A manera de introducción de este artículo reflexionamos así: “La educación ambiental debe ser prioritaria a nivel mundial para que logremos conocer cuál debe ser nuestro verdadero comportamiento frente a la actuación en la naturaleza, y así tener conocimientos para la mitigación y resiliencia frente al lesivo cambio climático, se trata de que la naturaleza […]
A manera de introducción de este artículo reflexionamos así: “La educación ambiental debe ser prioritaria a nivel mundial para que logremos conocer cuál debe ser nuestro verdadero comportamiento frente a la actuación en la naturaleza, y así tener conocimientos para la mitigación y resiliencia frente al lesivo cambio climático, se trata de que la naturaleza se recupere para que los ecosistemas logren un proceso de resistencia y resiliencia que nos den condiciones necesarias para la vida, vale decir, tenemos que educar para cambiar”.
Hagamos inicialmente la siguiente pregunta: ¿Cuál debe ser la nueva estrategia educativa? Informar es mucho más que dar noticias y menos que configurar opinión. El grado de formación ambiental al que debe acceder la sociedad, a fin de que la opinión pública llegue a ser un elemento positivo de presión social, parte de la información, pero exige, además, la reflexión personal y la internalización de conceptos y convencimientos, tal como ocurre con cualquier otra de las pautas que rigen las respuestas colectivas.
Por eso la estrategia informativa es solo la primera parte de la estrategia educativa. Estrategia informativa y estrategia educativa, por otro lado, deben estar referenciadas en los contextos culturales correspondientes (ámbitos urbanos o rurales, mundo industrial o no) y deben diferenciarse de las implementaciones instrumentales (prensa, radio, tv, exposiciones, publicaciones, entre otros) que son imprescindibles recursos vehiculares pero no la propia razón de ser del mensaje educativo. La construcción de discursos adecuados a cada ámbito cultural y a cada tipo de público y la selección apropiada (en términos de eficacia comunicativa y de economía de medios), de los instrumentos comunicativos son, pues, opciones iniciales básicas cuya habitual pretensión conduce a innumerables fracasos.
En cualquier caso, urge percatarse de que solo generando conciencia por vía de la transferencia de la información jerarquizada a través de los medios adecuados y del estímulo de la reflexión llegará a configurarse una corriente de opinión publica ambiental suficiente y correcta, y claro, sin opinión pública no hay marco social para los decisores, que en tal caso se convierten en sacerdotes en un templo vacío, con liturgia espectacular o banal, con doctrina convincente o sin ella.
Cabe decir en este escrito que se debe pasar de la educación a la subversión ambiental. Siempre se ha dicho que el ecologismo es protestón pero en favor o defensa de lo verde, esta línea ha encontrado por vía de la educación ambiental convertirse en algo eficazmente subversivo en el mejor sentido de la palabra.
Los más distraídos nunca lo percibieron ya que las posiciones educativas siempre parecieron inofensivas, pero fíjense ustedes que otra cosa o lo contrario es la que se piensa hoy a raíz de la profundización y destrozada situación del cambio climático.
Para ambientar un poco más esta columna hacemos alusión a una situación lamentable del pasado como vía de ejemplo: la esclavitud dejó de serlo de mano de libertos ilustrados, para lo que cabe decir que el saber es peligroso para quien explota la ignorancia; armado de argumentos y de fuerza moral, se ha ido convirtiendo, a través de la educación ambiental, en la gran alternativa. Es decir, con la imparable subversión.
Nos estamos refiriendo, como ya dijimos, al ecologismo cimentado en la educación ambiental, o sea, el ecologismo serio y de verdad subvertido, no pura mente revoltoso. Hablamos en suma de la estructuración del auténtico pensamiento ecologista y el subsiguiente impacto social por vía educativa. En resumen, la educación y la comunicación ambiental deben triunfar porque de lo contrario fracasará la vida. La vida civilizada se entiende que es la que integra la historia en el futuro, sin tener que instalarse en el pasado.
A manera de introducción de este artículo reflexionamos así: “La educación ambiental debe ser prioritaria a nivel mundial para que logremos conocer cuál debe ser nuestro verdadero comportamiento frente a la actuación en la naturaleza, y así tener conocimientos para la mitigación y resiliencia frente al lesivo cambio climático, se trata de que la naturaleza […]
A manera de introducción de este artículo reflexionamos así: “La educación ambiental debe ser prioritaria a nivel mundial para que logremos conocer cuál debe ser nuestro verdadero comportamiento frente a la actuación en la naturaleza, y así tener conocimientos para la mitigación y resiliencia frente al lesivo cambio climático, se trata de que la naturaleza se recupere para que los ecosistemas logren un proceso de resistencia y resiliencia que nos den condiciones necesarias para la vida, vale decir, tenemos que educar para cambiar”.
Hagamos inicialmente la siguiente pregunta: ¿Cuál debe ser la nueva estrategia educativa? Informar es mucho más que dar noticias y menos que configurar opinión. El grado de formación ambiental al que debe acceder la sociedad, a fin de que la opinión pública llegue a ser un elemento positivo de presión social, parte de la información, pero exige, además, la reflexión personal y la internalización de conceptos y convencimientos, tal como ocurre con cualquier otra de las pautas que rigen las respuestas colectivas.
Por eso la estrategia informativa es solo la primera parte de la estrategia educativa. Estrategia informativa y estrategia educativa, por otro lado, deben estar referenciadas en los contextos culturales correspondientes (ámbitos urbanos o rurales, mundo industrial o no) y deben diferenciarse de las implementaciones instrumentales (prensa, radio, tv, exposiciones, publicaciones, entre otros) que son imprescindibles recursos vehiculares pero no la propia razón de ser del mensaje educativo. La construcción de discursos adecuados a cada ámbito cultural y a cada tipo de público y la selección apropiada (en términos de eficacia comunicativa y de economía de medios), de los instrumentos comunicativos son, pues, opciones iniciales básicas cuya habitual pretensión conduce a innumerables fracasos.
En cualquier caso, urge percatarse de que solo generando conciencia por vía de la transferencia de la información jerarquizada a través de los medios adecuados y del estímulo de la reflexión llegará a configurarse una corriente de opinión publica ambiental suficiente y correcta, y claro, sin opinión pública no hay marco social para los decisores, que en tal caso se convierten en sacerdotes en un templo vacío, con liturgia espectacular o banal, con doctrina convincente o sin ella.
Cabe decir en este escrito que se debe pasar de la educación a la subversión ambiental. Siempre se ha dicho que el ecologismo es protestón pero en favor o defensa de lo verde, esta línea ha encontrado por vía de la educación ambiental convertirse en algo eficazmente subversivo en el mejor sentido de la palabra.
Los más distraídos nunca lo percibieron ya que las posiciones educativas siempre parecieron inofensivas, pero fíjense ustedes que otra cosa o lo contrario es la que se piensa hoy a raíz de la profundización y destrozada situación del cambio climático.
Para ambientar un poco más esta columna hacemos alusión a una situación lamentable del pasado como vía de ejemplo: la esclavitud dejó de serlo de mano de libertos ilustrados, para lo que cabe decir que el saber es peligroso para quien explota la ignorancia; armado de argumentos y de fuerza moral, se ha ido convirtiendo, a través de la educación ambiental, en la gran alternativa. Es decir, con la imparable subversión.
Nos estamos refiriendo, como ya dijimos, al ecologismo cimentado en la educación ambiental, o sea, el ecologismo serio y de verdad subvertido, no pura mente revoltoso. Hablamos en suma de la estructuración del auténtico pensamiento ecologista y el subsiguiente impacto social por vía educativa. En resumen, la educación y la comunicación ambiental deben triunfar porque de lo contrario fracasará la vida. La vida civilizada se entiende que es la que integra la historia en el futuro, sin tener que instalarse en el pasado.