En Kyoto 1997, en la Cumbre Mundial del Cambio Climático, fuimos escogidos por los ministros del medio Ambiente, tres países para recibir al vicepresidente norteamericano Al Gore: Colombia, Indonesia y Brasil. Nuestra tarea era explicarle al vicepresidente por qué las decisiones severas para limitar las emisiones de CO2 de Estados Unidos, por ser el país, […]
En Kyoto 1997, en la Cumbre Mundial del Cambio Climático, fuimos escogidos por los ministros del medio Ambiente, tres países para recibir al vicepresidente norteamericano Al Gore: Colombia, Indonesia y Brasil.
Nuestra tarea era explicarle al vicepresidente por qué las decisiones severas para limitar las emisiones de CO2 de Estados Unidos, por ser el país, con China, Unión Europea, India y Rusia, que más gases efecto invernadero GEI (CO2) emite a la atmósfera, que afectan la capa de ozono y provocan el calentamiento del planeta. También, presentarle los nuevos “mecanismos de desarrollo limpio.”
Al Gore tuvo que venir expresamente para sofocar el ambiente pesado que había contra Estados Unidos. Colombia fue escogida, junto con los otros dos países más afectados, porque somos los más mega biodiversos del planeta, los más vulnerables, con mayor responsabilidad, los más atractivos ambientales del mundo. La conversación, entonces, era entre el país que más emisiones de CO2 genera, con los más afectados.
La reunión fue normal desde el punto de vista científico, porque había mucha información. Lo vital era mover la posición de Estados Unidos de obstaculizar una imposición de límites a sus emisiones en el menor tiempo posible. Fue una conversación sincera. Desde 1970 habían duplicado las emisiones de gases efecto invernadero, especialmente CO2 fósil, el que más ha crecido. Haciendo proyecciones hacia el año 2100, si no se hace nada se producirá un calentamiento del planeta que llegará a 2.9° grados centígrados.
Los países deben cumplir su compromiso de “emisiones netas cero”, para llegar solo a 2° grados. Los impactos del calentamiento de la tierra por encima de ese límite es que aumentará el nivel del mar casi 2 pies, y desaparecerán muchas Islas y las orillas del mar estarán en peligro. Afectarán los arrecifes de coral y algas, que no soportarán esa temperatura, y se convertirán en especies blancas deterioradas.
El derretimiento del Ártico, que cubre millones de kilómetros cuadrados, pondrá en peligro la vida misma. La gente soportará olas de calor extremo y lluvias torrenciales. Se afectarán los hábitats de flora y fauna, y acabará con millones de hectáreas de bosques amazónicos, pulmón del mundo.
Colombia es el país que más perderá con este proceso de cambio climático. No somos importantes en materia de emisión, ya que solo emitimos el 0.05 % de CO2, pero sí somos los más afectados por nuestra increíble riqueza de flora y fauna.
Por eso, estamos obligados a predicar con el ejemplo. Las propuestas de Colombia esta semana en Glasgow de aumentar nuestras áreas protegidas, cuidar sistemas marinos, cordilleras y llegar a la carbono neutralidad en el año 2050, con eficiencia energética, de construir ciudades eficaces y con movilidad limpia, son nuestras tareas. Así podremos exigir al mundo la protección de la capa de ozono, y evitar nuestra destrucción masiva por calentamiento.
Tendremos que seguir evitando la deforestación con glifosato y recuperar nuestros bosques. Hemos perdido más de 500.000 hectáreas en 2 años. Debemos evitar las fumigaciones como única herramienta para frenar la pérdida de bosques.
Pero la gran pregunta en Glasgow es: ¿realmente ha mejorado la posición del planeta en materia de calentamiento global?, o simplemente estamos dilatando soluciones y acomodamos mínimamente la economía de cada país a conveniencia de su estructura productiva industrial y de energías. Colombia tiene mucho que perder y debe dar ejemplo liderando el gran movimiento para proteger el planeta.
En Kyoto 1997, en la Cumbre Mundial del Cambio Climático, fuimos escogidos por los ministros del medio Ambiente, tres países para recibir al vicepresidente norteamericano Al Gore: Colombia, Indonesia y Brasil. Nuestra tarea era explicarle al vicepresidente por qué las decisiones severas para limitar las emisiones de CO2 de Estados Unidos, por ser el país, […]
En Kyoto 1997, en la Cumbre Mundial del Cambio Climático, fuimos escogidos por los ministros del medio Ambiente, tres países para recibir al vicepresidente norteamericano Al Gore: Colombia, Indonesia y Brasil.
Nuestra tarea era explicarle al vicepresidente por qué las decisiones severas para limitar las emisiones de CO2 de Estados Unidos, por ser el país, con China, Unión Europea, India y Rusia, que más gases efecto invernadero GEI (CO2) emite a la atmósfera, que afectan la capa de ozono y provocan el calentamiento del planeta. También, presentarle los nuevos “mecanismos de desarrollo limpio.”
Al Gore tuvo que venir expresamente para sofocar el ambiente pesado que había contra Estados Unidos. Colombia fue escogida, junto con los otros dos países más afectados, porque somos los más mega biodiversos del planeta, los más vulnerables, con mayor responsabilidad, los más atractivos ambientales del mundo. La conversación, entonces, era entre el país que más emisiones de CO2 genera, con los más afectados.
La reunión fue normal desde el punto de vista científico, porque había mucha información. Lo vital era mover la posición de Estados Unidos de obstaculizar una imposición de límites a sus emisiones en el menor tiempo posible. Fue una conversación sincera. Desde 1970 habían duplicado las emisiones de gases efecto invernadero, especialmente CO2 fósil, el que más ha crecido. Haciendo proyecciones hacia el año 2100, si no se hace nada se producirá un calentamiento del planeta que llegará a 2.9° grados centígrados.
Los países deben cumplir su compromiso de “emisiones netas cero”, para llegar solo a 2° grados. Los impactos del calentamiento de la tierra por encima de ese límite es que aumentará el nivel del mar casi 2 pies, y desaparecerán muchas Islas y las orillas del mar estarán en peligro. Afectarán los arrecifes de coral y algas, que no soportarán esa temperatura, y se convertirán en especies blancas deterioradas.
El derretimiento del Ártico, que cubre millones de kilómetros cuadrados, pondrá en peligro la vida misma. La gente soportará olas de calor extremo y lluvias torrenciales. Se afectarán los hábitats de flora y fauna, y acabará con millones de hectáreas de bosques amazónicos, pulmón del mundo.
Colombia es el país que más perderá con este proceso de cambio climático. No somos importantes en materia de emisión, ya que solo emitimos el 0.05 % de CO2, pero sí somos los más afectados por nuestra increíble riqueza de flora y fauna.
Por eso, estamos obligados a predicar con el ejemplo. Las propuestas de Colombia esta semana en Glasgow de aumentar nuestras áreas protegidas, cuidar sistemas marinos, cordilleras y llegar a la carbono neutralidad en el año 2050, con eficiencia energética, de construir ciudades eficaces y con movilidad limpia, son nuestras tareas. Así podremos exigir al mundo la protección de la capa de ozono, y evitar nuestra destrucción masiva por calentamiento.
Tendremos que seguir evitando la deforestación con glifosato y recuperar nuestros bosques. Hemos perdido más de 500.000 hectáreas en 2 años. Debemos evitar las fumigaciones como única herramienta para frenar la pérdida de bosques.
Pero la gran pregunta en Glasgow es: ¿realmente ha mejorado la posición del planeta en materia de calentamiento global?, o simplemente estamos dilatando soluciones y acomodamos mínimamente la economía de cada país a conveniencia de su estructura productiva industrial y de energías. Colombia tiene mucho que perder y debe dar ejemplo liderando el gran movimiento para proteger el planeta.