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Columnista - 22 enero, 2011

El día que López Michelsen se quedó sin whisky

La olla Por: José Gregorio Guerrero R Me contó Adolfo Pacheco Anillo un acontecimiento acaecido en las islas del Rosario, cuando López era presidente de la Republica. Él, junto a Andrés Landero fue invitado por el primer mandatario, porque este quería escuchar unas cumbias interpretadas por Landero y unas canciones cantadas por Adolfo. Decía López […]

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La olla

Por: José Gregorio Guerrero R

Me contó Adolfo Pacheco Anillo un acontecimiento acaecido en las islas del Rosario, cuando López era presidente de la Republica. Él, junto a Andrés Landero fue invitado por el primer mandatario, porque este quería escuchar unas cumbias interpretadas por Landero y unas canciones cantadas por Adolfo. Decía López que el mejor merengue del vallenato es El Viejo Miguel, de la autoría de Adolfo. Ese día lo cantó junto con el compositor a grito en cielo una y otra vez, y lo volvía a cantar, entonces cerraba los ojos como para ver los paisajes del pensamiento, dizque la “Niña Ceci” en un vallenato mal ensamblado le dijo “lo vay a gastá Alfonso”, el séquito ministerial bailaba, parecía que cada cuerpecito cachacal hubiera sido poseído por espíritus parranderos propios del nirvana valduparense.
Cuando la parranda estaba adulta, que el sol canicular comenzaba a ceder y los rayos se inclinaban ante los pies de las olas, como si les hiciesen venia a los hijos de la sabana. El presidente pidió un trago del escocés, y el barman impotente ante tal petición le dijo: “presidente el whisky se terminó”. López se paró dentro de su suéter verde olivo, de su pantalón de dril caqui y se ancló dentro de unos botines, seguramente ingleses; levantó su brazo izquierdo y llamó al edecán y le dijo: fulano (Adolfo no se acuerda del nombre) búsqueme urgente, al término de la distancia, unas botellas de Chivas Rigal, así tengan que ir en helicóptero a “El gurrufero” (el bar del señor padre de Adolfo que lo vendió para solventar la quiebra económica) y remató con esta frase: que se acabe la vida, pero no el trago. En efecto, antes de la hora un helicóptero militar, aterrizaba en la isla con una buena provisión de whisky para continuar con la parranda, que se extendió hasta entrada la madrugada.
Luego me contó Andrés otras anécdotas, que las estaré publicando por este diario, en forma de crónicas.
PD: me enteré de un acontecimiento que me tapó la boca, y lo bueno también se debe reconocer. El director del ballet vallenato Carlos Calderón, le pidió a la gobernación del Cesar una ayudita con cara de limosna para invertirlo en la vestimenta para el grupo, el mandatario departamental le dijo que si (no sabe decir que no) y no terminaron dando un carajo, pero atérrense con lo siguiente: estuvieron en Venezuela, hicieron una actuación brillante a tal punto que embrujaron con esa magia estelar al presidente Hugo Chávez y este les entregó treinta millones de pesos, definitivamente a nadie le falta Dios; y ahora
están apadrinados por la alcaldía. Después del baile, pero mucho tiempo después la gobernación  les entrego cinco millones de pesos. Bueno Carlos del ahogado el sombrero.
Feliz fin de semana

Columnista
22 enero, 2011

El día que López Michelsen se quedó sin whisky

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Gregorio Guerrero Ramírez

La olla Por: José Gregorio Guerrero R Me contó Adolfo Pacheco Anillo un acontecimiento acaecido en las islas del Rosario, cuando López era presidente de la Republica. Él, junto a Andrés Landero fue invitado por el primer mandatario, porque este quería escuchar unas cumbias interpretadas por Landero y unas canciones cantadas por Adolfo. Decía López […]


La olla

Por: José Gregorio Guerrero R

Me contó Adolfo Pacheco Anillo un acontecimiento acaecido en las islas del Rosario, cuando López era presidente de la Republica. Él, junto a Andrés Landero fue invitado por el primer mandatario, porque este quería escuchar unas cumbias interpretadas por Landero y unas canciones cantadas por Adolfo. Decía López que el mejor merengue del vallenato es El Viejo Miguel, de la autoría de Adolfo. Ese día lo cantó junto con el compositor a grito en cielo una y otra vez, y lo volvía a cantar, entonces cerraba los ojos como para ver los paisajes del pensamiento, dizque la “Niña Ceci” en un vallenato mal ensamblado le dijo “lo vay a gastá Alfonso”, el séquito ministerial bailaba, parecía que cada cuerpecito cachacal hubiera sido poseído por espíritus parranderos propios del nirvana valduparense.
Cuando la parranda estaba adulta, que el sol canicular comenzaba a ceder y los rayos se inclinaban ante los pies de las olas, como si les hiciesen venia a los hijos de la sabana. El presidente pidió un trago del escocés, y el barman impotente ante tal petición le dijo: “presidente el whisky se terminó”. López se paró dentro de su suéter verde olivo, de su pantalón de dril caqui y se ancló dentro de unos botines, seguramente ingleses; levantó su brazo izquierdo y llamó al edecán y le dijo: fulano (Adolfo no se acuerda del nombre) búsqueme urgente, al término de la distancia, unas botellas de Chivas Rigal, así tengan que ir en helicóptero a “El gurrufero” (el bar del señor padre de Adolfo que lo vendió para solventar la quiebra económica) y remató con esta frase: que se acabe la vida, pero no el trago. En efecto, antes de la hora un helicóptero militar, aterrizaba en la isla con una buena provisión de whisky para continuar con la parranda, que se extendió hasta entrada la madrugada.
Luego me contó Andrés otras anécdotas, que las estaré publicando por este diario, en forma de crónicas.
PD: me enteré de un acontecimiento que me tapó la boca, y lo bueno también se debe reconocer. El director del ballet vallenato Carlos Calderón, le pidió a la gobernación del Cesar una ayudita con cara de limosna para invertirlo en la vestimenta para el grupo, el mandatario departamental le dijo que si (no sabe decir que no) y no terminaron dando un carajo, pero atérrense con lo siguiente: estuvieron en Venezuela, hicieron una actuación brillante a tal punto que embrujaron con esa magia estelar al presidente Hugo Chávez y este les entregó treinta millones de pesos, definitivamente a nadie le falta Dios; y ahora
están apadrinados por la alcaldía. Después del baile, pero mucho tiempo después la gobernación  les entrego cinco millones de pesos. Bueno Carlos del ahogado el sombrero.
Feliz fin de semana