Hay columnistas de opinión (sobre todo colegas abogados) que van en contravía de sus propios lectores. Escriben de manera arrogante, soberbia y confusa para gente del común. Escriben casi que criminalizando las opiniones de personas no formadas en conocimiento jurídico: paradójicamente la mayoría de los que nos leen en EL PILÓN. Conciben como una ofensa […]
Hay columnistas de opinión (sobre todo colegas abogados) que van en contravía de sus propios lectores. Escriben de manera arrogante, soberbia y confusa para gente del común.
Escriben casi que criminalizando las opiniones de personas no formadas en conocimiento jurídico: paradójicamente la mayoría de los que nos leen en EL PILÓN. Conciben como una ofensa o un sacrilegio que el pueblo sin formación jurídica opine libremente sobre hechos noticiosos en materia legal.
Vienen a estos espacios a descalificar con prepotencia a la mayoría. Escriben en un periódico popular, pero se quieren comportar como eruditos que publican en las más prestigiosas y exclusivas revistas indexadas.
Ese tufillo de falsa superioridad moral e intelectual está mandado a recoger hace rato. Esos columnistas creen, equivocadamente, que la mayoría de las personas que leen EL PILÓN son la “masa vulgar e ignorante” que debe guardar absoluto silencio y abstenerse de emitir opiniones en temas legales porque no tienen formación jurídica.
Hay que aprender a respetar: respetar al pueblo que nos lee, respetar a los periodistas y al ciudadano sin formación jurídica que opina sobre temas legales aún con desconocimiento y con errores, a fin de cuentas, no están presentando exámenes en la universidad ni están en recintos especializados. No es ofensivo que los ciudadanos que no son abogados opinen con errores sobre temas legales si lo hacen con respeto.
Se vale corregir a la gente con amabilidad, son ciudadanos comunes sin formación jurídica y con errores, como errores tenemos todos, incluso los que escribimos aquí.
Ya bájenle a ese sentimiento de falsa superioridad, dejen que la gente se exprese en temas legales libremente y que se equivoquen, que se vale aprender y corregir errores entre todos.
Dejen que la ciudadanía se manifieste sobre temas legales con pocos o nulos conocimientos: muchos de ellos quisieron ser abogados y no pudieron porque no tuvieron las oportunidades adecuadas, y aun así, cuando se enteran que varios de los que aquí escribimos somos abogados, nos respetan, nos tratan muy bien y nos leen con atención y paciencia.
Cada día es más molesto y desagradable ver a ciertos abogados renegando de la ciudadanía no formada en asuntos jurídicos. Vienen a escribir aquí y creen que sus columnas son leídas únicamente por el más selecto público formado en temas legales. ¡Qué equivocados están!
Ya es momento de que esos columnistas con actitudes equivocadas entiendan de una vez por todas que la mayoría de los que nos leen en estos espacios son ciudadanos no abogados.
Aprendan a modular el lenguaje implementado, sean más sencillos al tratar a la mayoría de los lectores y no vengan a inflarse el ego ni a posar de eruditos en escenarios equivocados. Ojalá se acabe esa mala costumbre de querer tratar a las personas que opinan sin formación jurídica como si fuesen estúpidos o minusválidos mentales. Son ciudadanos, no abogados que quieren opinar y pueden hacerlo, aún con errores.
Esos columnistas van por la vida queriendo sentirse superiores, y luego, cuando se meten con los abogados de las “grandes ligas”, salen con el rabo entre las piernas porque se dedican a irrespetar el trabajo de otros litigantes.
En conclusión, no es lo mismo ofender al ciudadano de a pie que ofender en redes sociales a juristas reconocidos del Colegio de Abogados Penalistas de Colombia. Dejen de lado esas actitudes equivocadas, se lo dice un joven abogado de 25 años que apenas está comenzando la vida profesional y madurando con los errores.
Hay columnistas de opinión (sobre todo colegas abogados) que van en contravía de sus propios lectores. Escriben de manera arrogante, soberbia y confusa para gente del común. Escriben casi que criminalizando las opiniones de personas no formadas en conocimiento jurídico: paradójicamente la mayoría de los que nos leen en EL PILÓN. Conciben como una ofensa […]
Hay columnistas de opinión (sobre todo colegas abogados) que van en contravía de sus propios lectores. Escriben de manera arrogante, soberbia y confusa para gente del común.
Escriben casi que criminalizando las opiniones de personas no formadas en conocimiento jurídico: paradójicamente la mayoría de los que nos leen en EL PILÓN. Conciben como una ofensa o un sacrilegio que el pueblo sin formación jurídica opine libremente sobre hechos noticiosos en materia legal.
Vienen a estos espacios a descalificar con prepotencia a la mayoría. Escriben en un periódico popular, pero se quieren comportar como eruditos que publican en las más prestigiosas y exclusivas revistas indexadas.
Ese tufillo de falsa superioridad moral e intelectual está mandado a recoger hace rato. Esos columnistas creen, equivocadamente, que la mayoría de las personas que leen EL PILÓN son la “masa vulgar e ignorante” que debe guardar absoluto silencio y abstenerse de emitir opiniones en temas legales porque no tienen formación jurídica.
Hay que aprender a respetar: respetar al pueblo que nos lee, respetar a los periodistas y al ciudadano sin formación jurídica que opina sobre temas legales aún con desconocimiento y con errores, a fin de cuentas, no están presentando exámenes en la universidad ni están en recintos especializados. No es ofensivo que los ciudadanos que no son abogados opinen con errores sobre temas legales si lo hacen con respeto.
Se vale corregir a la gente con amabilidad, son ciudadanos comunes sin formación jurídica y con errores, como errores tenemos todos, incluso los que escribimos aquí.
Ya bájenle a ese sentimiento de falsa superioridad, dejen que la gente se exprese en temas legales libremente y que se equivoquen, que se vale aprender y corregir errores entre todos.
Dejen que la ciudadanía se manifieste sobre temas legales con pocos o nulos conocimientos: muchos de ellos quisieron ser abogados y no pudieron porque no tuvieron las oportunidades adecuadas, y aun así, cuando se enteran que varios de los que aquí escribimos somos abogados, nos respetan, nos tratan muy bien y nos leen con atención y paciencia.
Cada día es más molesto y desagradable ver a ciertos abogados renegando de la ciudadanía no formada en asuntos jurídicos. Vienen a escribir aquí y creen que sus columnas son leídas únicamente por el más selecto público formado en temas legales. ¡Qué equivocados están!
Ya es momento de que esos columnistas con actitudes equivocadas entiendan de una vez por todas que la mayoría de los que nos leen en estos espacios son ciudadanos no abogados.
Aprendan a modular el lenguaje implementado, sean más sencillos al tratar a la mayoría de los lectores y no vengan a inflarse el ego ni a posar de eruditos en escenarios equivocados. Ojalá se acabe esa mala costumbre de querer tratar a las personas que opinan sin formación jurídica como si fuesen estúpidos o minusválidos mentales. Son ciudadanos, no abogados que quieren opinar y pueden hacerlo, aún con errores.
Esos columnistas van por la vida queriendo sentirse superiores, y luego, cuando se meten con los abogados de las “grandes ligas”, salen con el rabo entre las piernas porque se dedican a irrespetar el trabajo de otros litigantes.
En conclusión, no es lo mismo ofender al ciudadano de a pie que ofender en redes sociales a juristas reconocidos del Colegio de Abogados Penalistas de Colombia. Dejen de lado esas actitudes equivocadas, se lo dice un joven abogado de 25 años que apenas está comenzando la vida profesional y madurando con los errores.