplicaciones digitales en el
manejo de la información dificultan la pretensión de edulcorar o maquillar el debate electoral como se hacía en otrora épocas con el monólogo de información de medios de comunicación al servicio del establecimiento.
Quien se adapte mejor y sea más cauto con la pandemia
del Covid 19, ya sin tanta restricción, porque le resulta más
rentable al gobierno la economía que la vida, tendrá la
oportunidad de sobrevivir para contarlo, debate que
plantea mayor rigor en protocolos de bioseguridad por la
amenaza de los que no se quieren vacunar, porque le creen
más a los 500 millones de charlatanes que a los 8 millones
de científicos que tiene el mundo, según registro de la
UNESCO.
Por Miguel Aroca Yepes.
Las empresas deben invertir en nuevas tecnologías para no desaparecer del mercado laboral global, conforme a las campañas electorales, si quieren impactar en la escena política.
Aunque con variantes tecnológicas, la fórmula es igual:
saltos elípticos con intrincadas maromas intelectuales. La
misma jeringa con diferente fitoque.
Las empresas deben invertir en nuevas tecnologías para no
desaparecer del mercado laboral global, conforme a las
campañas electorales, si quieren impactar en la escena
política, de cara a los próximos comicios para elegir congresistas el 13 de marzo y el 29 de mayo Presidente de la
República, les toca apelar al boom de la era digital, porque
todo cambió y se imponen las redes sociales, estrategia que
le ha dado réditos de popularidad con repunte en las
encuestas al exalcalde de Bucaramanga y candidato
presidencial, Rodolfo Hernández.
Leí a Pedro Norberto Castro Araújo, candidato a la Cámara
Especial de Paz, en su intención de dignificar las víctimas del
conflicto armado, y aprendí su reflexión (breves palabras
con el poder de millares), al calificar de narcisistas a quienes
se autoproclaman candidatos dizque postulados por un
grupo de amigos, farsa que se convierte en comedia sin
auditorio.
Son argumentos calcados de Adolfo Hitler, el más votado de
la historia, y entendible, por ser candidato único, para
disuadir y convencer a las masas, prevalido de su argucia:
“Si quieres conseguir la simpatía de la multitud, debes
entonces decirles las cosas más estúpidas y crasas”.
Voy, pero vuelvo, dijo el hambre, resuelta a castigar o
premiar el comportamiento político, como regla general, sin
descartar la compraventa del voto, porque entre más
pobres son los pueblos por la corrupción, a los corruptos se
les hace más fácil comprar estómagos y conciencias en
época electoral, parodiando a Jaime Gómez Bolívar.
Eternos aspirantes a la misma corporación pública quieren
ahora deslumbrar con los Juegos Bolivarianos para politizar
el deporte, una disciplina que le pega más a la salud cuando
se libera la endorfina u hormona de la felicidad, contrario a
la frustración del engaño y la mentira que pregona la
mediocridad política.
El auge de las plataformas y aplicaciones digitales en el
manejo de la información dificultan la pretensión de edulcorar o maquillar el debate electoral como se hacía en otrora épocas con el monólogo de información de medios de comunicación al servicio del establecimiento.
Quien se adapte mejor y sea más cauto con la pandemia
del Covid 19, ya sin tanta restricción, porque le resulta más
rentable al gobierno la economía que la vida, tendrá la
oportunidad de sobrevivir para contarlo, debate que
plantea mayor rigor en protocolos de bioseguridad por la
amenaza de los que no se quieren vacunar, porque le creen
más a los 500 millones de charlatanes que a los 8 millones
de científicos que tiene el mundo, según registro de la
UNESCO.
Por Miguel Aroca Yepes.