La premisa es que los funcionarios públicos no deben ser inferiores a sus cargos. Que cada oficina del Estado debiera estar blindada para favorecer al ciudadano en atención, respeto y celeridad. No podemos volver al tiempo del ‘Coronel no tiene quien le escriba’ (Gabriel García Márquez) y sentarnos a esperar otros 15 años más para […]
La premisa es que los funcionarios públicos no deben ser inferiores a sus cargos. Que cada oficina del Estado debiera estar blindada para favorecer al ciudadano en atención, respeto y celeridad. No podemos volver al tiempo del ‘Coronel no tiene quien le escriba’ (Gabriel García Márquez) y sentarnos a esperar otros 15 años más para que nuestra pensión llegue, después de haberle prestado un servicio leal, transparente y laborioso al Estado.
Es una injusticia que personajes como el Coronel de ‘Gabo’ estuviese mendigando, en un pueblo asolado y taciturno a orillas del río Magdalena, junto a su enferma esposa. El Estado debería tener funcionarios dinámicos, que le sirvan a la madre cabeza de familia, al mendigo y al trabajador, que resuelvan los casos aplicando justicia, el ciudadano necesita protección. No hablo solo de la protección por el miedo al salir a la calle y que lo atraquen.
Los ciudadanos colombianos también necesitan respeto. Que muchos de los políticos no los sigan engañando con promesas falsas, con antifaces prestados ni mucho menos con sus discursos panegíricos.
Las protecciones que necesitan los colombianos son simples: cobertura en salud, una vivienda digna, un empleo con remuneración acorde al momento, educación gratuita en escuelas, colegios y universidades.
Se requiere terminar la deshonra de los monopolios en la educación. Dueños de planteles privados en donde se pagan tarifas millonarias y universidades inalcanzables.
El país necesita con urgencia que el Estado resuelva la cruenta batalla de los jóvenes egresados de medicina, odontología, ingenierías, entre otros, que no pueden especializarse ni muchos menos hacer un magister y es imposible un doctorado, porque estos posgrados valen $50, $80 y $100 millones por semestre.
Detengámonos un poco en el tema de la medicina. En agosto del presente año, el periódico El Colombiano publicó un artículo de Luisa Fernanda Rodríguez titulado ‘Déficit de especialistas en Colombia’.
La información señala que “Jorge Andrés Giraldo Restrepo, médico urgentólogo y coordinador de Cuidado Intensivo de Urgencias del Hospital San Vicente Fundación sede Rionegro, indicó que en Colombia solo el 30 % de los médicos logra hacer una especialización clínica o quirúrgica debido a que los cupos son muy limitados, pues se pueden presentar 100 aspirantes a uno o seis cupos (según sea la disciplina). Además, no todas las facultades de medicina ofrecen estos programas, el costo de la matrícula es muy alto y el estudiante debe dejar de ejercer su profesión para dedicarse entre tres y cuatro años de lleno a las labores asistenciales en el hospital donde esté rotando y en las noches estudiar”.
Pero no solo el problema es conseguir el cupo y pagar una millonada en una especialización, no. Hay muchos de esos muchachos que estudian en otros países y no regresan a Colombia, porque aquí las clínicas y los hospitales no les pagan lo que valen ni les pagan puntual.
Es una desdicha para padres y familiares que sus hijos y hermanos tengan que quedarse en los países en donde se especializaron, ante la imposibilidad de regresar porque aquí no les pagan y son enjuiciados sin justa causa y atropellados en sus centros de trabajo.
El periódico Vanguardia publicó (abril/20) un análisis sobre el déficit de médicos especialistas y señaló que “en Santander tres universidades ofrecen 22 posgrados médico-quirúrgicos que resultan insuficientes, si se tiene en cuenta que en Colombia por cada cinco médicos generales solo hay un cupo para estudiar una especialización”. No hay derecho para tanta desidia del Estado. Hasta la próxima semana.
[email protected] @tiochiro
La premisa es que los funcionarios públicos no deben ser inferiores a sus cargos. Que cada oficina del Estado debiera estar blindada para favorecer al ciudadano en atención, respeto y celeridad. No podemos volver al tiempo del ‘Coronel no tiene quien le escriba’ (Gabriel García Márquez) y sentarnos a esperar otros 15 años más para […]
La premisa es que los funcionarios públicos no deben ser inferiores a sus cargos. Que cada oficina del Estado debiera estar blindada para favorecer al ciudadano en atención, respeto y celeridad. No podemos volver al tiempo del ‘Coronel no tiene quien le escriba’ (Gabriel García Márquez) y sentarnos a esperar otros 15 años más para que nuestra pensión llegue, después de haberle prestado un servicio leal, transparente y laborioso al Estado.
Es una injusticia que personajes como el Coronel de ‘Gabo’ estuviese mendigando, en un pueblo asolado y taciturno a orillas del río Magdalena, junto a su enferma esposa. El Estado debería tener funcionarios dinámicos, que le sirvan a la madre cabeza de familia, al mendigo y al trabajador, que resuelvan los casos aplicando justicia, el ciudadano necesita protección. No hablo solo de la protección por el miedo al salir a la calle y que lo atraquen.
Los ciudadanos colombianos también necesitan respeto. Que muchos de los políticos no los sigan engañando con promesas falsas, con antifaces prestados ni mucho menos con sus discursos panegíricos.
Las protecciones que necesitan los colombianos son simples: cobertura en salud, una vivienda digna, un empleo con remuneración acorde al momento, educación gratuita en escuelas, colegios y universidades.
Se requiere terminar la deshonra de los monopolios en la educación. Dueños de planteles privados en donde se pagan tarifas millonarias y universidades inalcanzables.
El país necesita con urgencia que el Estado resuelva la cruenta batalla de los jóvenes egresados de medicina, odontología, ingenierías, entre otros, que no pueden especializarse ni muchos menos hacer un magister y es imposible un doctorado, porque estos posgrados valen $50, $80 y $100 millones por semestre.
Detengámonos un poco en el tema de la medicina. En agosto del presente año, el periódico El Colombiano publicó un artículo de Luisa Fernanda Rodríguez titulado ‘Déficit de especialistas en Colombia’.
La información señala que “Jorge Andrés Giraldo Restrepo, médico urgentólogo y coordinador de Cuidado Intensivo de Urgencias del Hospital San Vicente Fundación sede Rionegro, indicó que en Colombia solo el 30 % de los médicos logra hacer una especialización clínica o quirúrgica debido a que los cupos son muy limitados, pues se pueden presentar 100 aspirantes a uno o seis cupos (según sea la disciplina). Además, no todas las facultades de medicina ofrecen estos programas, el costo de la matrícula es muy alto y el estudiante debe dejar de ejercer su profesión para dedicarse entre tres y cuatro años de lleno a las labores asistenciales en el hospital donde esté rotando y en las noches estudiar”.
Pero no solo el problema es conseguir el cupo y pagar una millonada en una especialización, no. Hay muchos de esos muchachos que estudian en otros países y no regresan a Colombia, porque aquí las clínicas y los hospitales no les pagan lo que valen ni les pagan puntual.
Es una desdicha para padres y familiares que sus hijos y hermanos tengan que quedarse en los países en donde se especializaron, ante la imposibilidad de regresar porque aquí no les pagan y son enjuiciados sin justa causa y atropellados en sus centros de trabajo.
El periódico Vanguardia publicó (abril/20) un análisis sobre el déficit de médicos especialistas y señaló que “en Santander tres universidades ofrecen 22 posgrados médico-quirúrgicos que resultan insuficientes, si se tiene en cuenta que en Colombia por cada cinco médicos generales solo hay un cupo para estudiar una especialización”. No hay derecho para tanta desidia del Estado. Hasta la próxima semana.
[email protected] @tiochiro